Pasaron casi nueve meses desde que asumió el intendente Mariano Campero, y aún no se han visto los cambios respecto a la gestión anterior. Las calles muestran su deterioro, hay zonas en las que no hay veredas y a todo esto se suma la colmatación de las aguas servidas. Una imagen que se cae a pedazos de “Toledito”.
Yerba Buena, la ciudad que hace un par de años supo estar en el Top Ten de los municipios más agradables del país para vivir, hoy se encuentra lejos de ser el paradigma jurisdiccional que todos conocimos, y muestra a propios y extraños -casi sin vergüenza- un estado deplorable de sus calles, veredas y desagües abandonados, basurales por doquier, una falta total de planificación urbana y de infraestructura básica, y un enorme descontrol del tránsito vehicular. La “La Ciudad Jardín” ya no se luce y la calidad de vida de sus habitantes deja mucho que desear. Mientras tanto, el intendente Mariano Campero, a casi nueve meses de haber asumido, pareciese que ha tomado la posta del desastre que dejó su antecesor Daniel Toledo, y sigue por el mismo camino, haciendo poco y nada, al punto que los vecinos ya lo llaman “Toledito”.
¿Qué ha pasado? ¡Es la pregunta del millón! o al menos de los 150 mil vecinos que hoy viven y sufren la falta de infraestructura básica y de servicios comunes en el municipio de Yerba Buena.
Porque no sólo en la ciudad del Top Ten se carece de buenos servicios, sino que a diario se debe lidiar con aguas servidas en las calles por cloacas y desagües que revientan, o en verdaderos “piletones” de agua sucia varios tramos de las avenidas Perón, Aconquija y Solano Vera cuando llueve y se desbordan los canales, a lo que hay que sumar el trajín diario de transitar a pie y entre medios de autos, motos y camiones por calles destruidas por la falta de veredas.
La situación no cambia demasiado si se circula en vehículo. Hoy transitar por Yerba Buena es como hacerlo por un circuito de rally ya que l mayoría de sus arterias, incluso las más usadas, parece haber sobrevivido a un bombardeo enemigo. Los baches son moneda corriente y los lomos de burros abundan y sortearlos resulta un peligro, porque muchas veces son construidos de forma descomunal por los propios vecinos, arrogándose la potestad de la vía pública, aduciendo necesidad de seguridad frente a conductores inescrupulosos.
Pero los baches son los más odiados en la Ciudad Jardín. Lo hay de todos los tamaños y formas; algunos llevan años y otros son nuevitos; algunos fueron tapados y de nuevo abiertos; algunos forman lagunas y otros badenes, algunos abarcan todo el ancho de la calle y otros se abren camino a lo largo. Hay para todos los gustos, siendo las calles donde más se observan ruptura del pavimento en La Madrid, Boulevard 9 de Julio, Pringles, Fermín Cariola, Sarmiento, Ituzaingó, Anzorena, San Martín, Martín Fierro, Catamarca, La Paz, Córdoba, Miguel Lillo, Zavalía, Federico Rossi, San Luis (todas al Sur de la Aconquija) y hacia el Norte, tenemos: La Brasil, l Perú, Paraguay, Bolivia, Los Ceibos, Salas y Valdez, Diego de Villarroel, Antártida, Las Rosas, Lobo de La Vega, Thames, Moren, Arrollito, Roca, Panamá, Honduras y Chile, por nombrar algunas. Desde el pedemonte hasta el Camino del Perú, lo que hay son calles poceadas como la Salas y Valdés.
En calle Las Rosas, la municipalidad arregló un trecho que va desde la avenida Aconquija hasta Perú hace un par de años y hoy e nuevo está llena de agujeros y cráteres. La calle Cariola que lleva hacia el Shopping de El Portal, es prácticamente intransitable por la cantidad baches y lomos de burros en todo su tramo. Otro ejemplo es la calle Lamadrid donde según la Municipalidad se efectúan tareas de bacheo de manera constante. Pero el hormigón dura poco, debido a que en esa arteria se localizan los dos obradores de la canalización del Boulevard 9 de Julio, lo que incrementa el paso de camiones. Así también el camino de Yerba Buena por la Solano Vera es un “campo minado” por la cantidad de baches, lomo de burros y agua servida que los automovilistas intentan evitar para no “bañar” con agua negra a ocasionales transeúntes y motociclistas. Hay pozos enormes, y la banquina está descuidada y le falta pintura a la cinta asfáltica como color a los lomos de burros para identificarlos fácilmente.
Los vecinos de la calle La Madrid, en Yerba Buena, están cansados de la cantidad de pozos que hay en esa arteria. Los baches dificultan la circulación y ponen en riesgo a los transeúntes. Piden a la Municipalidad que la arregle, pero hasta ahora no han obtenido respuesta.
Sobre este escenario, que el olvido y la inacción parecen dominar, la imagen del intendente que representaba el cambio se cae a pedazos en medio de acusaciones de nepotismo. En el próximo número Diario Cuarto Poder se referirá a los negociados financieros en esta Yerba Buena que se marchita.
Un mal de las avenidas y calles interiores
Los problemas de baches y falta de veredas no son exclusividad de calles interiores, sino en la propia avenida Aconquija, la principal de Yerba Buena, un desprevenido conductor se puede “comer” estas irregularidades que se multiplican en el asfalto.
Prueba de ello es la gran cantidad de vehículos que se ven afectados en su tren delantero, lo que genera muchas suspicacias.
Los peatones tampoco las tienen todas con ellos porque la mayoría de las cuadras de los barrios de Yerba Buena no poseen veredas -y si las hay no están en buenas condiciones ni siquiera son uniformes-, la gente entonces debe caminar por la calle, por encima del cordón cuneta o haciendo malabares por empedrados, tierra y pastizales que simulan sendas, esquivando y disputando el espacio a motos, bicicletas, autos, camiones y colectivos, cuando no a taxis en paradas “truchas”.
Para muchos, esto parece algo normal y ya no se inmutan, pero hay vecinos que tienen dificultad motriz, son no videntes o simplemente se ven acosados por el paso de los años.