Caracas es un contraste impúdico: más que otras ciudades de Latinoamérica, aunque ahora el debate político encendió las diferencias. Los “chavistas”, que apoyan al régimen de Nicolás Maduro son beneficiados y comen como reyes. El resto, el 70% de la gente vive del sueldo mínimo de 18.000 bolívares o sea 230 pesos argentinos por mes.

“Los enchufados” son los que apoyan a Maduro y son los que la pasan mejor en Venezuela. Ellos pueden comer los cortes de carne especiales. Los pobres sólo tienen plata para comprar arepitas y caraotas (porotos negros).

Caracas está dividida y empobrecida, y con el debate político que encendió las diferencias. Para los chavistas no existe Juan Guaidó, “el hombre del imperio”. Para los demás, Nicolás Maduro es “un usurpador” del cargo al que llegó proscribiendo a la oposición.

─La presidencia le corresponde a Guaidó, como jefe del Parlamento, porque fueron elecciones fraudulentas ─sentencia Alex González, un ingeniero desempleado.

─Yo soy chavista y creo profundamente en el proceso que se ha dado en Venezuela. Ahora tenemos identidad. Lo de Guaidó es una mamarrachada apoyada por Estados Unidos ─replica Félix Rodríguez, profesor universitario.

Las carencias no son totales, pero arrasan con el humor de cualquiera.

El efectivo casi desapareció. El gobierno no emite dinero y los cajeros sólo entregan 2.000 o 3.000 bolívares por día: es decir, no más de 1 dólar. Rápidamente se vacían y la gente explota después de hacer media hora de cola.

Todos usan la tarjeta de débito. Pero sólo da hasta 1 dólar por día.

Las carencias se acumulan y se ensañan con los más pobres, que no son todos pero sí muchos… muchos: el 70% de la población vive con el sueldo mínimo de 18.000 bolívares. Son unos 6 dólares. 230 pesos argentinos. Por mes.

Un kilo de papas cuesta 7.200 bolívares, una botella de aceite 1.500, un cartón de huevos 12.000, un kilo de harina 3.000…

─El sueldo desaparece en los primeros días del mes. Es la magia de Maduro ─se ríe Rosamarys, de piel negra y dientes blancos, mientras atiende un negocio en un centro comercial.

Los enfermos crónicos viven con el temor constante. Renán, de 68 años, es diabético pero tiene suerte: puede ir una vez al año a España para comprar la insulina que necesita en un año. Los otros, los pobres, no tienen salida.ç

─En Maracaibo nos cortan la luz 4 horas por día. Y van rotando: a veces a la mañana, otras a la tarde o la noche. Es así todos los días ─se queja Eddy, mientras camina a su trabajo─. Yo no tengo agua corriente desde hace un año. Compramos agua del camión (cisterna).

Los repuestos desaparecieron. De autos, de motos, de maquinarias de todo tipo.

Pero hay otro mundo en Venezuela. El de “los enchufados”.

Se trata de un irónico apodo que se dice casi escupiendo, con desprecio. Son los “nuevos ricos”: empresarios y comerciantes ligados al chavismo que hacen fortunas gracias a los privilegios de pertenecer a la élite gobernante.

Son los que accedieron a los dólares preferenciales que durante tanto tiempo dio el gobierno con la excusa de importar lo necesario.

Hoy pululan por Caracas en camionetas importadas, obviamente blindadas, y mandan a sus choferes o custodios a hacer las compras.

En un local pequeño de la capital, de un comerciante “preferencial”, se ve cómo las hijas y esposas de “los enchufados” compran trozos de carne sellados al vacío provenientes de exclusivas carnicerías extranjeras, pasta importada de Italia, sal del Mediterráneo, anchoas ibéricas, caviar rojo y negro o jamón de Parma; a padres y esposos les suelen llevar lujoso alcohol francés: botellas de vino Pétrus o champán Möet & Chandon.

El contrasentido y el absurdo, lejos de la revolución bolivariana. La incongruencia que deja la corrupción. Y seguramente para ellos tampoco habrá ni olvido ni perdón.

fuente: Daniel Vittar (Enviado especial)

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