A cajón cerrado velaron a Néstor.

“Hay dos clases de lealtad, la de los que son leales de corazón al movimiento y los que son leales cuando no les conviene ser desleales”. John William Cooke se encargó de parafrasear a Juan Domingo Perón.

Sobre el velatorio de Néstor Kirchner se construyeron todo tipo de teorías insólitas que incluso llegaron hasta la mesa de Mirtha Legrand. La verdad de todo lo que se vivió en esas horas es más terrenal, más política y más peronista. Mucho más si se revive desde el tiempo. Todo estuvo calculado. Nada tuvo que ver esa idea que surgió sobre la razón del cajón cerrado: “No le querían regalar esa imagen a Clarín”, entre otros célebres cuentos. No es cierto. La indicación la dio en ese entonces, Javier Grosman, el hombre que se encargó desde las sombras del anonimato de la construcción del relato K, de darle arraigo en lo concreto. Si el cajón estaba abierto, quien se acercara a saludarlo se quedaría con esa imagen, desolación, destino incierto y así el futuro del último año de Cristina se volvería un desgobierno. Con el cajón cerrado, todo apuntaba a ella y un llanto de tristeza se convertía en un llanto de fuerza, con ella a la cabeza, como la sucesora del legado. Todo eso sirvió para el 2011, pero duró poco.

Seis años después de la muerte de Néstor Kirchner, cuando ese apellido parece ser “piantavotos” para los “pejotistas”, pocos son los leales que quedan en el Frente para la Victoria, hoy sostenido por el núcleo duro de “La Cámpora”, un sector que con Kirchner estaba relegado. Lo cierto es que desde el fallecimiento del ex presidente, el peronismo no volvió a encontrar un conductor. No lo encontró en la figura de Cristina y hoy no aparece un nombre que aglutine todos los deseos e intenciones. Lo que sí queda claro es que no son muchos los que se animan a mostrar abiertamente la continuidad de simpatía con la década ganada: no están dadas las condiciones, ni la certeza de los números.

Sin Kirchner, el PJ/Frente para la Victoria ganó las presidenciales del 2011 pero perdió las de 2015 y las legislativas del 2013. Reafirmó la provincia de Buenos Aires en 2011, pero la perdió de manera histórica en 2015. Desde 2010 hasta 2015, el territorio bonaerense se desbandó. “La figura de conducción de Néstor era muy fuerte. Imponía respeto, presencia, era un animal político, te hacía sentir de cualquier manera la respiración en la nuca. Cristina está a años luz de él y eso se notó”, le explicó a Infobae un hombre que hoy pelea por el liderato del Partido Justicialista. “Vamos a renovar el compromiso con el legado de Néstor y con el proyecto político de justicia social con el que nos enamoró”, escribió el diputado nacional y referente de La Cámpora, Wado de Pedro. A Wado se le reconoce muñeca política y se lo respeta en todos los pasillos. Es el nombre que hoy menos molesta, detrás de una aparición cada vez mayor de Máximo Kirchner.

Sin Kirchner, Cristina se convirtió en la mariscal de la derrota en la provincia de Buenos Aires. Desconoció a los que podían asegurarle una victoria y eligió la caída con Aníbal Fernández. Hoy, un año después, se caen mitos y ya no hay disimulo en sostener que CFK apostó por la derrota de Daniel Scioli, pensando que no se podía escapar el campo bonaerense. En 2013, sin interlocutor en el conurbano, el entonces secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, les afirmó a los que tenían dudas, cuando se definían las listas para las legislativas: “no se preocupen, Massa no juega”. Sergio Massa jugó y aplastó al kirchnerismo.

Sin Kirchner, el empresario Lázaro Báez perdió a su socio más amado y terminó en el penal de Ezeiza. Aún así, Báez lo sigue defendiendo con el silencio, pese al enfrentamiento sin cuartel que inició en contra de los herederos del trono de El Calafate. “No merecen tener ese apellido”, llegó a decir Báez, investigado por el desvío de más de 20 mil millones de pesos destinados a la obra pública. Cristina literalmente lo desconoció. Junto a él, también están en la cárcel el ex secretario de Obras Públicas, José López; el ex ministro de transporte, Ricardo Jaime, y su testaferro, Manuel Vázquez. Jaime también honra la memoria de su ex jefe con más silencio. La causa Hotesur, Los Sauces, y la Ruta del Dinero K avanzan a pasos estremecedores para la óptica K y lo que depara el destino no parece ser bueno. Sin la presión sobre la Justicia que imponía el ex presidente, desde el 2010 en adelante, el FPV también perdió un interlocutor con la Justicia y los servicios de inteligencia, así el chaleco de fuerza se fue aflojando y aparecieron de a poco los arrepentidos que le quitaron el velo a la corrupción K. “Hablen con Julio”, decía el hombre santacruceño cuando había que hablar de empresas y contratos. Julio era Julio De Vido, quien no era su amigo pero sí su más fiel ministro. Comodoro Py lo encierra aún más, como pieza central del desvío de fondos públicos.

Ni siquiera su sucesión quedó en pie. La Justicia le embargó a Florencia Kirchner cinco millones de dólares y ahora se busca que se embarguen todas las propiedades que conformaron el traspaso de bienes de lo que dejó Néstor a su familia.

Hoy, Kirchner se encontraría con el cereal que supo sembrar: Santa Cruz está quebrada. El kirchnerismo administró 40 mil millones de pesos y el peronismo debió apostar al apellido Kirchner para mantener el poder, como lo hizo Néstor en 1995 cuando postuló a su hermana para intendenta de Río Gallegos y perdió. Esta vez la idea fue de su hijo: ganó por Ley de Lemas.

En sus primeros años como presidente, Néstor Kirchner, disciplinó y ordenó a todos los gobernadores con la fuerza de la chequera estatal. Muchos esperan que vuelva ese estilo. Hoy eso ya no está, pero los jefes provinciales buscan la manera de conquistar al macrismo y así evitar sobresaltos económicos, esperando un giro de fondos oxigenadores.

Escuelas, piletas, calles, avenidas, bibliotecas, pasajes, teatros, hospitales, centros de salud, campos deportivos, terminales, sedes sociales, centros de rehabilitación, plazas, aulas y hasta una unidad móvil satelital y un canódromo, entre otras inimaginables cosas llevan hoy, seis años después, el nombre de Néstor Kirchner. También ahora arrancó la oleada de quites de nombre, porque esto es como… la deslealtad cuando no conviene ser leales. O algo así.

Fuente: Infobae

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