Mientras Barcelona y Real Madrid disputaban el segundo tiempo del clásico por la Liga de España, en las afueras del Camp Nou recrudecieron los incidentes: independentistas nucleados en el grupo Tsunami Democràtic intentaron bloquear los accesos del estadio para complicar la salida de los aficionados y se enfrentaron con ultras del conjunto blaugrana. El saldo: contenedores incendiados, incidentes y al menos doce personas han requerido asistencia sanitaria, todas ellas de carácter leve, por lesiones sufridas en los disturbios. Según ha informado el Sistema de Emergencias Médicas (SEM), de los doce heridos, cuatro han requerido un traslado a un centro sanitario.
Los Mossos d’Esquadra, las fuerzas de seguridad de Catalunya, intervinieron disparando proyectiles de gases lacrimógenos y balas de goma. Un cámara de la televisión de Barcelona betevé ha resultado herido en una pierna por el rebote de una bala de goma que le ha impactado mientras grababa los disturbios.
Tras una tarde en la que la protesta convocada por la plataforma anónima Tsunami Democràtic había discurrido con normalidad, tras reunir a unas 5.000 personas, según la Guardia Urbana, algunos radicales decidieron tomado la calle en los alrededores del Camp Nou, en pequeños grupos y comenzaron a obstruir los accesos de un estadio que contaba con una concurrencia de 90.000 fanáticos, que debieron desagotar las graderías con cuatro portones anulados (14, 15, 18 y 19, donde la situación en cuanto a seguridad era más compleja).
Tsunami Democràtic también trasladó su protesta al interior del Camp Nou. Cuando los 22 jugadores saltaron al campo de juego se pudo apreciar un mosaico gigante que ocupaba la totalidad de la grada. La mitad reflejaba los colores del club y la otra mitad los de Cataluña: rojo y amarillo. Además, varios aficionados llevaron pancartas con el lema escrito en inglés “España siéntate y habla”, mientras los aficionados entonaban el himno del Barcelona. También se vieron banderas gigantes que decían, también en inglés, la palabra “Libertad”.
En el minuto 55 el partido se vio interrumpido por una nueva ola de protestas. En este caso fueron balones amarillos los que fueron arrojados al campo de juego en forma de protesta contra la represión llevada adelantar por la policía en diferentes manifestaciones independentistas. La transmisión oficial cambió la cámara para evitar mostrar el reclamo.
Fueron dos minutos sin acción en el terreno de juego, tiempo que necesitaron los asistentes de seguridad para retirar los balones. Además, en las gradas, los aficionados volvieron a levantar sus pancartas.
El clásico debió jugarse en octubre, pero debió ser suspendido por las manifestaciones ocurridas en Barcelona en octubre tras la condena a penas de prisión de nueve dirigentes independentistas por el intento de secesión en 2017. Ante la certeza de que existirían protestas, la disputa del partido volvió a correr riesgo en la previa y los organismos de seguridad tomaron medidas inéditas para prevenir incidentes. 3.000 efectivos fueron designados para velar por el buen desarrollo del evento dentro y fuera del recinto.
IMÁGENES DE LOS INCIDENTES