El virus del dengue no les da tregua en Tucumán. Oficialmente se dice que ya fueron detectado 973 casos, sin embargo, la cantidad de personas afectadas por el mosquito transmisor sería mucho más. Cada día aparecen más insectos y más infectados en todos los barrios.

La realidad que describe Melisa en el barrio 1 de Mayo se repite en otros cuatro de la zona noroeste de la capital, en el límite con San José. Los barrios Oeste I y II, el Padilla y La Merced se encuentran en el sector identificado por el Siprosa como uno de los dos focos con más casos de dengue en esta epidemia, que suma 973 casos.

El papá de Melisa y sus vecinos del fondo y del frente atravesaron la dolorosa enfermedad conocida como “rompehuesos”. “Nos quedó una marca de por vida porque el médico nos dijo que una segunda infección podría ser más grave”, señala la joven, y cuenta que vive atemorizada porque encuentra a toda hora mosquitos con rayas blancas en las patas (Aedes).

“Tengo la suerte de comprar repelentes, pastillas y espirales. Pero hay muchos que no tienen esa posibilidad”, describió Melisa. Por mes, una familia necesita más de $ 2.000 para comprar esos productos. “Los del Siprosa vinieron, fumigaron dos veces y nos pidieron a los vecinos que sacaran los cacharros a la vereda. Dijeron que supuestamente iba a pasar un camión retirando la basura y hasta hoy, después de 10 días, no aparecieron. Creo que ese es el motivo por el que cada vez hay más mosquitos. La fumigación no les hizo nada”, resaltó.

Algo similar sucedió en el barrio La Merced, en Italia al 4.600 (casi Camino del Perú). Hay unas 50 viviendas y más de 40 pacientes con síntomas. En la casa de Emilia Fernández (39) la primera en enfermarse fue ella. Luego, su esposo y más tarde sus tres hijos, de 18,19 y 23 años. Lo que le preocupa ahora es que no tiene mucha información sobre su patología.

“No me hicieron el test. No tengo idea qué tipo de dengue me afectó. Te imaginás el peligro que corremos ahora”, se queja Emilce. Sus miedos se acrecientan porque cerca de su hogar el escenario es muy poco alentador: “a la par hay un galpón lleno de malezas y con basura. En el frente pasa un canal, también descuidado. Y en las calles hay pérdidas de agua en forma permanente. Todo está dado para que el Aedes se siga reproduciendo”.

En los barrio Oeste I y II a los vecinos les aflige que haya agua acumulada en algunas calles, los autos abandonados y los microbasurales que se forman casi a diario. Kity Tatantelo, de Perú al 4.700, contó preocupada: “yo estuve con dengue y también muchos de mis vecinos; la semana pasada hicieron un operativo, incluso desde mi casa sacaron fotos y filmaron un descampado que hay al lado, pero limpiaron un poquito y todo quedó en la nada”.

“Quedé traumado. El dengue atacó a toda mi familia, desde mi nieto de un año hasta yo que tengo 73. Ahora, cuando veo un mosquito, tiemblo. Hace 20 días que nos venimos enfermando uno tras otro. No doy más”, concluyó Miguel Noguera, del Oeste II.

 

 

fuente: lagaceta

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