La fiscal Silvina Ávila se opuso a que sean destruidas. Hay diálogos entre un abogado de derechos humanos y un amigo de Santiago en el que parecen direccionar el testimonio.
El contenido de las intervenciones telefónicas hechas a los familiares y el entorno de Santiago Maldonado (su hermano Sergio, amigos e integrantes de la comunidad mapuche) que el juez federal Gustavo Lleral ordenó destruir la semana pasaba, revelan sospechosos diálogos en los cuales abogados de la APDH de Córdoba parecerían ponerse de acuerdo con un amigo del artesano acerca de lo que ocurrió el 1 de agosto del año pasado en 2017, fecha en que presuntamente falleció el tatuador en Cushamen.
En las conversaciones queda en evidencia que los profesionales de APDH, Fernando Cabaleiro y Carlos González Quintana, no tuvieron contacto directo con Lucas Naiman Pilquiman o Testigo E (la última persona en ver con vida a Santiago), tal como declararon en su informe elevado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), sino que otros hablaban por él.
También se desprenden indicios del armado de un relato o “plan”, tal como lo denunció el viernes pasado la fiscal federal Silvina Avila, con el que se pretendían tergiversar los acontecimientos para abonar la hipótesis de una desaparición forzada.
Las grabaciones fueron ordenadas en agosto pasado por el juez federal Guido Otranto. El magistrado, luego desplazado, no confiaba en las declaraciones de los mapuches y consideraba débil la de Matías Santana. El referente indígena aseguraba haber visto cómo Gendarmería Nacional se llevaba a Maldonado. Ahora el juez Lleral consideró que los tapes afectan los derechos y libertades de los involucrados y dispuso su nulidad y destrucción.
La fiscal Avila apeló la medida alegando que las conversaciones podría revelar un plan para obstruir la justicia.
La funcionaria argumentó que las personas intervenidas ofrecieron a los investigadores material probatorio contaminado y testimonios falsos. En la actualidad existe una causa por este motivo que involucra a algunos de ellos. “En principio, Claudina y Ailin Co Pilquiman pueden haber urdido, junto a Ariel Mariotto Garzi y Matías Santana, un plan para desviar la investigación plantando pruebas en diversos pasajes de la pesquisa”, señala Avila en el escrito.
Otranto había ordenado intervenir los celulares de Sergio Maldonado -hermano Santiago-, Claudia Pilquiman (mamá de Lucas Naiman Pilquiman o Testigo E), Ariel Garzi (amigo del artesano) y Marcela Anarda Stocovaz (vinculada a la comunidad mapuche).
Este diario tuvo acceso a uno de los registros en el que aparecen Cabaleiro y Garzi. El amigo de Maldonado es el encargado de confirmar el guión que van armando los abogados. Pero los datos que refiere Garzi, sobre la detención del tatuador por parte de los efectivos, contradicen la versión judicial del propio Naiman Pilquiman dada el 19 de diciembre pasado al juez Lleral y la del músico mapuche Nicasio Soria realizada en Chile frente a testigos.
En principio, el abogado sugiere más que consultar a Garzi lo que pudo haber observado Naiman Pilquiman. Más adelante queda en claro que el Testigo E se rehúsa a encontrarse con los defensores. Cabaleiro le pregunta por el momento en el que ingresan los efectivos al predio y Maldonado agarra la mochila y parte hacia el río junto a Naiman Pilquiman.
“Del testimonio E surge que al llegar al río ehhh… con Santiago deciden cruzarlo pero a esa altura el río tenía una parte profunda (…) donde la única manera para cruzarlo era a través de un nado de metros. ¿Está bien eso?”, le dice Cabaleiro a Garzi. La frase demuestra que los mapuches y miembros de APDH sabían que el río era profundo, cosa que fue negada por ellos, la defensa de la familia Maldonado y por el Defensor Oficial en Esquel Fernando Machado.
En otro tramo de la conversación el abogado le dice al amigo de Santiago: “Escuchame, ¿vos tenés dos minutitos? Porque yo quiero cerrar con vos, ¿viste? Yo te cuento más o menos lo que armamos, para estar seguros, ¿viste?”. Luego sigue:
“Y cualquier cosa me corregís. Yo te pongo lo que estamos armando, ¿viste? Y vos me corregís cualquier cosa. Mirá… Estás, ¿estás ahí tranquilo? ¿Podés hacerlo?”.
El joven le contesta: “Sí, sí, dale tranquilo estamos acá”.
Ariel Garzi, el amigo y testigo en la causa, que aparece hablando con el abogado Cabaleiro.Fotos Emmanuel Fernández.
Ariel Garzi, el amigo y testigo en la causa, que aparece hablando con el abogado Cabaleiro.Fotos Emmanuel Fernández.
En el resto del diálogo se hace evidente que Cabaleiro va ordenando las piezas a su conveniencia al punto que le reconoce a Garzi que en algunos segmentos está haciendo especulaciones o deducciones sin poseer datos concretos.
Cabaleiro: Y bueno, ahí hacemos una descripción de que la temperatura era muy baja y el agua del río extremadamente fría.
Garzi: Bien.
Cabaleiro: El Peñi asevera que nunca llegó a cruzar el río.
Garzi: Bien.
Cabaleiro: Ahora bien, la situación del cruce del río, caso del Peñi y Santiago es observado por una docena de gendarmes que se encontraban sobre el alto de la barranca. Calculo que eran los que hacían los disparos también, ¿No cierto? Una deducción que hacemos nosotros.
Garzi: Sí, sí, no se van a quedar mirando.
Cabaleiro: Claro. Ellos bajan hasta el arbusto en donde estaba Santiago gritando “acá tenemos a uno”.
Garzi: Sí.
Cabaleiro: A su vez el Peñi escuchó un escopetazo.
Garzi: AJHAM.
Cabaleiro: Señala que esos tres gendarmes lo arrastran con golpes hasta el alto de la barranca donde se encontraban el resto de los gendarmes.
Garzi: Sí.
Cabaleiro: Ahí calculo que el Peñi ya había cruzado, que estaba del otro lado del río.
Garzi: Sí, el Peñi ya había cruzado, y estaba con los demás Peñis que ya se habían reagrupado.
Cabaleiro: Claro. Asevera que lo suben a una SMOG.
Garzi: Sí.
Cabaleiro: Esa fue la ultima vez que lo vio a Santiago y señala que desde el otro lado del río los Peñis se subieron a un caballo y llegaron hasta la punta de una loma que es un lugar donde hay señal de celular.
Garzi: Bien.
Cabaleiro: Y desde ahí envían un mensaje a un (inaudible) que se encontraba en el ingreso (inaudible) a la tranquera junto a los organismos de derechos humanos y el mensaje decía “se llevaron al Brujo”
Garzi: Bien.
Cabaleiro: Y ahí termina.
Garzi: Perfecto.
Cabaleiro: ¿Está bien así? Digamos que es mas o menos así. La única duda que teníamos nosotros es que yo había escuchado tres escopetazos, pero bueno al final fue uno.
Garzi: No… En el momento que bajan los tres gendarmes es cuando los Peñis escuchan el escopetazo y después en cómo lo golpean, ¿no?
Cabaleiro: Che, ¿Y te describieron ese escopetazo?
Garzi: No, fue un escopetazo. Digamos los Peñis saben distinguir un escopetazo de un disparo de 9 mm.
Cabaleiro: Ehhh.. claro, pero el escopetazo digamos distinto al de un postón de goma, ¿no sabes, no?
Garzi: Ehh… si te lo aseguro te miento viejo, ¿por qué?
Cabaleiro: No, no ya está. Esa es para desentrañar eso viste… Y este Peñi, ¿Pudo distinguir que ya tenía la campera azul?
La versión jurada de Naiman Pilquinan indica que Maldonado se escondió y se quedó solo entre los arbustos. El joven no vio al artesano detenido por los efectivos que se encontraban a buena distancia. El músico Soria coincide en este punto, Maldonado llegó solo a río. Las pericias forenses hechas por 55 peritos concluyeron que el artesano se ahogó en el río y que tenía signos de hipotermia.
fuente: clarín