En una jornada de paro y protesta convocada a frenar “la violencia machista y la desigualdad de género”, no es raro encontrarse a hombres que participan de las actividades o de la convocatoria callejera con pancartas, acompañando a otras mujeres, en adhesión a las demandas. Son los llamados “aliadines” o “feministos”, según se los suele calificar de manera despectiva en la jerga feminista. “Es invasivo que vengan”, definió una activista transexual.

El paro del 8 de marzo fue definido en las asambleas preparativas como “Internacional y Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Bisexuales, Travestis, Trans, No Binaries, Afro y Originarias”. Lejos de ser un título, la enumeración sintetiza un consenso que apunta a que los varones no estén incluidos en las acciones de protesta y apoyen desde un lugar de no visibilidad. Pero aún hay organizaciones, varones e incluso mujeres que discuten esa corriente mayoritaria.

“Los varones tenemos que respetar la decisión del movimiento feminista. Para resolver las desigualdades del patriarcado, no solo hace falta que se empoderen las mujeres sino que los varones retrocedamos y nos corramos de los privilegios”, consideró el diputado nacional Leo Grosso, militante gay de la causa LGBTI+.

“Nuestra organización respeta el mandato de nuestras compañeras. Y si ellas dicen que no participemos, nosotros no participamos. Es una definición política”, aseguró el dirigente.

“Es un día para nosotras, hace años que venimos batallando por esto. No hay nada escrito pero me parece que no debería ser necesario aclararlo. Es invasivo que vengan”, definió la activista trans Florencia Guimaraes, secretaria de género de la CTA Matanza e integrante de Furia Trava. “Al igual que el 3 de junio con el #NiUnaMenos, este días salimos a las calles las mujeres, lesbianas, travestis y trans para seguir exigiendo todos los derechos que nos faltan y terminar con los feminicidios y travesticidios, por el fin de la feminización de la pobreza y de la precarización laboral”, agregó.

Junto a las cuestiones ideológicas, existen consideraciones de índole práctica. Muchas mujeres deciden hacer del día una celebración, con “tetazos”, glitter y coreografías acompañadas de sus amigas, hermanas y familiares en un entorno de seguridad. Pero también es un resguardo para la hipocresía y escenas incómodas.

“Es un día para estar juntas, estar abrazadas para llorar, reír y recordar los femicidios que, en lo que va de 2020, ya son varios”, indicó Guimaraes. “A veces los varones no vienen con una actitud de acompañamiento sino a ejercer un lugar de protagonismo. Hay compañeras que tuvieron que cruzarse en una marcha con quienes ejercieron violencia o micromachismos durante todo el año. Es incómodo y violento. Esto no quiere decir que todos tengan las mismas prácticas, pero los partidos o sindicatos, por ejemplo, son ámbitos en los que es muy difícil erradicar las prácticas machistas”, expresó.

fuente. infobae

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