Por Fabian Seidan. La iniciativa de sendas especiales para agilizar el tránsito, va camino a emular el fracaso de los cambios en la circulación por calle Mendoza. El problema de circulación pasa porque no se castiga al infractor y todos los días se ven escándalos por coimas.
La municipalidad capitalina busca agilizar el tránsito en la ciudad y para ello, a partir de octubre próximo, implementará en distintas calles del llamado “microcentro” el uso de sistema de “carriles”; uno exclusivo para la circulación de colectivos y otro para los vehículos particulares.
Según la nueva normativa, se establece que por el sector derecho de la calle podrán circular de manera exclusiva sólo colectivos, mientras que el resto de los vehículos deberá hacerlo indefectiblemente por la izquierda. Así habrá calles que tendrán dos carriles para la circulación de colectivos, y sólo uno para motos, taxis, bicicletas, autos particulares y camiones de repartos. Enrique Romero, subdirector de Tránsito y Transporte Operativo del Municipio capitalino, dijo que la medida regirá desde octubre, todos los días, las 24 horas; y que abarcará un cuadrante amplio que va desde la esquina de calle Haití y Santiago (avenida Avellaneda) hasta la avenida Salta; Desde la General Paz por Jujuy y Salta, hasta la avenida Sarmiento; Desde la esquina de General Paz y avenida Alem hasta la avenida Sáenz Peña); desde la General Paz, por Entre Ríos y Monteagudo hasta la Santiago; desde la calle Córdoba (de la avenida Avellaneda hasta la José Colombres) y toda la Crisóstomo Álvarez, desde la avenida Alem hasta la Sáenz Peña.
La novedosa medida, que cuenta como principal antecedente que ya se utiliza en otras ciudades del mundo (aunque no se especifica dónde: si en Berlín, Mueva York, Cúcuta o Bangkok), puede servir para desalentar el ingreso de autos particulares a la zona del centro, pero igual, nadie se anima a vaticinar el éxito de la misma, y menos en una ciudad donde nadie respeta nada, ni el peatón, ni el automovilista, ni el motociclista, ni el taxista, ni el chofer de colectivos, ni siquiera las autoridades, que son los que deberían dar el ejemplo.
El peatón, porque carece de información o “ganas” de respetar las normas de tránsito, ya que cruza la calle por donde quiere, sin respetar las sendas obligatorias de líneas blancas pintadas en las esquinas, camina en medios de los vehículos, esquivando las motos, cruza con el semáforo en rojo, usando el teléfono celular, etc.
El automovilista que no respeta la velocidad máxima permitida ni la señalizaciones, se detiene sobre las sendas de los peatones, estaciona donde no debe, en doble fila para retirar alumnos o entrar a una farmacia, abre las puertas del auto como si estuviera en el garaje de su casa, circula sin cumplir con el uso de luces reglamentarias, acelera cuando el semáforo está por cambiar de color amarillo a rojo, o antes de que dé paso a la luz verde, etc.
El motociclista que circula sin el casco protector, sin luces, con dos, tres o más acompañantes, que anda por la izquierda, a alta velocidad, haciendo piruetas, que sube y se moviliza por la vereda, no respeta los semáforos, zigzaguea entre los vehículos, con el teléfono celular en la mano, etc.
El taxista que infringe todas las normas de tránsito, de velocidad, de estacionamiento, de respeto que para otros automovilistas y transeúntes, se detiene sin aviso en cualquier lugar apenas ve un posible pasajero, no le importar que sus maniobras causen complicación a otros vehículos, etc.
El chofer de colectivo que no respeta los semáforos, las paradas, los horarios, ni a la gente con discapacidades o los escolares. Puede ir lento o haciendo tiempo, o pasar de largo algún parada si va atrasado, estaciona a un metro del cordón y muchas veces de manera inclinada impidiendo la circulación de otros vehículos.
Y las autoridades, que son mal vistas porque de tanto en tanto aparecen videos y fotos de los agentes de Tránsito “coimeando” y a pesar de ello no son castigados y siguen en la misma repartición; porque muchos son inoperantes y no hace nada para evitar todas las faltas diarias, visibles y comunes, perpetradas por quienes circulan en la ciudad.
Todo el mundo hace lo que quiere en las calles de Tucumán. Reina el descontrol. La falta de educación, la desidia, el respeto por los demás. Más leyes o normas, sólo complicarán más el tránsito. Se debería trabajar en serio y hacer cumplir las ordenanzas vigentes, así el tránsito sería más fluido y menos engorroso para todos.
Hay que dejar de lado ese viejo axioma politiquero de que “no se puede ser riguroso en el tránsito por un cuestión social”, aduciendo que la gente que menos tiene necesita movilizarse por trabajo y por ende hacen la “vista gorda” con ciertos infractores, mientras la indignación social por la inseguridad vial se potencia a su máximo exponente.
Cuando se ponga en marcha esta nueva normativa de la doble senda, habrá entonces incautos que pagarán por “circular por donde no corresponde” y otros que, de acuerdo a la cara y al bolsillo, seguirán haciendo lo que quieran, por supuesto, siempre de acuerdo a las ganas que tengan los municipales de trabajar, de coimear, o de hacer la vista gorda.
Desafío al intendente Germán Alfaro y al propio Romero, a que se sienten en cualquier bar esquinero de la ciudad, sólo el término de una hora, y podrán ver las cientos de infracciones que se cometen sólo en ese transcurso de tiempo. Porque no se trata de un problema de sendas, o doble sendas, sino de cultura y de ganas de hacer respetar las normas de manera rigurosa.
Con multas acorde a las faltas, se educará a los conductores y también llevará a que muchos se vean obligados a desistir de conducir, por temor a ser castigado o su vehículo secuestrado.
“Ley pareja no es rigurosa”, dice otro viejo axioma y eso significa tolerancia cero para los que no respetan las normas de tránsito. Así lo tucumanos tendrán una ciudad más segura, más amigable con el medioambiente, y menos corrupta.