Por Marcelo Pérez para Diario CUARTO PODER
La ciudad de San Miguel de Tucumán es un caos y nadie se hace cargo: crecen las actividades ilegales y la inseguridad.
La muerte de un joven a manos de “cuidacoches” que se adueñaron de las calles de la ciudad, puso otra alerta roja en la gestión del intendente Germán Alfaro y cada vez son más los vecinos que califican de mala su administración.
Es que el “lord mayor” se cree que una liebre, pero se le escapó de las manos la “tortuga” y por estos días todo el mundo hace lo que quiere en calles, plazas y barrios de la ciudad. Al punto tal de que creció el comercio ilegal, la venta ambulante de ropa, de bollos y rosquetes, verduras y comidas rápidas (empanadas y pizzas); los lavaderos clandestinos que destruyen el pavimento se multiplican, al igual que el trabajo de los cuidacoches y trapitos.
¿Qué tienen en común todas estas actividades?: Que son ilegales.
Muchas trasgreden normas básicas de sanidad y limpieza, otras evaden todos tipo de impuestos y tasas municipales; y la mayoría directamente se realiza sin ningún tipo de control, transgrediendo derechos de vecinos y transeúntes al ocupar sus veredas.
Muchos podrán decir que es por “necesidad” que surgen todos estos tipos de “trabajos ilegales” o que no está mal que se “intenten ganar la vida dignamente”; sin embargo, no es menos cierto que al permitir que se desarrollen, genera injusticia social con aquellos que para poner un negocio (kiosco, taller, tienda de ropa, arreglo de calzado, bar al paso, etc.) deben pagar al municipio mensualmente los distintos tipos de impuestos y gravámenes que pesan sobre un establecimiento comercial o de servicio, por más pequeño y familiar que éste sea.
¡Es injusto desde donde se lo mire, porque todos sufren la crisis, inflación y muchos el desempleo!
Entonces ¿Por qué algunos pueden gozar del beneficio de la “vista gorda” de los inspectores del municipio y otros no?
Otra pregunta: ¿Por qué el Municipio deja que los cuidacoches se adueñen y hagan un gran negocio del estacionamiento en la vía pública? ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Amiguismo, favores políticos, inoperancia, connivencia? Sea lo que sea, ya les costó la vida a varias personas y cada vez se hace más difícil sacarlos de las calles.
Menos se podrá, si encima la policía genera un registro, y trata de “ordenar” la actividad, en vez de eliminarla. Como debería hacerse en realidad si fuera este un municipio serio.
Al permitir que se queden, se instalen y cobren a los automovilistas -que estacionan sus vehículos y pagan por miedo-, se abre la puerta para que más personas inescrupulosa, de dudoso pasar, se crean con derecho a cobrar de igual forma que se hace durante el día, en horas de noche, con todo el peligro que ello representa para los automovilistas que se rehúsan a ser estafados y que no quieren pagar lo que le exigen.
Ya pasó con la venta ambulante que se instaló en las peatonales por muchos años. Primero fueron unos pocos, luego, al ver que nadie los corría, se llenaron todas las cuadras hasta que quedaron atestadas de manteros. Cuando se los quiso erradicar ya estaban sindicalizados y exigían locales céntricos para reubicarse.
La falta de control y el amiguismo, fomentan la aparición mafias, de informalidad laboral y del abuso.
Muchos aprovechan para hacer trabajar a niños que son enviados a las calles a limpiar parabrisas en los semáforos y otros directamente a mendigar; están también aquellos que improvisan puestos de ventas de alimentos, de ropa y lo más común, el cobro por estacionar. ¿Quién gana y quién pierde con todo esto? El vecino y la ciudad, de seguro.
El municipio capitalino carece de autoridad y deja que todo suceda. Sólo procede contra aquellos que cumplen las normativas y le exige cada vez más.
Por ejemplo, si alguien quiere ir por derecha y poner un negocio, les exigirán desde matafuegos hasta luces de emergencia, por más que sea un simple kiosco de una piecita de 2×2 que es atendido por una ventana.
Así de injusto es Germán Alfaro. Un intendente que no se preocupa por los vecinos, y que aprieta a los contribuyentes, pero que deja que la venta ambulante y el cobro ilegal de automovilistas se realicen en sus calles sin control alguno.
Alfaro gobierna una ciudad donde la inseguridad reina y crece día a día, donde las calles y veredas son intransitables en muchos barrios y el tránsito es un verdadero caos. Es común ver circular a motociclistas con dos y hasta tres acompañantes, sin cascos y sin chapa patente el rodado; o autos y camionetas que no cumplen con las normas y que estacionan en doble y triple fila, diariamente, sin sufrir multa alguna. Los inspectores de tránsito pasan a sus lados y es como si fueran invisibles.
La ciudad de la “injusticia” y del “amiguismo” es la tierra que más le gusta a Alfaro, hombre que hoy se encuentra temeroso de actuar tras la derrota del macrismo. Por eso, en cualquier momento se espera que salte el cerco político para acobijarse de nuevo en el PJ. Ya lo hizo su señora esposa, Beatriz Avila, que sin vergüenza alguna, a minutos de llegar a la Cámara de Diputados, saltó más de tres metros y sin garrocha a las filas del Peronismo, defraudando a todos sus votantes. Para algunos fue una clara “panquequeada”.
Pero es tanta las ganas de ser aceptados de nuevo en el PJ-kirchnerista que hasta se enfrentan a sus ex aliados políticos, los critican –como si ellos no hubieran sido parte de Macrismo- y hasta les
replican con palabras bien del Cristinismo como lo hizo la “Betty de Villa Amalia” al calificar de “Machirulo”, al legislador Ricardo Ascárate durante una polémica por dineros enviados de la Nación al municipio en el gobierno pasado.
Beatriz Avila ya votó a favor del oficialismo en Diputados y lo volverá a hacer de seguro: “sin-vergüenza”.
Los políticos deberían ser más inteligentes y no demostrar tan de frente que no les importa para nada la gente ni sus votantes.