El intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, cumple a rajatabla su rol de anfitrión del encuentro religioso que se lleva a cabo en la “Ciudad Histórica”.
Una multitud de fieles y peregrinos de distintos puntos del país participaron ayer de la Misa de apertura del XI Congreso Eucarístico Nacional, que tuvo lugar en la Ciudad Eucarística que funcionará en el predio del hipódromo hasta el domingo, cuando tendrá lugar el cierre del cónclave religioso, con la presencia del presidente Mauricio Macri.
De la ceremonia religiosa participaron el intendente, Germán Alfaro y su esposa, la ex legisladora Beatriz Ávila, junto a autoridades provinciales y municipales.
Durante su homilía, el arzobispo de Tucumán, Alfredo Zecca, se refirió a los festejos que se desarrollarán en el marco del Bicentenario de la Declaración de la Independencia y afirmó que el desfile cívico militar del próximo 9 de Julio “será una verdadera celebración patriótica y permitirá que el pueblo se congregue en torno a los valores patrios”. También resaltó la importancia de los símbolos patrios y destacó la necesidad de construir un país unido y reconciliado. “La justicia no es venganza”, enfatizó.
Luego de la Misa, el intendente Alfaro en el día de ayer, en el inicio del Congreso Eucarístico, dijo que, “fue un día cargado de emociones, que predispone a los tucumanos en vísperas del Bicentenario”.
El jefe comunal agregó que “este Congreso Eucarístico Nacional es una oportunidad social para unir a todos los argentinos, y, en este marco, el Bicentenario no debe ser concebido como un punto de llegada, sino como uno de partida”. Y agregó: “también debemos reconocer que quizás hemos cometido muchas equivocaciones”.
En ese sentido, el intendente se refirió a los problemas de una sociedad atravesada por la violencia y la corrupción. Y resaltó que la comunidad se traslada ante estos momentos hacia la fe, porque es lo que les brinda sostén para sobrellevar las diferentes problemáticas.
Más de 70.000 personas acudieron a la Misa de inauguración del Congreso, que fue oficiada por el arzobispo de Tucumán Alfredo Zecca, y, en representación del Papa Francisco, el delgado pontificio, cardenal Giovanni Battista Re.