“Sí, discutían. Peleaban como cualquier otra pareja, pero al día siguiente estaban bien. Nadie imaginaba que esto terminaría en una tragedia”, enfatizó Norma Quinteros, tía de Lucía Ester Quinteros, la joven de 37 años que peleaba por su vida tras recibir un disparo en la cabeza por parte de su concubino, Gustavo Alberto Soloaga, de 35 años.
El hecho ocurrió en Banda del Río Salí el domingo a la madrugada. Según fuentes policiales, el hombre se pegó un tiro en la cabeza luego de atacar a la víctima. Tras agonizar varias horas, falleció al mediodía en el hospital Padilla.
De acuerdo con los datos de la causa, uno de los hijos de la pareja presenció la escena. A través de su relato, se pudo establecer que Soloaga, en plena discusión, se había retirado del lugar y había vuelto con un arma momentos después.
“Desconocemos cuál fue el gran dolor dentro de ese hogar, que terminó desencadenando este final”, explicó Quinteros, que junto a su hermana, Teresa, estaban desde temprano en la vivienda de la pareja para recibir a los peritos oficiales. “Ellos vivían en la casa del fondo con sus cinco hijos. Gustavo se dedicaba a arreglar motos y tenía el taller adelante de su casa”, agregó la mujer, que no parecía encontrar explicaciones para este desenlace.
Los familiares contaron que Lucía y Gustavo convivían hace 18 años. “No podemos creer este final: él muerto y ella peleando por su vida”, insistió Teresa. La tía describió a la víctima como una chica atractiva: “era una persona linda, que le gustaba vestirse bien para ir a trabajar. Cuando quedó sin empleo, se deprimió terriblemente; se le vino abajo el mundo y dejó de comer”.
En el entorno familiar indicaron que Lucía trabajaba en el Consejo Deliberante como secretaria de un edil no reelecto, por lo que no había podido continuar en su puesto. “Le decía que se tranquilizara, que ya iba a conseguir un empleo. Su marido le explicaba que con su trabajo en el taller, podían mantener a los chicos. Aunque a mi sobrina le preocupaba muchísimo haber perdido ese ingreso fijo”, recordó Teresa. “Esa situación económica terminó pesando, por lo visto”, intuyó.
Walter Soloaga, hermano del mecánico, también admitió que la pareja solía tener discusiones que no se tornaban violentas. “No sabía que tenía un arma. Debió haber comprado hace poco el revólver”, expresó el pariente, aún conmocionado por la reciente pérdida.
El hermano no descartó que la pelea se haya originado por celos, al intentar buscar una explicación. Sin embargo, recordando detalles, hizo hincapié en cuestiones económicas: “plata no faltaba en la casa, pero a veces mi cuñada le pedía para comprar ciertas cosas, y él no sabía cómo hacer para brindarle todo. Eso había generado discusiones en el último tiempo”. “Esto tuvo que haber sido una discusión que subió de tono y en un momento de locura terminó de la peor manera”, agregó. Con respecto a los hijos de Lucía y de Gustavo, reconoció que aún no habían podido darle la fatal noticia. “Fuimos temprano a la casa de la hermana de Lucía, donde los chicos estaban, pero no les dijimos nada porque en ese momento dormían”, confesó.
A su turno, Teresa Quinteros explicó que Lucía había dejado una carta a su hermana mayor, en la que le pedía que sus hijos se quedaran con ella si en algún momento le pasaba algo. “Evidentemente, ella sí presumía que algo así podía pasar. Pero realmente nosotros no sabemos si Gustavo alguna vez le pegó. Ella nunca nos dijo algo así. A la vez, él era una persona muy callada”, recordó.
Los familiares señalaron que los cuerpos fueron hallados en el dormitorio que compartían. Una vecina asistió a la víctima y luego la llevó hasta el hospital Padilla, donde permanecía en estado grave.
fuente: lagaceta