Después de que CFK recomendara un artículo que cuestionaba la reunión que Alberto Fernández realizó con los líderes de las cámaras empresarias el pasado 9 de julio, volvió a aparecer con virulencia la incomodidad que un sector del kirchnerismo siente frente a algunos movimientos poco ortodoxos de Fernández. Además del tuit de CFK, la expresión más fuerte del fenómeno fue la carta de Hebe de Bonafini, donde acusaba sin pruebas a esos empresarios de haber hecho desaparecer personas. En el medio, se empezaron a reproducir comentarios de periodistas identificados con el kirchnerismo, en un tono sorprendentemente peyorativo hacia el primer mandatario.

Tal vez el episodio más revelador de este fenómeno fue lo que ocurrió en el programa de Victor Hugo Morales el jueves por la mañana. Morales estaba decepcionado porque el representante argentino ante el Alto Comisionado de la ONU había manifestado su preocupación por las violaciones a los derechos humanos en Venezuela.

“Se hace intolerable algo como lo de Venezuela, ver a un Gobierno que uno imaginó de centroizquierda, de rodillas frente a los Estados Unidos, frente a Trump. Da mucha vergüenza, da mucho dolor, da muchas ganas de tirar todo a la marchanta, de pararse frente al mar y hacer un bollito con los sentimientos y las ilusiones que tenemos. Porque actuar así es entregar la dignidad. Es entregarlo todo”, dijo Victor Hugo. Unos minutos después, el presidente Alberto Fernández pidió salir al aire.

La discusión que se produjo es interesante por sí misma, pero mucho más por lo que revela del proceso político actual. Para entender lo que, de verdad, se discutió en esa nota, es necesario conocer el contexto. Desde la designación de Fernández como candidato presidencial, Morales lo criticó airadamente muchas veces, en un tono que casi ningún otro periodista, del medio que fuera, utilizó en su contra.

He aquí algunos de esos hitos:

-En agosto del año pasado, Fernández concurrió a unas jornadas del grupo Clarín. En primera fila estaba Hector Magnetto. Dijo Víctor Hugo: “No está mal verse y reunirse con Magnetto. Lo que está mal es que dentro de cinco meses esta boca seca sin saliva no les esté hablando de uno más que se pliega a los designios del diablo. Alguien tiene que pelear contra estos tipos. Cristina lo ha hecho. Ojalá esto se transfiera a Alberto Fernández. Si vos no acogotás a este diablo brutal, con los colmillos gigantes, ladrón depredador, no vas a hacer nada por la Argentina”.

-En enero de este año, Alberto Fernández había sostenido que no existían presos políticos sino algunas detenciones injustas. “Me parece penoso. Los detienen porque son opositores. ¿Cómo les querés decir? ¿Presos políticos, políticos presos? Es una desconsideración con Amado Boudou, uno de los hombres más leales que he visto. ¿No es presa política Milagro Sala?”.

-El 26 de junio, Fernández había elogiado al empresario energético Marcelo Mindlin. Morales dijo: “No podés vivir ante el poder real entregándole los atributos que no se merecen. Si Vicentin es grave, Mindlin es una asquerosidad para la Argentina. El tipo abre una planta y se da el lujo de tener al Presidente diciéndoles con vos vamos a salir al frente”.

-El 10 de julio, el enojo del periodista tuvo que ver con la consideración que Fernández demostró, una y otra vez, hacia Horacio Rodríguez Larreta: “Dice que Rodriguez Larreta es su amigo. Rodriguez Larreta es un chanta. No es bueno tener un chanta de amigo y no puede no saberlo, por más puentes que quiera construir Alberto Fernández”.

-Unos días después, la irritación era con la marcha general del Gobierno: “Vicentin empezó con una energía tremenda y ahora resulta que lo más probable es que tenga que enfrenta un proceso fraudulento de quiebra. Uno imaginaba que el impuesto a la riqueza tenía que salir con fritas pero hace ya tres meses que no hablamos de eso”.

 

Mientras tanto, ocurría algo novedoso. El tuit donde Cristina criticaba a Fernández tuvo un efecto muy limitado. Bonafini es un símbolo muy reconocido por un sector del kirchnerismo. Para el resto de la sociedad es un personaje controvertido: una heroína de la lucha contra la dictadura que, desde 1983, organizó juicios públicos contra disidentes, brindó por los atentados a las torres gemelas o se involucró en serios hechos de corrupción. De hecho, pocas horas después, Estela de Carlotto y Taty Almeida, otras madres de desaparecidos, le respondieron con fiereza. “A los que te digan lo que tenés que hacer, deciles que se callen la boca”, le recomendó la titular de Abuelas de Plaza de Mayo a Fernández.

No hubo gobernadores, ni intendentes, ni dirigentes de La Cámpora, que se sumaran a la rebelión que, al pasar de las horas, quedó ahogada en sí misma.

 

fuente: infobae (Por Ernesto Tenembaum)

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