El piloto español afrontaba la última etapa con los deberes casi hechos después de la jornada del jueves. Se convierte en el piloto más veterano en ganar el Touareg y el primero en hacerlo con un coche híbrido.
Carlos Sainz, con sus 61 años a cuestas, se erige como la viva imagen de que la edad es solo un número. La flor de la madurez luce en su pecho con el orgullo de quien ha conquistado las arenas del Dakar por cuarta vez, bajo el estandarte de la escudería Audi. Se convierte en el piloto más veterano en ganar esta competición, récord que él mismo estableció en su último triunfo. Este Touareg supone un capítulo más en un relato que ya contemplaba glorias pasadas obtenidas en las ediciones de 2010, 2018 y 2020. Un capítulo con historia al convertirse, junto a su copiloto Lucas Cruz, en el primer piloto que ha convertido un coche híbrido en campeón del Dakar. El piloto madrileño pilota el Audi RS Q e-tron, un coche que monta un motor eléctrico en cada eje y uno de combustión interna, una de las apuestas tecnológicas más arriesgadas de la historia del raid. Por el momento no es posible que un coche solo eléctrico supere determinadas etapas de dureza extrema.
Este viernes, el español despertaba tejiendo en sueños la estrategia para sellar su destino, que se dejó prácticamente zanjado tras la etapa del jueves. Con una ventaja significativa, que se traducía en más de una hora y 25 minutos de Sebastien Loeb (en la penúltima etapa tuvo problemas mecánicos y se quedó sin posibilidades), las deidades de la carretera le sonreían. La etapa prometía ser un epílogo menos arduo, una etapa final de 175 kilómetros de dunas que mostrarían menos complicaciones de navegación sin obstáculos de piedra.
El español enfatizó la importancia de la cautela y la experiencia previo a la etapa final, indicando que “las carreras hay que acabarlas”, una sabiduría que le ha llevado a no adelantar los festejos y asegurar que cada competencia se debe tomar con seriedad hasta cruzar la línea de meta. Su prudencia y habilidad se tradujeron en éxito, culminando así un Dakar en el que su experiencia fue definitiva para alcanzar el triunfo. Un título que engrandece su leyenda.
Todas estas conquistas en el mundo del motor le equiparan a otros ídolos del automovilismo con Ayrton Senna, Stéphane Peterhansel o Michael Schumacher. Una lista en la que ya está Carlos Sainz, que se ha convertido en un piloto imbatible.
Incertidumbre futura
El madrileño ha ganado el Dakar con cuatro marcas distintas. En 2010 fue Volkswagen, en 2018 con Peugeot y en 2020 con Mini. Este año defendía los colores de la escudería de Audi. Lo cierto es que la marca alemana se despide del rally, pues ni la victoria de Sainz ha logrado cambiar la opinión de un equipo que quiere focalizarse en la Fórmula 1. Este adiós se conoció en el transcurso de la edición, cuando Rolf Michl confirmó que la escudería alemana no iba a continuar compitiendo en el rally más clásico del mundo del motor.
Se embarcaron en la competición durante tres años y se despedirán por todo lo alto. La intención de la escudería fue clara en todo momento. Se les resistió el triunfo en sus dos primeras ediciones, pero abandonan en la cúspide. Sin embargo, esto deja una incertidumbre abierta sobre el futuro de Sainz, la incógnita de donde correrá el madrileño la próxima temporada. Los rumores apuntan a que lo tiene hecho con Ford, de hecho, la marca ya le dejó un recado: “Carlos Sainz… para ganar necesitas a los mejores pilotos y al mejor equipo”. Si finalmente se incorpora, supondría el regreso del piloto a la marca con la que coronó en el Campeonato de Rallies de España en 1987 y 1988.
El Dakar no escapa al infortunio de Sainz
Cuando el madrileño se convirtió en un asiduo de las dunas, el mal fario no dejó de acompañarle. En 2009, parecía predestinado a ganar su primer Dakar, pero el sueño se fue al traste al caer por un barranco de unos cuatro metros cuando quedaban tres días para la conclusión. En 2011, perdió todas sus opciones al destrozar la suspensión delantera por caer en un socavón. En 2013, sufrió una avería seguida de una fuga de gasolina, que llevaron a que estuviese más de 40 minutos parado y a que le remolcasen hasta meta: acabó retirándose dos días después, al decir ‘basta’ su motor.
Aún hay más. En 2014, un accidente por el que dio dos vueltas de campana dejó su coche totalmente inservible y provocó que abandonase. En 2015, más de lo mismo: chocó contra una roca y acabó volcado, retirándose. En 2016, se le averió la carcasa del cambio de forma fatal y yendo líder. Con el liderato de por medio también en 2017, otro accidente duro en un terraplén motivó que no pudiese continuar: iban cuatro abandonos consecutivos.
Tras años de mayor tregua, en los que al menos pudo completar el Dakar (eso sí, perdió más de tres horas por una avería en 2019), un nuevo accidente le apartó del evento desértico en 2023. Justo un día después de haberse adjudicado una etapa y cuando las opciones de entorchado se habían disipado, volcó sin remedio. 12 meses más tarde, ningún percance, de mayor o menor entidad, ha podido con Carlos Sainz.