Fabián Soberón: “Mi escritura es una lucha perdida con el olvido”

Imagen de Fabián Soberón en su participación en el Vamos Viendo 11.
Por Manuel Rivas* para Diario Cuarto Poder | Hora de balances. Entrevista al escritor tucumano Fabián Soberón, en donde analiza el escenario de la producción literaria en este año pandémico y una lucha constante de la obra creada contra el olvido.

-¿Cuál es tu deseo para 2021, tanto personal como colectivo?
El crítico y pensador Mark Fisher ha escrito un libro llamado Realismo capitalista. A propósito de este concepto que implica un modo de pensar muestro presente y la cultura en el marco del postcapitalismo, sostiene Fisher: “A mi entender, el realismo capitalista no puede limitarse al arte o al modo casi propagandístico en el que funciona la publicidad. Es algo más parecido a una atmosfera general que condiciona no solo la producción de cultura, sino también la regulación del trabajo y la educación, y que actúa como una barrera invisible que impide el pensamiento y la acción genuinos”.
Fisher entiende que el realismo del capitalismo es más amplio o más perjudicial que el realismo socialista. El socialismo de Stalin generó una lógica férrea y autoritaria que obligaba a los artistas a producir obras acordes con la filosofía del comunismo. En ese marco, existía una cultura otra, diferente, opuesta a la comunista que funcionaba como vía de fuga o de escape a la asfixiante atmosfera del comunismo.
En los últimos tiempos, luego de la caída del muro de Berlín y del derrumbe de los satélites del Este, el capitalismo ha impuesto como alternativa única “el realismo capitalista”. El dogmatismo del capitalismo no deja salida: no ofrece ninguna salida. O, lo que es peor, sostiene que el único y mejor camino para la felicidad es el decadente consumismo del postcapitalismo. En este sentido, Fisher se ha propuesto pensar en los modos en que opera la atmosfera visible y el manto invisible del capitalismo de nuestro tiempo.
En su blog, escribió sobre la importancia de las creaciones marginales: “Lo que falta es la voluntad, la convicción de que lo que puede ocurrir en un formato que no tiene autorización/legitimización puede ser tan importante –más importante—de lo que llega a través de los canales oficiales”.
En el sentido que le da Fisher a lo marginal, pienso que el libro puede expandirse en soportes alternativos, en circuitos opuestos o diferentes a los tradicionales. En ese sentido, publicar un libro digital y un audiolibro son formas marginales respecto del prestigio de los monstruos editoriales como Random o Planeta.
Un audiolibro publicado por una editorial independiente o un ebook distribuido de manera aleatoria en redes sociales conforman esa ancha avenida en la que se prueban los experimentos discursivos y comunicativos. Fisher llama a no restarle importancia a las formas marginales. Estoy de acuerdo con Fisher: las marginalidades pueden ser tan importantes o más importantes que “lo que llega a través de los canales oficiales”. Deseo que sigamos trabajando para encontrar las vías alternativas a la oprimente atmosfera del realismo capitalista.
¿Cómo influyó la pandemia en tu labor creativa?
-No modificó casi nada, creo. Influyó, sobre todo, en mi relación con mis hijos, con mi familia. Como le ocurrió a muchos, tuve que mantener un encierro forzado y eso generó dificultades para generar espacios independientes o solitarios en el centro de la vida cotidiana.
-¿Crees que fue propicia la pandemia para la labor de los escritores?
-Por lo que pude informarme, dejó sin trabajo a muchas personas. Y los escritores, los cineastas, los actores, los músicos, tuvimos problemas laborales importantes. Algunos escritores tuvieron que ocupar más horas en generar dinero para cubrir sus necesidades básicas. Otros se deprimieron. Y algunos murieron.
¿Qué balance haces de este 2020?
-Fue uno de los años más complicados que vivimos.
¿Qué proyecto literario te dio satisfacciones?
-Mi escritura es una lucha perdida con el olvido. Todo está sometido al océano arrollador del olvido. Si al menos una línea de las que escribí sobreviviera al océano me sentiría bien.
¿Qué trabajo quedó pendiente para el 2021?
-Juan Martini decía que escribía la nueva novela a partir de las preguntas que habían quedado sin respuesta en la novela anterior. Me siento identificado con esta idea de Martini. Tengo expectativas de trabajar en un nuevo libro de cuentos a partir de una idea básica que trabajé en uno que empecé a escribir en 2019 y que continué en 2020. Veremos qué me depara el azar en los próximos meses.
¿Qué rol juegan los medios de comunicación e internet en la difusión de las obras?
-No estoy en condiciones de medir esto ahora. Con los años, sospecho que sabremos  de qué modo modifica internet nuestra percepción del arte de la escritura.
¿Cuáles son los narradores que te generan admiración?
-No hay un autor. Hay una biblioteca. Pienso en las distintas formas del paraíso. Y asocio esa idea con imágenes múltiples: la suntuosa evocación árabe del jardín, la imagen cristiana de un cielo brillante habitado por seres alados, el mesías en el eterno futuro. Pero me quedo con la postulación que Borges tomó de Virginia Woolf: la biblioteca o lo que otros llaman el universo. Es decir: el paraíso bajo la forma de una biblioteca.
¿La poesía sigue siendo algo para circuitos “under”?
-La poesía ha encontrado sus modos de circulación. Hay que decir la verdad de Perogrullo: la poesía no avanza por los canales oficiales. La poesía existe porque se inventa para sí misma los circuitos. Un poema es un invento de la lengua así como un ensayo es una creación de la conciencia o como un teorema matemático es un producto de la razón.
Hay algo de terca imaginación en el poema, un rumor de artefacto autónomo. Y de ahí le viene la lucha con la realidad, con la recarga de realidad virtual o realidad real que vivimos día a día. Un poema es un artefacto fascinante, desplazado, marginal y perfecto. Y un artefacto es un artificio.
Es decir, un poema crea una zona inexistente, del mismo modo que un teorema matemático lo crea. Poema y teorema gestan un futuro y se fundan en esa invención dislocada del presente. Por eso la poesía es la zona utópica del mundo moderno. Ya sabemos que hay poesía en una cierta canción o en una pintura abstracta o en una fotografía o en el cine de Eisenstein.
Pero el poema es la concentración de la poesía y, por ende, es uno de los pocos artefactos autónomos de nuestro mundo. Lo más parecido a un poema es el concepto de “idea” de Platón o un teorema matemático. De ahí que al lector no entrenado le resulte difícil leerlo desentrañarlo.
*Profesor de Letras e Historia, periodista y escritor.
Datos del autor
Fabián Soberón nació el 18 de junio de 1973 en la ciudad de Juan Bautista Alberdi, provincia de Tucumán, República Argentina, y reside en la ciudad de Yerba Buena, Tucumán.
Es Licenciado en Artes Plásticas y Técnico en Sonorización por la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán.
Se desempeña como Profesor en Teoría y Estética del Cine en la Escuela Universitaria de Cine y como Profesor en Comunicación Audiovisual en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, en la que ha sido Profesor de Historia de la Música.
En 2014 obtuvo la Beca Nacional de Creación otorgada por el Fondo Nacional de las Artes. Colaboraciones y ficciones suyas se difunden en Ñ (Argentina), Perfil (Argentina), La Gaceta (Argentina), Suburbano (EEUU), ViceVersa (EEUU), Hispamérica (EEUU), entre otras.
Integra las antologías Poesía Joven del Noroeste Argentino (compilada por Santiago Sylvester, FNA, 2008), Narradores de Tucumán (compilada por Jorge Estrella, ET, 2015), Nuestra última Navidad (compilada por Cristina Civale, Milena Caserola, 2017), y Viral (compilada por Flavia Soldano, La docta ignorancia, 2020), así como el diccionario monográfico La cultura en el Tucumán del Bicentenario, de Roberto Espinosa (2017).
Fue traducido parcialmente al portugués, al francés y al inglés. Presentó sus libros y sus documentales en universidades y otros espacios de Puerto Rico, Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Islandia y Suecia.
Libros publicados: la novela La conferencia de Einstein (1ª edición en 2006; 2ª edición en 2013); en el género relatos: Vidas breves (1° edición en 2007; 2° edición en 2019) y El instante (2011); en el género crónicas: Mamá. Vida breve de Soledad H. Rodríguez (2013), Ciudades escritas (2015) y Cosmópolis. Retratos de Nueva York (2017); y el volumen 30 entrevistas (2017).
Como director de cine, realizó los documentales Hugo Foguet. El latido de una ausencia (2007), Ezequiel Linares (2008)Luna en llamas. Sobre la poeta Inés Aráoz (Tucumán, 2018), Alas. Sobre el poeta Jacobo Regen (Salta, 2019) y Groppa. Un poeta en la ciudad (Jujuy, 2020). Con los músicos Fito Soberón y Agustín Espinosa, editó el disco Pasillos azules (AERI Records, 2019).

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