Por Pablo Batalla* para Diario Cuarto Poder | Al desastre de aquel primer día de pago a jubilados se sumó este hecho, que tiene directa relación con la seguridad y la salud de sus propios empleados, que esperan más protección.
Lejos de una política de seducción. Así parece enmarcarse la entrega de barbijos realizados con corpiños a los empleados de todas las sucursales del Banco Macro.
La sorpresa se dio entre los empleados de esa entidad bancaria cuando recibieron esos elementos para garantizarse protección en medio de la pandemia.
Las quejas se hicieron escuchar de inmediato, a través de los delegados y delegadas sindicales, quienes rechazaron este tipo de elementos.
Pese a que pueda causar gracia al común denominador de la gente, la cuestión no pasa por el material con el que están hechos sino por la falta de una política de seguridad.
Sucede que los empleados de ese banco vienen solicitando medidas más concretas, como la colocación de mamparas y otros elementos de aislamiento.
Conocida la entrega de estos supuestos elementos de protección, a muchos se les ocurrió preguntar quién decide este tipo de iniciativas.
Lo cierto es que parece que se trata de alguien que le cuida el bolsillo a uno de los bancos que más dinero viene ganando en los últimos tiempos.
El problema es que se espera para mayo y junio el pico de la pandemia y, hasta el momento, las medidas no satisfacen a los empleados.
Se espera que el sindicato se haga eco de las quejas de los trabajadores, y que se reclamen acciones concretas y más efectivas.
Este nuevo hecho se suma a la desorganización observada aquel primer día de atención a jubilados, en donde se temió por un contagio masivo.
Para ambos lados, tanto los trabajadores como los clientes, se deben tomar los recaudos necesarios y no golpes de efecto que sólo generan malestar y enojo.
*Analista político