El dato de inflación de junio de 2,2% mensual, más de medio punto por encima de lo esperado, no sólo enciende algunas luces de alerta sobre la evolución de la principal variable de riesgo post cuarentena sino que pone en tela de juicio la política de tasas positivas para los depositantes implementada desde mediados de mayo por el Banco Central. A pesar de que el avance de los precios ya prácticamente anula la ganancia real por intereses para los ahorristas, la entidad monetaria no prevé, por el momento, volver a subir la tasa mínima para plazos fijos que los bancos deben ofrecer a sus clientes.

Tras fijar un piso de 26,6% anual en mayo y disponer una suba a principios de julio, esa tasa se ubica hoy en 30% anual, lo que equivale a una tasa de 2,5% mensual. Con una inflación de 1,5% como la de abril y mayo, los depositantes lograron ganarle 1 punto mensual a la inflación. El índice de junio cambia la ecuación. Si se mantuviera en el nivel del mes pasado, los ahorristas apenas lograrían empatar a la inflación. Pero, si tal como se espera, los precios se aceleran en las próximas semanas cuando paulatinamente se vaya retomando el nivel de actividad, las tasas de interés pasivas volverían a pasar terreno negativo.

Si bien en el Banco Central apuntan a evitar esa situación, y hasta no descartan una eventual suba de la tasa de referencia en plan de esterilizar la mega emisión monetaria de los últimos meses, consideran ahora prematuro una reacción inmediata al dato conocido la semana pasada. Claro que la dinámica del mercado puede cambiar los planes de un día para el otro si, tal como se empezó a evidenciar en las últimas jornada, aumentan las presiones sobre el dólar. “Es un día a día”, admiten en la entidad.

Obsesionado por mantener a raya el valor del dólar, principal causa para sus autoridades de la suba de precios, el BCRA se mostró hasta el momento bien atento a evitar esta situación. De hecho, en marzo frenó el acelerado recorte a la tasa de Leliqs, que dejó en 38% anual aún cuando los meses siguientes la inflación cayó a la mitad -en gran medida debido a la necesidad de reabsorber la liquidez inyectada en plena cuarentena dura- e impuso semanas más tarde la tasa mínima para los plazos fijos. Fue cuando se intensificó la presión cambiaria y se amplió la brecha, que llegó a 100%. Junto con el refuerzo a los controles para el acceso a la compra de dólares, tanto en el mercado oficial como en los alternativos, el dólar Bolsa y el “contado con liqui”.

fuente: infobae

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