La profesora Paola Aguilar lleva 19 años enseñando Educación Física. Por sus manos han pasado muchísimos chicos, pero hay uno en particular con el que mantiene una relación de cariño y respeto mutuo: Gabriel Deck. Ella quería que practique voley, pero a Gabriel le gustaba el básquet.
Se conocieron en la Escuela Nº 731 “Combate de San Lorenzo”, de la ciudad de Colonia Dora, donde “Gaby” la tuvo como profesora de 4º a 6º grado.
“Era un chiquito totalmente talentoso. Un chiquito esponja, como le decía, porque lo que lo ponías a hacer, aprendía. Miraba y aprendía, con una humildad, una prestancia asombrosa. Hasta el día de hoy no he conocido un chico tan distinto, tan diferente a la cantidad de alumnos que he manejado en mi vida. Eso es talento. Eso lo diferencia de absolutamente todo en mi vida. Es mi hijo de la vida. Él me dice ‘madre’ . Es un amor absoluto el que tenemos el uno por el otro, porque tanto él como yo sabemos lo que ha costado todo esto”, comentó en una entrevista.
Paola comentó un diálogo que mantuvo con Gabriel en el mencionado establecimiento educativo.
“Una vez haciendo minivóley en el patio de la escuela, lo veo pasar y le digo: ‘Gabriel, vení para acá’. Era más alto que yo. ‘Qué andas haciendo’, le pregunto. ‘Nada, profe, aquí dando una vuelta’, me responde. Él ya había pasado a 7º, por lo tanto ya había dejado de ser mi alumno. Le pregunto: ‘¿Quieres jugar al vóley?’. Me responde: ‘Profe, no, a mí no me gusta el voley’. ‘Y qué te gusta”’, le pregunto. ‘Me gusta el básquet’, me dijo. Ahí se me prendió una lámpara gigante. Yo pensaba, este chico que hace todo bien, que siempre me llamó la atención la capacidad que tenía de hacer todo a la perfección. Él siempre fue bueno en todo. Ese fin de semana lo vi a Fernando Duró que estaba en Quimsa y le avisé de sus condiciones. También hablé con el Prof. Pita Bravo, que fue muy importante en la formación de ‘Gaby’. Le dije entonces si quería ir a Quimsa. Le brillaban los ojos. Hablé con Norita (Luna, su madre) para que le diera permiso y terminé convenciéndola. Pita los buscó y se hizo cargo. Fueron incluidos en un campus. Y a los 5 meses se fue al Cenard para integrar la preselección U15, con 13 años. Cuando volvió, su planilla era todo excelente. Lloraba de la alegría. Quedó en el plantel y viajó a Colombia para jugar un Sudamericano. Ahí empezó su vorágine”, comentó emocionada.
fuente. elliberal