La prueba piloto que hará el Gobierno en algunos puntos del país despertó las críticas. El antecedente Venezuela y el miedo al hackeo.Dicen que es bueno y barato, pero esa no es una combinación que siempre se logre. También que es moderno y seguro, pero a pesar de que las huellas digitales son una característica física e intransferible de las personas, para muchos, su uso en estas elecciones genera más dudas que certezas.

No es para menos. Los antecedentes que generó el sistema de identificación biométrica en países como Venezuela (que consiste en la lectura de las huellas dactilares de los votantes al momento de corroborar su identidad), y que ahora el Gobierno implementará en una prueba piloto, hacen que la desconfianza y la comparación sean inevitables.

“Es una caja negra en el sistema democrático”, disparó Beatriz Busaniche, presidenta de Vía Libre, una fundación que se dedica a brindar información actualizada sobre aspectos de las nuevas tecnologías y su injerencia en la vida diaria. “Estos dispositivos son muy cuestionados en el mundo junto con el voto electrónico. Los países más avanzados chequean con cédula de identidad y listo”, sostuvo.

Por su parte, Sebastián Schimmel, de la Cámara Nacional Electoral (CNE), explicó que “este sistema simplifica la tarea a la autoridad de mesa” ya que lo que “se busca es minimizar cualquier ineficiencia a través de herramientas tecnológicas comunes, para chequear con mayor certeza la identidad de quien vota sin que esto sea en un sentido persecutorio”.

Efecto Venezuela. El factor Venezuela, donde “está en duda el secreto del voto” como afirma Busaniche, es un punto importante ya que asoma como la causa principal de la desconfianza en usar este tipo de aparatos.
Ocurre que Smartmatic, la empresa que proveerá los dispositivos en un millar de mesas distribuidas entre Chaco, Corrientes, Formosa, Jujuy, Misiones y Salta, es la misma que lo hace en las tierras de Maduro. Según denuncias de veedores internacionales este sistema le permite al Gobierno tener datos actualizados de quienes votaron mesa por mesa, minuto a minuto “lo que facilita el trabajo a los punteros”, según Enrique Chaparro, especialista y técnico informático de Via Libre.
“Si yo veo que la proporción de votantes es más baja que la media en lugares donde gano, aliento que las personas se presenten mientras que en donde se que pierdo, demoro la elección, ocasiono largas colas, falta de boletas, cortes de luz, etc”, confirma . “Lo típico es el caso del puntero que con esa información del dispositivo sabe a dónde tiene que ir para llevar gente a votar y sumar votos”, añade.
Ante esto, Ariel Alonso, del departamento de informática de la CNE, uno de los que analizó los puntos técnicos de estos equipos, lleva tranquilidad. “Entre los requerimientos que pedimos es que el aparato esté sin conección a Internet y que nadie pueda ver el movimiento de sus datos hasta después de las elecciones. Nosotros sabemos quienes votaron al otro día de los comicios, no durante la votación ya que los resultados se cargan localmente”, declaró.
Otra alarma relacionada con este punto la enciende un conocido cable de Wikileaks. En ese texto se señala el complicado funcionamiento de las máquinas de la empresa Smartmatic (de propiedad venezolana), ya que “aunque nunca fue probado de manera concluyente, son ampliamente sospechosas ser susceptibles de fraude”.

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