Este anillo en cuestión que Manu usa en su dedo índice de su mano derecha, es otro. Se llama Oura Ring y es inteligente.
Manu ya tiene su quinto anillo. Había conseguido los cuatro primeros con los Spurs en 2003, 2005, 2007 y 2014. Pero este, paradójicamente, lo obtuvo después de retirarse. Claro que no se trata de otro título de la NBA pero sí de un anillo que, de haber sido fabricado antes -su aparición en el mercado se produjo luego que Ginóbili dejó la actividad profesional- podría haberlo ayudado a estar aun más preparado para esas duras batallas que libró en los dos últimos años en San Antonio. Especialmente cuando, tras el retiro de Tim Duncan, debió jugar más minutos de los previstos por las lesiones de Tony Parker y Kawhi Leonard, y más aun cuando este último entró en colisión con la franquicia. Aun así Manu dejó toda su impronta a una edad en la que otros no hubieran podido y dejando jugadas de su sello como la fabulosa tapa a “La Barba” Harden cuando se aprestaba a tirar de tres puntos en el quinto partido de las semifinales de la Conferencia Oeste de 2017 frente a los Rockets. Le faltaban dos meses para cumplir los 40 años y en ese partido se despachó con 12 puntos, 7 rebotes, 5 asistencias, 1 robo y esa tapa desde atrás a Harden sobre el final, luego bautizada “La tapa de Dios”.
Este anillo en cuestión que Manu usa en su dedo índice de su mano derecha, es otro. Se llama Oura Ring y es inteligente. Lo descubrió cuando, siempre inquieto por las novedades tecnológicas y todo lo relacionado con mejorar la calidad de vida, leyó el libro “Why we sleep” (Por qué dormimos) del neurocientífico Mathew Walker, un estudioso del sueño, sus trastornos y de las complicaciones que genera en las personas el no dormir bien.
Justamente el anillo, que salió al mercado en 2018, funciona con una aplicación que cada día otorga datos de las distintas fases del sueño, el ritmo respiratorio, el ritmo cardíaco, la temperatura corporal, los movimientos y ritmos diarios y la intensidad, tiempo y duración de las actividades físicas y el tiempo de sedentarismo, entre otras variables. Y con ellas sugiere claves para mejorar la calidad del sueño, específicas para cada uno de los que lo utiliza. De esta manera, puede indicar si el día es propicio para realizar actividades físicas intensas o si es preferible no hacerlo. Incluso, de acuerdo a la ingesta alimenticia de la persona antes de dormir, marcará las consecuencias en su calidad del sueño. De esta manera, el anillo se puede convertir en el mejor socio para aumentar la concentración, mejorar el ejercicio físico y tener una superior calidad en el descanso.
El Oura que utiliza Manu es de color negro, la versión más sobria, aunque también se puede obtener en color plata. Cualquiera de los dos tiene un costo de 299 dólares. Los que prefieran el rosa, deberán sumar 100 dólares más: 399. Y para los más exquisitos está la versión con diamantes a un valor de 999 dólares. El diseño es en titanio, posee una cobertura exterior de carbono y permite almacenar datos de hasta seis semanas. La batería dura una semana y es posible recargarla en forma inalámbrica. Eso sí: el que lo quiera deberá aguardar tres meses, que es el tiempo estimado del envío desde el momento de la compra, debido al alto nivel de la demanda.
“Llegué un poco tarde, porque el anillito apareció cuando ya me retiré. Pero siempre se puede mejorar”, dijo Manu poco tiempo atrás. Y no es un tema menor para quien siempre buscó su mejor forma para poder competir. A lo largo de su vida siempre se preocupó por su físico y por tener el mejor estado a la hora de salir a la cancha. Y no fue sólo durante su etapa profesional. El Manu adolescente, aquel que tenía obsesión por crecer y lograr una altura acorde para jugar al básquet con aspiraciones, ya lo hacía y a su modo.
Germán Alonso, compañero suyo del colegio secundario en la Escuela Nacional de Comercio de Bahía Blanca y uno de los mejores amigos, hizo una descripción clara de este aspecto de Ginóibili en esa época para “Manu. El cielo con las manos”, la biografía de Ginóbili que escribí. “El ya tenía la idea de jugar la Liga, como sus hermanos, y sabía que para lograr eso tenía que entrenarse. Nosotros -se refiera a la barra de amigos- por ahí salíamos los sábados a la noche y él prefería no salir porque al día siguiente tenía partido. No era un ‘ganso’ de esos que no salen -me dijo con una sonrisa-. No… es que tenía sus objetivos y los quería cumplir”. Germán, hoy contador público, la misma profesión que hubiera tenido Manu de no haber sido jugador de básquet, se encuentra ahora en San Antonio junto a su mujer y forma parte del círculo íntimo presente para el homenaje. No sólo tiene una forma de hablar muy similar a la de su amigo, sino que hace gala de una humildad y sencillez que también los asemeja.
En la época que relata Germán, Manu medía 1,82 metros y pesaba 60,3 kilos. Sabía que no podía dar ventajas y en eso era inflexible. Luego, cuando a los 18 años pegó el estirón y el consiguiente despegue deportivo (llegó a 1,98 de estatura) acentuó aquel cuidado y preocupación por su físico, aspecto que siguió hasta sus últimos días como profesional (como queda claro en la nota en la que su primo reveló los secretos del tratamiento y la dieta especial que estiraron la carrera de Ginóbili hasta los 40 años).
No es fácil imaginar cuánto más hubiera rendido Manu con la ayuda del Oura Ring. Eso no se podrá saber. De lo que sí hay certeza es que desde el momento en el que pise el estadio de los Spurs, el anillo inteligente le marcará un récord personal en cuanto a sus ritmos respiratorios y cardíacos. Valores que se replicarán en cada uno de los presentes en el AT&T Center y los millones que lo seguirán por televisión. Una emoción multiplicada y traducida en agradecimiento que será muy difícil de medir, pero que quedará en el corazón de todos para siempre.