Estaban doblando la ropa en el primer piso de su casa de Ciudad Evita (La Matanza) cuando la mujer escuchó ruidos. Se asomó por la escalera y vio a un desconocido que subía. Luego a otro. La víctima quiso cerrar la puerta, pero no pudo y el delincuente la tomó por la fuerza. Su hija, desesperada, salió al balcón a los gritos. Eso las salvó.
Los dos ladrones huyeron, sacándose de encima a la gente que se había agolpado en el frente. Pero uno de ellos quedó atrapado por la procesión religiosa del Viernes Santo que caminaba por el barrio.
No se sabe quiénes, si vecinos o feligreses, lo cierto es que fueron tres hombres los que lo pusieron de cara al piso, le ataron las manos con sus cordones y lo sostuvieron. Pero, sobre todo, lo golpearon. Y lo mataron.
El ladrón linchado fue identificado por las fuentes como Gustavo Marcelo Quispe. Tenía 25 años y no era su primer asalto. Había salido de la Unidad N° 9 de La Plata hacía cinco meses tras cumplir una condena de cinco años por “homicidio agravado por el uso de arma y robo calificado“.
No está claro todavía por qué le dieron esa pena, ya que el mínimo establece una sentencia de ocho años, aunque las fuentes consultadas por este diario especularon que quizás era menor de edad al momento de aquel hecho.
Quispe habría heredado el gen delictivo de su mamá, Laura Raquel Quispe (41), con antecedentes por robo. Esta mujer había protagonizado una dramática toma de rehenes en una escribanía, a dos cuadras de los Tribunales porteños, en 2006, que duró cuatro horas.
La toma de rehenes del Microcentro porteño en la que participó la mamá del ladrón linchado. (Archivo Clarín)
“Robo por mis hijos“, se justificó entonces mientras salía en vivo por un par de canales de TV, hablando por teléfono, antes de entregarse en el edificio de Viamonte 1422, adonde había asaltado el 5° piso junto con un cómplice.
Por ese hecho, pasó dos años presa en una cárcel del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Fue ella quien reconoció el cuerpo de su hijo la noche del Viernes Santo cuando la Justicia le notificó lo sucedido en Ciudad Evita. No era el primer hijo que enterraba: Franco Emanuel Quispe, mellizo de ladrón linchado, también está muerto.
Lo que pasó con el delincuente aún no está muy claro para la Justicia. Un domo ubicado en una de las esquinas del cruce de El Tala y Peperina, de Ciudad Evita, será crucial para conocer cómo se dieron los hechos, indicaron las fuentes.
Lo cierto es que cuando el fiscal del caso, Marcos Borghi, de la UFI Temática de Homicidios de La Matanza, llegó al lugar una media hora después, ya no había nadie.
Un pacto de silencio tácito une a los vecinos de ese coqueto barrio de Ciudad Evita y a los feligreses que peregrinaban por el Viernes Santo. “Lo único que se sabe es que fueron tres los hombres que se encargaron de reducir al morrudo delincuente de 90 kilos y 1,90 metros de estatura”, detallaron.
Lo doblegaron, lo acostaron de cara al piso y, mientras lo pateaban y golpeaban, le sacaron los cordones de sus zapatillas para atarles las manos. “Luego, los tres los contuvieron, apoyándose sobre la espalda”, siguieron.
El cruce de El Tala y La Peperina, en Ciudad Evita, donde el delincuente fue linchado. (Google Maps)
En un principio se pensó que Quispe había muerto asfixiado. Sin embargo, la autopsia, según subrayaron las fuentes, reveló que había sufrido “una hemorragia intracraneana causada por politraumatismos y eso le generó un paro cardíaco”. Traducido: lo mataron a golpes en la cabeza.
El robo
Lo que pudieron reconstruir los investigadores es que Quispe y un cómplice entraron a la casa de El Jume al 2900 sin romper ninguna cerradura. Fue el viernes último, pasadas las 19.30.
“En principio, se sospechó que la empleada doméstica les podría haber facilitado una copia de la llave, pero la hija de la dueña de casa contó que había llevado la llave de su casa y del coche a una cerrajería. Se investiga todo”, contaron las fuentes.
El Jume al 2900, de Ciudad Evita, donde los ladrones asaltaron a dos mujeres. Uno de ellos fue linchado por vecinos.
La dueña de casa y su hija estaban en la planta alta cuando a la madre escuchó ruidos y, al mirar por la escalera, se encontró con dos sospechosos.
De golpe los tenía adentro de la habitación, mientras la hija gritaba en el balcón pidiendo auxilio. “Quisieron reducir a la chica pero no pudieron y los vecinos comenzaron a juntarse en el frente de la propiedad. Entonces, huyeron”, destacaron.
Según las fuentes, los dos ladrones atravesaron al grupo de personas que estaba en la vereda y salieron corriendo. A unos 200 metros de allí, un grupo de fieles peregrinaba por la conmemoración del Viernes Santo. Hacia allí huían los delincuentes mientras de lejos se escuchaban los gritos, que alertaban de la fuga de ambos. Y entonces, Quispe quedó atrapado mientras su cómplice, que aún está siendo buscado, escapaba.
Fue la madre de Quispe quien le dijo a la Policía que su hijo había salido de la cárcel el 20 de noviembre del año pasado: la causa por homicidio y robo por la que había sido condenado a cinco años de prisión en 2013 la tenía el Juzgado de Responsabilidad Juvenil N°1 de La Matanza.
La causa por el linchamiento de Quispe fue caratulada como “homicidio“.