Con los resultados de la fase I y II publicados ayer en la revista The Lancet, la potente alianza científica conformada por el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, demostró que la vacuna genera anticuerpos y es segura. Ahora falta demostrar lo más importante: su eficacia y para eso ya inició la fase III en Brasil, Reino Unido y Sudáfrica, y luego lo hará en Estados Unidos.

La urgencia que la pandemia global por el nuevo coronavirus le imprimió a este tiempo socio histórico sacudió especialmente y para siempre a todo el arco científico mundial. Y seguramente el hecho más relevante -y fascinante a la vez- es la aceleración del tiempo: la velocidad de la ciencia por producir hallazgos para resolver los problemas de la humanidad. Sin desatender el rigor que exige la investigación científica. Allí es donde se aloja la idea de la cura de la peste (del COVID-19). Y por consiguiente allí también anida la esperanza de una sociedad que quiere volver a ser plena.

Más rápido imposible

La carrera por la vacuna es un gran ejemplo al respecto: procesos de investigación que demandaban entre 5 a 10 años para el ciclo de producción de una vacuna, se han transformado en procesos de apenas 5 meses, para enfrentar un virus como el SARS-COV-2- sobre el que todavía faltan desentrañar aspectos de su comportamiento inmunológico cuando infecta a las personas. Hoy, existen por los menos 5 vacunas que están en carrera firme para ingresar a la fase III y probarla en voluntarios y determinados grupos etarios, numerosos, donde se evaluará la vacuna versus placebo. Y en esa fase se podrá comprobar la tan ansiada eficacia.

Una enfermedad temible

¿Qué es lo que en definitiva persigue una vacuna eficaz y se convierte a la vez en la obsesión que sobrevuela el trabajo de los científicos dentro del laboratorio? proteger a los seres humanos contra una determinada enfermedad, produciendo anticuerpos; pero sin producir la enfermedad. Este delicado equilibrio es lo que se tiene que lograr.

Vacuna experimental

Allí toman especial dimensión los resultados publicados ayer en la revista científica The Lancet que confirmaron que la vacuna experimental del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford en asociación con el laboratorio AstraZeneca contra el COVID-19 es segura y genera inmunidad. Se trató de los estudios en fase I y II que evaluaron seguridad, quedando pendiente evaluar la eficacia y basada en un vector de adenovirus recombinante.

Aumenta los anticuerpos

Los resultados en The Lancet confirmaron que una dosis única de AZD1222 resultó en un aumento de cuatro veces de los anticuerpos contra la proteína del pico del virus SARS-CoV-2, en el 95% de los participantes un mes después de la inyección. En todos los participantes, se indujo una respuesta de células T, que alcanzó su punto máximo el día 14, y se mantuvo dos meses después de la inyección. Estos estudios iniciales confirmaron que la vacuna fue capaz de generar anticuerpos en los seres humanos y no tiene eventos adversos severos. Según los voceros científicos de AstraZeneca y los científicos de Oxford: “Los datos de fase I / II en 1.077 voluntarios adultos sanos entre los 18 y 55 años muestran que la vacuna no condujo a ninguna reacción inesperada y tuvo un perfil de seguridad similar a las vacunas anteriores de este tipo”.

Qué dicen los argentinos

El médico infectólogo Pedro Cahn, científico argentino e investigador en la lucha contra el VIH-Sida y referente fundamental de la mesa de expertos del presidente Alberto Fernández explicó a Infobae su visión sobre la carrera de las vacunas frente al COVID-19, “estamos en un muy buen momento de la lucha contra el COVID-19, porque hay varios proyectos de vacunas en danza. En la misma publicación de ayer de la revista The Lancet figuran la vacuna de Oxford que la produce esa universidad junto al laboratorio AstraZeneca, y también la del laboratorio CanSinoBIO, de China. También está en carrera la del laboratorio Moderna, de Estados Unidos; y la de Pfizer que contará con voluntarios y estudios clínicos en la Argentina. Existen 5 vacunas que están entrando en fase III y eso es muy bueno, claro que todavía no sabemos cuál va a resultar. Pero seguramente de la cantidad de vacunas que tenemos es probable que surja una calidad, que nos permita tener una o dos que sean efectivas”.

“Estas vacunas tienen plataformas o mecanismos diferentes. Hay vacunas que trabajan con virus inactivados, hay vacunas que trabajan con ARNm, es decir con ácido ribonucleico mensajero; y hay otras que trabajan con un vector de adenovirus, un virus del resfrío (NdelaR: ésta última es la plataforma que utilizó la vacuna de Oxford)”, reforzó Cahn.

Fase I y Fase II

Lo que demostró entonces la fase I y II de la vacuna Oxford- AstraZeneca es una actividad neutralizante contra el virus SARS-CoV-2, en el 91% de los participantes un mes después de la vacunación; y en el 100% de los participantes, que recibieron una segunda dosis. Los niveles de anticuerpos neutralizantes observados en los participantes que recibieron una o dos dosis estuvieron en un rango similar a los observados en pacientes convalecientes con COVID-19.

Efectos adversos

Dentro de los efectos adversos incluyeron dolor y sensibilidad en el lugar de la inyección temporal, dolor de cabeza de leve a moderado, fatiga, escalofríos, fiebre, malestar y dolor muscular. No se informaron eventos adversos graves con AZD1222, y las reacciones disminuyeron con el uso de paracetamol profiláctico, un analgésico, y ocurrieron con menos frecuencia después de una segunda dosis.

Datos alentadores

Para el doctor Daniel Stecher, médico infectólogo y jefe de Infectología del Hospital de Clínicas, los datos que se están dando a conocer tanto de la vacuna de Oxford-AstraZeneca como de otras similares, son alentadores. Hay que aclarar que corresponden a los estudios iniciales (Fase I y II) que confirman que son capaces de generar anticuerpos en los seres humanos y no tienen eventos adversos severos. El próximo paso son los estudios en gran número de personas (Fase III) en los que un grupo de personas recibe la vacuna y otra una sustancia inocua (placebo). De esta forma se podrá ver si realmente la vacuna es capaz de prevenir la enfermedad. Con respecto al número de dosis necesarias, probablemente sea diferente para cada vacuna – según la tecnología sobre la que esté montada cada una. Son datos alentadores, pero no definitivos sobre la posibilidad de desarrollar una vacuna efectiva y segura para controlar la pandemia″, dijo Stecher.

Comments

Comentarios