La Argentina integra el selecto grupo de países emergentes que “ha empujado en parte el declive del crecimiento proyectado para 2019”, según indica el nuevo informe del FMI sobre las Perspectivas Económicas Mundiales (WEO, en inglés), presentado esta mañana en la capital norteamericana en el marco de las reuniones anuales del organismo multilateral. Esa tasa de crecimiento global pasó de 3,8% en 2017 a 3,0% este año, según destaca en el trabajo la economista principal del FMI, Gita Gopinath, y es “el ritmo más bajo desde la crisis financiera”.
El dato no es una sorpresa. Acompañan a la Argentina en ese grupo países como Irán, Turquía, Venezuela, Yemen y Libia, algunos de ellos atravesados por conflictos bélicos. Los números de la economía argentina mostraron una caída muy marcada en el primer semestre y las perspectivas inmediatas no son mejores: “Los riesgos hacia adelante son claramente hacia abajo debido a una drástica caída en las condiciones de mercado”, apunta el trabajo.
En concreto, los países emergentes crecerán un 4,5% este año y otro 4,7 el año que viene. Pero la Argentina correrá en la dirección inversa, con una caída de 3,1% este año, muy superior a la que el propio FMI pronosticó en julio pasado, de 1,3%, y un deterioro que se extenderá a 2020, con un retroceso de 1,3% (la previsión anterior mostraba una expansión de 1,1% el año que viene).
Los vientos políticos cambiaron y todos los cálculos del Fondo quedaron en letra muerta tras las PASO del 11 de agosto. Luego de haberle otorgado al país el paquete de ayuda más importante en sus 75 años de historia, el organismo multilateral con sede en Washington debió recalcular a la baja sus previsiones para la Argentina desde que el candidato del kirchnerismo, Alberto Fernández, quedó como favorito para las elecciones de este mes.
El contraste también es marcado con los vecinos de la región. América del Sur crecerá 1,8% en 2020. Sólo la Argentina y Venezuela (-10%) tendrán un índice negativo. En el más largo plazo, sin embargo, el escenario es más promisorio, con un crecimiento que alcanzará al 3,2% hacia 2024, según el FMI, aunque en el organismo reconocen que el panorama futuro es sumamente incierto.
Según coinciden los analistas en EEUU, la caída de la economía argentina podría comenzar a revertirse recién hacia fines del año que viene y la expectativa en Washington es que 2021 muestre cifras positivas. Para entonces, creen, el país posiblemente habrá avanzado algunos pasos en un proceso de reformas estructurales que consideran inevitable y habrá afianzado la meta del equilibrio fiscal, algo que se debería garantizar sin importar quién gane las elecciones en menos de dos semanas.
Por otra parte, según las proyecciones del Fondo, que debieron ser revisadas varias veces, la inflación en la Argentina cerrará este año en un 57,3%, empujada en gran medida “por la depreciación del peso”, y no cederá mucho terreno el año que viene. En la suba inciden también una fuerte inercia inflacionaria, que como han repetido los técnicos del FMI superó todas sus expectativas, y una política monetaria que en medio de las urgencias de los últimos dos meses debió modificar sus criterios.
El pronóstico del Fondo indica que el aumento de los precios al consumidor se ubicará en 39,2% en 2020, mientras que el balance de cuenta corriente será de -1,2 puntos porcentuales del PBI este año y levemente superavitario en 2020: 0,3% del producto.
Todas estas previsiones, igualmente, estarán sujetas a las medidas económicas y a la orientación que le dé a la gestión del área el gobierno que asuma a partir del 10 de diciembre. En su informe el FMI no se aventura en especulaciones al respecto sino que traza sus pronósticos para el país sobre la base de los datos del actual gobierno y de las estadísticas oficiales.
Otro dato que proyecta el informe del FMI es el desempleo. Para la Argentina prevé que termine el año en el 10,6% y que tenga una mejora a 10,1% el año que viene.
Una reforma laboral será probablemente parte de las demandas que el FMI le haga al gobierno que surja de las elecciones de este mes en una eventual renegociación del actual acuerdo stand-by, junto con cambios impositivos y previsionales.
Las incertidumbres que afectan a la Argentina se dan en un contexto de dudas crecientes a nivel global. Según indicó en el prefacio Gopinath, que tomó el concepto de la nueva directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, hay en el mundo una “ralentización coordinada” que tiene su origen en varios factores.
“Es consecuencia de las barreras comerciales más elevadas y de una mayor incertidumbre en torno al comercio y la geopolítica”, señaló la economista del Fondo. Enumeró también “factores idiosincráticos que causan tensiones macroeconómicas en varias economías emergentes, y factores estructurales, como un bajo crecimiento de la productividad y una población más envejecida en las economías avanzadas”.
El panorama global “es precario”, señaló Gopinath en otro tramo de su prefacio. Y añadió: “No hay margen para errores de políticas y hay una necesidad urgente de que quienes diseñan las políticas trabajen juntos para reducir las tensiones comerciales y geopolíticas”.