Justo Ilarraz llegó a los tribunales. No quiso responder preguntas.
Llegó a las 8.10, en un Peugeot 307. Ingresó por la puerta principal de los Tribunales de Paraná, impasible, escoltado por su hermano y su abogado. Vestido con saco negro, camisa blanca, zapatos y lentes, Justo Ilarraz no quiso responder a las preguntas de los periodistas locales que lo esperaban en el primer día del emblemático juicio en el que la Justicia analizará siete denuncias por abuso sexual que pesan contra el cura. “¿Es inocente o culpable?”, le preguntó el cronista. Ilarraz lo miró y siguió su camino, sin responder.
Ilarraz, ante la Justicia. (José Almeida)
Entre 1985 y 1993, Ilarraz era prefecto de disciplina del Seminario Arquidiocesano de Paraná. En esos años, habría abusado de al menos siete chicos de entre 10 y 14 años. Son los casos que se animaron a denunciar y por los que Ilarraz llegó a juicio.
Uno de esos denunciantes es Fabián Schunk. Es el único que visibilizó su historia. Este fin de semana, Schunk habló con este diario y relató su calvario. “De noche un gurí lloraba, creía que extrañaba, pero lo habían abusado”, contó sobre los ataques de Ilarraz, a quien definió como “un lobo a la espera de una oportunidad”.
Este lunes a la mañana, Schunk se mostró nervioso, le temblaba la voz: es que va a volverse a cruzar con el hombre al que denuncia como su abusador. “No sé cómo voy a reaccionar”, admitió.
Fabián Schunk es el único de los denunciantes de Ilarraz que accedió a hablar con los medios. (José Almeida)
En los dos primeros días del juicio declararán los siete denunciantes. Los que lo hagan este martes, estarán cara a cara con el sacerdote: fuentes judiciales informaron que Ilarraz estaría presente en el juicio sólo en la primera jornada y en la presentación de los alegatos. En el medio de esas dos instancias, desfilarán 75 testigos, entre ellos, 24 sacerdotes, cuatro ex sacerdotes y cuatro obispos, en 13 audiencias judiciales que serán a puertas cerradas.
En los Tribunales de Paraná, este lunes a la mañana se acercaron otras víctimas de abusos por partes de miembros de la Iglesia, entre ellos, Juan Diego Escobar Gaviria, conocido por su fama de sanador y condenado en septiembre de 2017 a 25 años de prisión por cuatro abusos sexuales. Colgaron una bandera en la entrada de los tribunales: “Los niños no mienten, compromiso con vos”, se leía. Los miembros de la agrupación Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina, dijeron, están en Paraná para brindar apoyo a los que se animaron a denunciar a Ilarraz.
A Ilarraz se lo vio hoy más delgado que en las fotos que se difundieron de él en 2012, cuando el escándalo por el abuso fue tapa del semanario entrerriano Análisis. Pero las primeras denuncias llevaban casi una década.
Ilarraz, en misa. (Archivo)
En 1997, en una carta al Vaticano, Ilarraz reconoció haber tenido “relaciones amorosas y abusivas con seminaristas menores”. Pero recién cinco años después, con la mediatización del caso, se le prohibió dar misa. La semana pasada, el arzobispado de Paraná pidió en un comunicado perdón por “el dolor y el sufrimiento padecido por las víctimas, sus familiares y allegados”.