Respuestas escuetas, medidas, acaso estudiadas. Mauricio Macri jugó a no enredarse con las palabras en tiempos difíciles para su administración en lo que fue su primera conferencia de prensa tras la crisis cambiaria. A falta de anuncios, que no estaban previstos, puso el foco en generar expectativas para cuando pase la tormenta, como él mismo bautizó al momento que atraviesa su gestión.

El Presidente respondió diez preguntas y pronunció la palabra futuro en doce ocasiones. Es uno de los términos preferidos no solo del primer mandatario sino también del equipo de estrategia electoral que comanda hace doce años Jaime Durán Barba. Pero el líder de Cambiemos ya no es candidato. O por lo menos no lo es por ahora. La carrera por la reelección puede y debe esperar, incluso para quienes creen que con la oposición dividida y Cristina en el escenario todo podría ser menos traumático. El raid proselitista se enfriará en estos meses.

​​”Sería suicida hacer gestos de campaña antes de un período que la mayoría avizora como de recesión”, asumía antes de la conferencia de prensa uno de los funcionarios del ala política. El macrismo quiere dejar definitivamente atrás el temblor cambiario y que la inflación empiece a dar tregua para luego sí zambullirse en la carrera electoral. Eso, con suerte, podría constatarse a fines de año.

Durante varios tramos de la media hora que duró el ida y vuelta con el periodismo, Macri se mostró preocupado por los avatares con el dólar y la suba de la inflación y por el impacto que tendrán sobre la hoja de ruta que había trazado para este año. Él mismo asumió que su Gobierno creyó que podría “domar” más fácil el arrastre inflacionario que le dejo el kirchnerismo, aunque sostuvo que está seguro de que el flagelo quedará atrás y de que en 2019 vendrán nuevos tiempos. Volvió a negar cualquier similitud con cataclismos como el de 2001.

No fue tan optimista ni apeló a ninguna frase risueña, como suele hacer. Es, tal vez, una forma de reconocer que el rumbo de la gestión no alcanza ni por asomo los resultados que él imaginaba cuando asumió. Estuvo, sin embargo, lejos de caer en el escepticismo que le reprocha a buena parte de la clase política y al círculo rojo.

Prometió que la inflación bajará diez puntos el año que viene, se mostró seguro de que las economías regionales darán un salto de la mano de las exportaciones y celebró los canales de diálogo para alcanzar un compromiso “de todos” para la meta de bajar el déficit del 1,3 por ciento en el Presupuesto que discutirá el Congreso. Eso mismo intentará transmitirle este viernes a Christine Lagarde, cuando la jefa del FMI aterrice en Buenos Aires en busca de certezas sobre el plan de ajuste.

fuente: clarín

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