Cultores del estilo calmo, por primera vez desde 2005 dan un giro de 180º en la estrategia. Buscan recuperar el electorado propio como primer objetivo.

Los focus group que tiene el Gobierno son bastante claros. La familia argentina está dividida entre una mamá  y un papá que se detestan entre sí, al punto que no se hablan. Un hijo se fue a vivir con mamá, otro se fue a vivir con papá, pero hay un tercer hijo que no sabe qué hacer. Siempre creyó que mamá era una egoísta (se pronuncia un insulto que no viene al caso), que solo piensa “en llevársela toda”, pero papá es un tonto (también en este caso se lo define con una muy mala palabra) que “no logra meter una pelota en el arco”. ¿Qué hacer?

El grupo que diseña la comunicación oficial ya lo decidió. Saldrá a recuperar ese tercer hijo desencantado abandonando la comunicación mansa y tranquila que lo caracterizó desde el inicio mismo del PRO, allí por el 2005, para pasar a un estilo punzante y ofensivo, que les permita recuperar al electorado que se fue en medio de la recesión, el desempleo y el aumento de la pobreza, la estadística que más perjudica a Mauricio Macri, porque había pedido que se lo juzgue a partir de su capacidad para reducirla.

La nueva estrategia es un cambio de 180º en la historia de la comunicación oficial, donde el grupo que lidera Marcos Peña viene anotando sucesivos aciertos desde que contrataron a Jaime Durán Barba y Santiago Nieto.  En efecto, aún en las coyunturas más adversas mantuvieron la calma en materia de comunicación y hasta exhibieron una versión naive de la práctica política que los llevó a no tener problemas en reconocerse como “los boludos”, según reconoció Hernán Iglesias Illa en su libro Cambiamos.

Evidentemente, la impericia que demostró el Gobierno nacional en materia de gestión los llevó al más importante cambio en el estilo en la comunicación desde que ganaron las elecciones de medio término en la Ciudad de Buenos Aires en el 2005, tal como pudo verse en los dos videos que -apenas conocida la última estadística de pobreza que difundió el INDEC- salieron a replicar por las redes.

Uno directamente habla de “a quién carajo le importa”, un guión -justamente- tomado de un grupo de análisis, donde uno de los participantes decía esa frase, a la que combinaba con las dificultades para llegar a fin de mes, el aumento del precio del dólar, la caída del consumo. Es un corto más largo de lo habitual, de 1 minuto y 50 segundos, donde se muestran políticas de inclusión que supuestamente le importan a los 12.950.000 de pobres.

El otro es todavía más desafiante. Se trata de un material de 20 segundo con el cántico de una barra en la cancha entonando “Mauricio Macri la puta que te parió” se muestran imágenes de obreros trabajando en obras de infraestructura en todo el país, puentes, rutas, cloacas. Al final termina con una gráfica que sella “¿Mauricio Macri la puta que te parió?”, entre signos de interrogación.

Además, los equipos de comunicación le pidieron a los candidatos que abandonen los discursos que evitaban la confrontación con los intendentes K y se regodeaban de un posicionamiento positivo en materia de campaña, y pasen a pegar duro. “Hasta acá, todo muy bien, pero empecemos a pegar porque nos jugamos todo”, es lo que escucharon varios dirigentes de Cambiemos que tendrán que salir a la lucha electoral en este durísimo escenario.

Así, el Macri “enérgico” o “enojado” que aparece en discursos y reportajes no sería más que el recurso que encontró el equipo de estrategia electoral del Gobierno para salir a la cancha en un contexto adverso que ninguno deja de reconocer pero que, lejos de quebrarlos, los llevó a derribar sus propias bases teóricas en materia de posicionamiento para explorar aristas nuevas, que les permita llegar en las mejores condiciones posibles a unas elecciones que no tienen aseguradas.

Igual, no les será fácil. Durante años se la pasaron diciendo que al electorado no le gustaban las personalidades muy definidas en la televisión, con discursos estridentes o agresivos. Así,la dirigencia se fue edulcorando a límites insulsos que desperfilaron frente a la opinión pública. Al inicio de la gestión se buscó cruzar la grieta, por ejemplo, con fotos de Peña junto a Pablo Echarri y otros artistas del mundo K, pero hoy son inimaginables ese tipo de herramientas que fueron hiriendo al electorado propio.

“A mí me sacaron de la mesa chica por decir que había que implementar con las provincias una política de mano dura con los gobernadores, como la que hizo Cristina, e ir aflojando de a poco”, se quejó estos días ante Infobae uno de los fundadores del PRO. Agregó que “hoy hay 20 provincias que tienen superávit, mientras la Nación está casi de rodillas, nadie me puede explicar por qué fuimos tan ingenuos”.

En esta visión, el problema estructural que tuvo el Gobierno es que Macri perdió los contrapesos internos que atenuaban sus decisiones en muchos casos extremas, absurdas o simplemente que no tomaban en cuenta los diversos intereses en juego. “Nicky” (Caputo) y “Horacio” (Rodríguez Larreta) habrían sido los decoficadores que le permitieron llegar con mínimos sobresaltos a Casa Rosada, implementando las determinaciones del jefe “en lo posible”.

Macri en modo campaña, el viernes por la noche en el retiro del equipo de Maria Eugenia Vidal.

Macri en modo campaña, el viernes por la noche en el retiro del equipo de Maria Eugenia Vidal.

Aparentemente, Macri se considera a sí mismo como un catalizador que transforma el contexto con su propia llegada al centro de la escena y está convencido de que “si nosotros hacemos las cosas bien, todos nos van a terminar imitando”. Tendría dificultades para prevenirse de la maldad ajena y, bajo cierta tendencia fatalista, está seguro de que lo bueno para el conjunto llegará más temprano que tarde. Dirigentes que conocen el espacio aseguran que “en el mundo Macri nadie imaginó las reacciones que se iban a producir cuando les quitaras el juguete” (de la política).

Como sea, el Gobierno fue perdiendo diversidad a lo largo del tiempo y alejando del centro de las decisiones a sus mayores expertos políticos, que están en retirada o batiéndose en elecciones de final incierto. Concentrado el Jefe de Gabinete en la campaña, ¿quién está cargo de la gestión? ¿y quién a cargo de la política?

En la Cámara de Diputados, el peronismo volvió a unirse para pedir sesión especial para tratar una lista de 30 proyectos que buscan herir al oficialismo. ¿Será Emilio Monzó el que le pondrá un freno a esa avanzada?

En Casa Rosada suelen decir que “seguro que algo nos faltó, pero la administración nacional es inabarcable, ¿qué más podemos hacer? La verdad que no se nos ocurre”.  Claramente, demostraron que tienen el talento para imponerse objetivos de largo plazo y alcanzarlos. También que conocen la técnica electoral, con especialidad en correrla desde atrás, en la que jamás erraron. Fallan en la gestión del corto plazo y ya se quedaron sin cinturas para acomodarse a los vaivenes y, mientras hacen campaña, solo esperan que “nada pase en el mundo que se nos saque de juego”. Están pasando por la particularidad de que Macri tiene mayor intención de voto que imagen y todavía no entienden bien por qué se quedaron tan aislados y sin amigos que los defiendan.

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