El país romperá el récord del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio más extenso, y también del más restrictivo, donde muchos sectores de la economía llegarán a los 100 días donde el Estado le advierte que es delito trabajar.
Todos los países verán el impacto económico del paso del COVID-19. En promedio se estima una recesión cercana a 5% haciendo las cosas bien, 10% si se tomaron medidas tardías, en exceso o directamente mal, y baja de más 10% en las naciones que fueron el epicentro de la crisis como España o Italia. La Argentina, con la cuarentena más duradera y restrictiva como si fuera el epicentro de la pandemia, estará entre las más afectadas.
En concreto, en el primer trimestre la economía cayó 5,4% interanual según datos oficiales. Con la cuarentena durante todo el segundo trimestre Econométrica estima una baja cercana a 20% interanual. Para el tercer trimestre cabe esperar un lento desarme de la cuarentena que podría recortar la recesión a 14% interanual y el último cuarto del año, con la expectativa del ingreso en la “nueva normalidad”, el supuesto es una disminución del PBI de 6% interanual.
Con esas proyecciones, en el promedio, la economía caerá 11,5% en el año, aunque dependerá del ritmo del desarme de las restricciones actuales y de si la inflación se acelera en el último trimestre del año tras la severa emisión monetaria durante la cuarentena.
La caída proyectada del PBI del 11,5% para este año, implica que el sector privado perderá no menos de USD 40.000 millones, además de una importante disminución de empleos y empresas. Muchas empresas se consumieron los ahorros y capital de trabajo a la espera del reinicio de actividades, por lo que no tendrán los recursos suficientes para retomar el ritmo previo a la cuarentena.
Impacto fiscal y emisión
Los países tienen tres pilares para afrontar los gastos de una cuarentena: ahorro, crédito y moneda. Naciones como Noruega se apoyan en el ahorro; las emergentes sobre el crédito; y las desarrolladas sobre su moneda.
La Argentina no tiene ni ahorros, ni crédito, ni moneda, por los que la crisis del COVID-19 se dispuso pagarla con inflación. Es decir, se emite pero sin demanda de moneda como le pasa a EEUU o Europa, camino que culmina en una aceleración de la inflación en breve.
Durante la cuarentena la recaudación de impuestos crece a un ritmo del 12% interanual (tanto en abril como mayo), lo que implica una caída real del 23% interanual. Al mismo tiempo, el gasto público en cuarentena crece a más de 100% interanual, en un desesperado intento para que no caigan en forma masiva a la pobreza todo aquel que le es delito trabajar.
En este nuevo escenario, el déficit fiscal primario pasó de cero un año atrás, a un promedio de USD 3.500 millones por mes. A fin de junio, el Gobierno habrá acumulado un rojo en las finanzas públicas equivalente a USD 14.000 millones, 3,4% del PBI. En 2019, crisis y FMI mediante, se había logrado un pequeño superávit primario en igual período.
fuente. Infobae