Los creadores del diagnóstico de detección del coronavirus más rápido que existe en el mundo son argentinos. Uno de ellos, Franco Goytía, se encuentra en estos momentos en Nueva York.
Con apenas 24 años, egresado de Economía de la Universidad de San Andrés, Franco y tres investigadores del Conicet –Carla Giménez, Federico Pereyra Bonnet y Lucía Curti–, idearon un kit de detección molecular portátil, que en apenas 60 minutos puede decir si una persona está infectada con el virus que hoy tiene en vilo al mundo, ya mató a más de mil personas y afectó a 43 mil.
El joven porteño se encuentra en Manhattan porque está en pleno road show: el proyecto Caspr Biotech –que llevan adelante los cuatro y patentaron en los Estados Unidos– aspira a conseguir inversiones por tres millones de dólares para que el dispositivo, que ya se probó con éxito en pruebas piloto en Misiones y en Brasil para detectar el dengue, se haga masivo.
Hasta el momento, Caspr tiene como inversores a Grid Exponential (una company builder de proyectos de biotecnología en América Latina) e IndieBio (el mayor inversor de biotech en el mundo, localizado en Silicon Valley). A través de ellos consiguieron cerca de 500.000 mil dólares para sus investigaciones.
Goytia –que por pedido de IndieBio se tuvo que mudar a San Francisco– comenta que “esto ha despertado el interés de organismos de salud de distintos países del mundo, así como de distintas instituciones a nivel mundial. Desde el CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en los Estados Unidos) hasta la fundación de Bill Gates que ha hecho un anuncio de destinar 100 millones de dólares para colaborar en la contención de la epidemia”. A pesar de ese interés creciente, por el momento el gobierno chino no se contactó con ellos.
Según Franco, el gran problema que existe hoy con el coronavirus –y en rigor con todas las enfermedades infecciosas– es que la detección se realiza con un método conocido como PCR. “Depende de laboratorios centralizados, personal capacitado, reactivos costosos e importados. Cuesta decena de miles de dólares y, en el mejor de los casos, hay un lapso de tres o cuatro días desde que se toman las muestras hasta los resultados. El coronavirus puede transmitirse de persona a persona por vía aérea, a través de un estornudo y otros tipos de contacto. Esto implica que su propagación puede alcanzar grandes magnitudes”.
“En la actual epidemia, el método de screening o de detección se hace a través, digamos, de un termómetro de temperatura avanzado, pero que es básicamente eso. En pocos segundos lee la temperatura, pero a nivel de control de la epidemia tienen grandes falencias. El hecho de que las formas de detección estén basadas en los síntomas omite el período de ventana de la enfermedad, que puede ser de dos semanas o más, en las que la persona puede contagiar pero los síntomas como la temperatura corporal no lo expresan”, explica.
“Aquellas personas con síntomas positivos deben ser aislados en hospitales especializados hasta contar con la confirmación del laboratorio molecular. Esto implica una demora de varios días que, sumada al alto costo que implica, hacen que estos análisis no sean realizados de rutina para todas las personas. En muchos casos el paciente podría no tener coronavirus, pero se lo mantuvo aislado por días en la incertidumbre de si es que verdaderamente era o no portador del virus”, añade.
El valor de cada kit que están en condiciones de producir, según Goytía, “es más o menos de dos dólares. Es súper accesible. Para que te des una idea, en la Argentina trabajamos con un laboratorio en Misiones para la detección del dengue. Cuando conocieron la simplicidad y el costo del sistema, se emocionaron. Muchos reactivos de laboratorio, que son importados, no estaban llegando, y cada test les podía costar 15 dólares”. Cabe mencionar que el gobierno chino ya ha destinado alrededor de 5.500 millones de dólares para intentar detener la epidemia.
—¿Cuál sería la ventaja comparativa del dispositivo que crearon ustedes?
—Los virus y bacterias que infectan a las personas tienen características únicas, como una huella dactilar que los identifica. El diagnóstico molecular se basa en detectar esta huella única para identificarlo y combatirlo. Y lo novedoso es que a partir de la portabilidad de nuestro kit, en los aeropuertos o en distintos centros de salud, e incluso en la casa, se puede detectar la enfermedad a nivel molecular y evitar así el periodo de ventana. Contar con un método portátil para la detección molecular puede ser la diferencia entre controlar el virus o que se siga expandiendo a pesar de los esfuerzos de los gobiernos y los grandes centros de salud.
—¿Cómo funciona el kit?
—La detección se hace a través de nuestro dispositivo más reciente: una tirita tipo Evatest que podemos configurar para detectar cualquier enfermedad infecciosa o mutación genética. Nosotros buscamos cuál es la secuencia del coronavirus y, a partir de eso, en una semana, lo sintetizamos y produjimos el test validado para esta enfermedad. A la tirita se le pone una muestra que, dependiendo de cada target, puede ser un hisopado nasal, orina o sangre. En este caso, lo aconsejable, por la concentración del virus, es un hisopado. En menos de 30 minutos la tirita muestra si da positivo, con una rayita negra, o negativo si no marca nada.
—¿En qué se basa la efectividad del test?
—En la tecnología llamada CRISPR, que ya tiene seis o siete años. Fue un impacto muy grande en la comunidad científíca, porque a partir de una edición genética se pudieron modificar organismos vivos de forma muy precisa, lo que dio el foco para desarrollar distintas terapias. Carla, Federico y Lucía venían trabajando con esa tecnología. Son un grupo pionero, que además de la parte académica estaban interesados en la aplicación concreta de este avance.