Por Patricio Guzmán para Diario Cuarto Poder | El rugby en su concepción más pura tiene una mística que lo hace diferente. Nunca mejor a cualquier otro deporte…pero si distinto.
No es ajeno a los temas sociales que acontecen en el día a día y que muchas veces se llevan en expresiones negativas, tanto en los campos ovalados desde el juego propiamente dicho, como inclusive en sus tribunas.
Si bien sus valores pregonan la camaradería, el respeto por el rival, los árbitros y el autocontrol, el rugby es y será parte de una sociedad que diariamente busca e intenta cambiar hábitos, modismos que la perjudican.
Dice un dicho que un niño, joven y hasta los mismísimos adultos, que practican un deporte o son parte de una entidad deportiva, tienden a evitar las malas juntas, los vicios…
Inclusive hasta los más profundos abismos donde cae el ser humano, que, en zonas casi irrecuperables, tiende a condenarlo.
El Juego Limpio no pasa sólo por lo que sucede dentro del campo de juego. Lo es también afuera. En su exterior.
El deporte tiene tanto sentido de pertenencia que nos quita el apellido original para pasar a ser Pablo de Tarcos, José de la U, Gonzalo de Tucumán Rugby o “Fede” de Lawn Tennis. Ahí está la gran responsabilidad.
La misma, debe ser valorada. Debe tener en su ADN más acción que palabras. Más fuego que humo. El rugby es una posibilidad…y sus integrantes no deben relajarse al momento de cuidarlo.