Por Manuel Rivas* Director de Diario Cuarto Poder | Más que una promesa, una realidad. La joven escritora Emily Negri cursa su último año del secundario y ya tiene publicaciones y logros propios de los autores consagrados. Su primera novela y el inicio de una saga.
Alas misteriosas y sublimes
La vida le dio un don que Emily Negri sabe pulir, como si se tratara del diamante más brillante del mundo. Cuando la joven llega para la entrevista en una conocida librería del centro tucumano, sostiene que estar rodeada de libros es un verdadero Paraíso.
La acompaña su fan número uno, la mamá, Elizabeth Juárez (Lizzi), quien la apoya en esta vocación literaria. Sin saberlo estamos a las puertas de una charla amena en la que nos acercaremos a esta joven y decidida escritora.
La magia, en este caso, no sólo pasa por las obras que Emily ya dio a luz en diversas publicaciones, sino en esas alas a las que alude su primera novela. Compartimos con ustedes el diálogo con la escritora.
-¿Cuál es el primer contacto con la letras que recuerdas?
-A los cuatro años le pedí a mi mamá que me enseñara a leer y escribir. Ella llegaba cansada de trabajar y me leía cuentos infantiles, pero yo quería que continuara haciéndolo indefinidamente. En esos momentos ya soñaba con escribir, por lo que empecé a leer.
-¿A esa edad te impactó alguna lectura?
-Sí, leí un poemario de Alfonsina Storni y me dije a mi misma que iba a escribir poesías y novelas.
-¿Qué ocurrió cuando empezaste la escuela?
-Entré al jardín leyendo y escribiendo. Se dieron cuenta rápidamente que me gustaba la lectura porque mientras mis compañeros jugaban yo leía los libritos de cuentos. Al final del año, la señorita Teresita me permitió escribir unos versitos para despedir el año.
-¿Recuerdas los versitos?
-Jardincito querido / hoy llegamos al final / Gracias por tantos compañeritos / juegos, alegría y amistad / Jardincito querido / te queremos agradecer por nuestra señorita / que nos ayudó a crecer / Felices vacaciones vamos a disfrutar / y estaremos todos juntos / el otro año que vendrá.
La jovencita sonríe al evocar esos años y mira con complicidad a su madre, que sigue atenta el diálogo, y nos recuerda las veces que la derivaron a las psicopedagogas por lo avanzada que era Emily en la escuela con respecto a sus compañeros y se enfoca en la continuidad de ese contacto mágico con el mundo de la creación literaria.
-¿Cómo siguió tu contacto con los libros?
-A los seis años dejé los libros infantiles justamente un día del niño en que mi madre me llevó a una juguetería, pero al frente había una librería y le pedí que me llevara allí. Elegí ocho libros: El Principito, El diario de Ana Frank, Platero y yo, Romeo y Julieta, Robín Hood, Las aventuras de Tom Sawyer, Heidi y Cyrano de Bergerac.
-Parecías la niña de la película Matilda.
-Sí, varias veces me dijeron eso. Después de leer esos libros, seguí comprando y leyendo. La maestra de primer grado me puso en la conducción de los actos, en declamaciones y obras de teatro. Nunca tuve nervios incluso hasta mi presente en el 6° año en la Escuela Celestino Gelsi.
-¿Habías conocido hasta ese momento algún escritor?
-No, pero cuando tenía 10 años hubo un encuentro de escritores en Lules y le pedí a mi mamá que me llevara, que sólo quería ir a ver de qué se trataba. La noche anterior había soñado con mi abuela que ya había fallecido y a las 5 de la mañana escribí un poema para ella, el que llevé conmigo.
-¿Qué pasó en ese encuentro?
-Me derivaron a un taller para chicos en el que Candelaria Rojas Paz trabajaba con el cuento “Las medias de los flamencos”, de Horacio Quiroga. Yo conocía el cuento, pero quería leer mi poema en el escenario con los escritores mayores. Busqué a la coordinadora del encuentro, Perla Jaimovich, y le dije que quería leer. Luego de ver mi poema me dijo que esperara al final de las actividades que estaban previstas.
-¿Subiste al escenario?
-Sí, una vez que terminaron de leer los escritores disertantes Marta Valoy, Salustiano Alvarado y Flavio Cruz, subí al escenario, ni siquiera llegaba a la mesa, y cuando concluí la lectura, se pusieron de pie y me aplaudieron. Más tarde hubo un almuerzo y desde el área de Cultura de Lules me hicieron llamar para que concurriera porque los escritores preguntaban por mi. Ahí se abrieron muchas puertas.
-¿Qué puertas se abrieron?
-Llevé mi cuaderno con poemas y Perla Jaimovich, Gustavo Callejas y Virginia Fátima González Racedo, me alentaron. Flavio Cruz me invitó a un ciclo en Casa Histórica, coordinado por el escritor Ernesto Rojas, en donde se presentó una antología de escritores. Desde ese momento comencé a participar de los grupos de escritores a través de las redes sociales. También conocí a la presidenta de la Sociedad Argentina de Escritores en Tucumán, Alejandra Burzac Sáenz, y me sumé a los escritores jóvenes bajo la coordinación de Gladis Solórzano.
Los ojos de Emily parpadean con claridad cada uno de esos recuerdos, y en el brillo diáfano de la mirada de su madre se sostiene el orgullo por esos logros, que no son los únicos. El juego de naranja de la entrevistada refresca la garganta de la larga charla y el café del entrevistador despide ese particular aroma que ameniza la charla.
-Me imagino que no habrán sido las únicas puertas que se abrieron…
-No, la participación por la SADE en el Mayito de las Letras de 2011, me dio una impensada oportunidad de dar una charla. Mis compañeros no habían llegado y había que hablarle a alumnos primarios sobre escritura. Les conté cómo hacía para escribir y a partir de una palabra comenzaron a hacerlo ellos mismos. Cuando bajé del escenario, Silvia Trejo me dijo que el presidente del Ente de Cultura, Ricardo Calvo, quería hablar conmigo. Desde ahí pasé a formar parte del staff de escritores y a publicar en diversas antologías.
-¿Hubo concursos y publicaciones?
-Obtuve el primer premio en el Concurso Poesías por la Paz, que se realizó en Monteros. También seguí publicando con Perla Jaimovich, realizando talleres y disertaciones. En 2016 publiqué en coautoría con el poeta Adolfo Marcello, “El Remolino del tiempo”. Luego seguí con la poesía pero ya había aparecido la idea de escribir una novela.
-¿Cómo nació esa novela?
-De charlas con mi mamá, de lecturas y de vivencias propias. Me gustan las sagas. “El misterio de mis alas” tiene ciencia ficción, metafísica, esoterismo y espiritualidad. La presenté en el Centro Cultural Virla el 28 de octubre. Un día después del aniversario del fallecimiento de mi abuela Susana Soria, que se fue de este mundo en 2011. Yo tenía ocho años. Ella tuvo alzheimer pero nunca me olvidó. Siempre me alentaba a cumplir mis sueños. Si no me hubiese arriesgado en aquel encuentro literario hoy me seguiría preguntando qué hubiera pasado.
-¿Cómo fue tu actividad en el año de la pandemia?
-Organicé un café literario virtual, en donde les leía sus poemas a los adolescentes de Lules. Mientras que en junio del año pasado, se contactaron conmigo desde Colombia para decirme que habían visto mi trayectoria. Era el escritor Jorge Alasevich, quien me nombró Cónsul del Parlamento Joven de Escritores de Cartagena de Indias. Más tarde, en octubre, me designaron Embajadora Argentina en ese parlamento de jóvenes escritores.
-¿Cuál es tu método para escribir poesía?
-Me surge al observar un paisaje, una situación o explorando sentimientos propios o ajenos. Siempre me la pasaba mirando a otras personas desde la mirada del artista, gestos, miradas, situaciones, amores no correspondidos. En 2017 escribí un poema llamado “Mi Lules querido”, al que Azul Gallía le puso música. Flavio Cruz me llevó entonces a los talleres de composición y canto.
-Además de las redes y las publicaciones ¿qué otros medios de difusión te agradan?
-Sin dudas, la radio. En 2017 hice un programa de radio llamado “Esencias del alma”, en el que leía poesías de escritores tucumanos de esta época.
-¿Emily es tu nombre real?
-Es mi nombre literario, pero era el que en realidad iba a ponerme mi mamá. Pero ella estaba en coma en terapia intensiva y, como tuvo un presentimiento, dejó un papel escrito con mi nombre que era Emily Lourdes, pero lo perdieron, así que en el Registro Civil quedé como Lourdes Emilse, pero ahora pude recuperar el original gracias a la Literatura.
Su madre acota que ella odia el nombre Emilse, a lo que Emily asiente siempre sonriente.
-¿Qué puedes decir de tu novela “El misterio de mis alas”?
-La escribí inspirada en la labor de mi madre como auxiliar gerontológica, que trata con personas con problemas psicológicos y mentales. Es una novela para todas las edades, tiene 12 capítulos y narra una historia que puede llamar la atención. Hasta el momento sólo coseché elogios y eso me llena de satisfacción.
El cuaderno de notas queda a un costado, y da paso a las fotos de Emily Negri, quien sostiene su primera novela rodeada de ese Paraíso de libros, con el que siempre sueña, como gran lectora y excelente escritora que es.
*Profesor de Letras e Historia, periodista y escritor.