El precio del dólar se asomó a los 30 pesos en el mercado mayorista y acentuó un temor que desde hace rato viene dando vueltas en las discusiones de los analistas financieros: esta corrida convirtió el problema financiero en político.
En el Gobierno lo aceptan. Están convencidos de que la marcha de los mercados dependerá, desde ahora más que nunca, de que la Casa Rosada pueda dar señales claras de que oficialismo y oposición van a trabajar en forma conjunta para tomar las medidas que sostengan los compromisos asumidos ante el Fondo Monetario Internacional.
Básicamente, alcanzar los compromisos para hacer los recortes de gastos necesarios para llegar a la meta de déficit fiscal equivalente al 1,3% al final de 2019. La discusión del Presupuesto para el año que viene será un test crucial.
La pregunta que se repite en el microcentro, pero también, por caso, en Wall Street, es si la oposición tendrá ganas de colaborar con el Gobierno, ya con la campaña electoral 2019 lanzada. “Los que no creen en eso se van a llevar una sorpresa” dice un funcionario de máxima confianza de Macri, que no le saca la mirada ni un segundo a las pantallas de información financiera.
Esas pantallas, ayer, mostraron una línea ascendente del valor del dólar, y flechas rojas descendentes en los precios de las acciones y, lo más preocupante, de los bonos de la deuda soberana.
Ayer lo que se vio en el mercado del dólar es que con poco volumen, el tipo de cambio se disparó de entrada. El ascenso no se detuvo con la llegada al mercado de los 150 millones de dólares que subastó el ministerio de Hacienda a las 13. Pocos minutos después, apareció la intervención cambiaria formal del Banco Central. Cuando el dólar estaba en $ 29,50, sacó a la venta 300 millones, le pidieron 304 millones y terminó vendiendo los 300 millones que ofertó en $ 28,95.
La ansiedad del mercado local se retroalimenta porque no hay señales claras de qué camino y con qué herramientas el Gobierno -o puntualmente el Banco Central- va a lidiar contra la incertidumbre, el principal enemigo de los mercados.
A los analistas no les gustó nada que el Banco Central, el martes, avisara que tomará nuevas medidas antes del 10 de julio, sin dar pistas de en qué está pensando.
En el Central aclararon que se trata simplemente de completar el comité de política monetaria, que es el que cada 15 días debe decidir la tasa de interés de referencia.
La gran duda es qué va a pasar con las Lebacs. Sobre todo con la parte de ese pasivo -por el cual el BCRA está pagando una tasa cercana al 47% anual-, que no está en manos de los bancos.
En estos días el stock de Letras del Banco Central dejó de achicarse y se estabilizó en torno a 1,05 billón de pesos, pero los bancos tienen solo el 40% de esa torta.
Hasta hace un mes se calculaba que los no residentes tenían cerca del 5% del stock. Y es posible que al pincharse el negocio del carry trade hayan desarmado todo, en un proceso que empezó en la tercera semana de abril.
Se sabe también que muchas empresas locales utilizan las Lebac como capital de trabajo, es decir que los pesos que obtienen de los rescates son para pagar sus propios gastos corrientes.
Hoy es posible que desarmen Lebacs para comprar dólares. Allí están los pesos que alimentan la demanda de divisa extranjera, por más que el denominado “chiquitaje” aproveche los pesos extras del aguinaldo para hacerse de algún dólar.
fuente. clarín