Por Manuel Rivas* de Diario Cuarto Poder / El primer libro de poemas de Edgardo Livov conmueve, emociona, sorprende, deja pensando al lector, y reedita el placer que debe tener quien lee poesía. Este debut es auspicioso y llena de expectativas la continuidad creativa del poeta.
Inicio exploratorio
Ya en el primer poema de “Los huesos del huracán”, “O-IR” –que no está incluido en ninguna de las cuatro partes, sino que hace como una especie de introducción- el poeta declara la apertura de su sentido del oído en una gama de acciones que tienen que ver con la naturaleza, con la vida de otros seres y del propio ser humano.
En coincidencia con el comentario sobre la obra, realizado por Leopoldo Castilla, el autor explora un terreno poético que parece ir reconociendo de a poco y comienza una tarea creativa que va creciendo en intensidad y calidad poética.
El autor del prólogo –reflejado en contratapa- señala al poema “Arquitectura” como el que marca esos escalones por los que sube Livov en su camino creativo.
Despliegue de personificaciones e imágenes
El uso de recursos como la personificación y las imágenes sensoriales son las que le dan un gran vuelo estético al mencionado poema.
Ese vuelo va ganando en altura en el resto de los poemas de la primera parte. El acertado despliegue de metáforas y la continuidad de las tonalidades de las imágenes, le dan un vigor a la poética que va tomando un sello inconfundible en la voz del autor.
En “La oreja” el poeta demuestra no sólo su técnica y estilo depurados sino el humor que permite disfrutar y sonreír al lector.
Una fuerza poética artesanal
En “Foto sepia” el poeta explora desde su interior, un pasado con esas tonalidades, con secretos que se guardan en rollos de fotos inconclusos.
Su poesía tiene tanta fuerza que, desde la experiencia personal y con el artesanal trabajo de las palabras, nos atraviesa para despertar quizás nuestros propios recuerdos.
En “Matar al amor” y “Fénix” juega con las ausencias y con las sensaciones que provoca esa soledad.
En “Mi poesía” ya se nota que sus versos nadan como peces en el mismo “asfalto lavado con espuma de cerveza” al que alude en el inicio del poema.
El camino del placer de la poesía
Livov va llevando al lector de la mano por una escalera en que el placer de la poesía se potencia constantemente.
La segunda parte ya nos muestra a un poeta que sorprende y construye cada vez con más imaginación.
En “La batalla de las flores”, las personificaciones nos abofetean sin dejarnos reaccionar y nos llevan en un vaivén de flores llevadas de un lado al otro por una brisa fresca de poesía.
Una voz poética propia
En “Los árboles” esa voz poética, melancólica y doliente conmueve hasta la médula en una lograda capacidad perceptiva.
En “El pelo” retoma ese tono de humor dentro de la soledad de la voz poética. Livov nos saca una sonrisa con circunstancias que a otros generaría sólo lágrimas.
La tercera parte del libro, en donde los poemas tienen dedicatoria, es en donde Leopoldo Castilla señala que se ve al autor “crecido, dueño y señor de su lenguaje” y no se equivoca, porque en el ejercicio de la definición y la evocación de los personajes. Allí se destacan “A Mozart”, “A Julio Chávez”.
Livov, el poeta
Por último, en la parte final del libro, los poemas ya muestran una estatura poética que invita a Edgardo Livov a seguir incursionando en este género, teniendo en cuenta que es su primer libro de poemas.
“Mujer Tigre”, “Hombre Ángel” y “La pared” son a mi criterio los más logrados e impactantes, pero el resto no desentona de ninguna manera.
Sólo se trata de predilección personal de lector y no de calidad literaria, que Livov la tiene de sobra.
Espero con ansias que los caminos de la poesía lo atrapen definitivamente y en breve tiempo dé a luz un nuevo libro, con raíces que calen hondo en las almas de cada lector, pero que al mismo tiempo emerjan en nuevas progresiones para dar vida a árboles cuyas ramas surjan perennes hacia el firmamento infinito de la creación literaria.
*Profesor de Letras e Historia, periodista y escritor. Director de Diario Cuarto Poder.
Mini biografía de Edgardo Livov
Nació en la ciudad de Buenos Aires. Es ingeniero y tiene una empresa de equipamientos especializada en el área de salud. Actor desde hace 18 años; han sido sus maestros Inés Pascual, Julio Chávez y Augusto Fernández. Ha participado en programas de televisión, cine y teatro.
Desde 2010 asiste al taller literario Tangerina, coordinado por Ana Guillot; básicamente narrador, comienza a escribir poesía en el 2019. Ha participado de la antología “Cómo decir”, editada por Ruinas Circulares en 2020. “Los huesos del huracán” es su primer libro de poemas.