El que había comenzado como un día más de trabajo cambió con una imagen y quedará para siempre grabado en la memoria de Joaquín González y Rodrigo Palo, guardaparques del Cerro Aconcagua, que el pasado 22 de mayo fueron testigos de un hecho único a miles de metros sobre la superficie del suelo.
Lejos de la pandemia y del asiduo contacto humano, un cóndor y un zorro compartieron un momento en el Aconcagua — de 6.962 metros—mientras realizaban las tareas de relevamiento de fauna en la zona, en el área de ampliación del Parque Provincial Aconcagua, entre la Quebrada de Matienzo y el límite con Chile.
Estaban en silencio, tranquilos, uno al lado del otro y observando a Joaquín, quien detrás de la lente de su cámara inmortalizó ese momento que para él significa “un premio” tras seis años de incansable trabajo en la montaña. Sus imágenes, para el regocijo humano, dan cuenta de que las especies animales pueden convivir en total armonía.
“Verlos juntos y tan cerca para mí fue un premio... Puede ser casualidad, o causalidad, porque lo poco que sé de fotografía es para usar la cámara como una herramienta de trabajo que me sirve justamente para documentar este tipo de acontecimientos, pero en todos estos años esta fue una de las experiencias más hermosas”, confió Joaquín.
La primera grata imagen fue la de una pareja adulta, un macho y una hembra, posados sobre las rocas. Bellos y altivos. La condoresa caminó, miró a las personas detrás de la cámara y se alejó. El zorro —tan parecido al que ilustra Antoine de Saint-Exupéry en su inigualable “El Principito”— caminaba un poco más abajo, pero apenas la dama se fue, él tomó su lugar al lado del rey de los Andes.
“Nos llamó mucho la atención que estén tan cerca. Esa fue la primera vez que vi tamaña conducta y comportamiento de tanto respeto entre especies tan distintas”, dijo conmovido González.
El guardaparques supone que ambos habían estado comiendo minutos antes y que decidieron posar para descansar un rato. Los cóndores —a diferencia de lo que se cree y que le otorga mala fama— no son cazadores y solo se alimentan de carroña. “Quizás había algo que no vimos y lo habían estado comiendo porque el cóndor cuando está muy hambriento o muy saciado se queda muy tranquilo”, reveló.
Emocionado por el reciente recuerdo, y por su amor a los animales, relató cómo fue ese instante: “Me acerqué con mi cámara, a unos 10 metros, y ahí estaban. Creo que el cóndor había comido poco antes porque se quedó muy tranquilo y expectante a lo que yo hacía. ¡Los dos lo estaban! ¡Uno al lado del otro! ¡Fue increíble!”.
“Realmente me siento afortunado porque la naturaleza siempre sorprende. Yo ando mucho por esa zona, mucho en el campo y desde 2014 estoy en el Aconcagua… ¡Mirá todo el tiempo que pasó para encontrarme con eso, pero pude verlo y fue extraordinario”, admite.
“Los dos estaban pendientes de lo que yo estaba haciendo, me miraban fijamente y eso me conmovió. Cuando estuve frente a la pareja, pasó lo mismo: los dos miraron a la cámara”, siguió Joaquín, guardaparque en el Parque Nacional Aconcagua desde 2014.
En 1983, el Aconcagua fue declarado Parque Provincial y como tal en toda la zona que abarca se debe respetar el objetivo primero de preservar los valores naturales y culturales en las 71.000 hectáreas aledañas al cerro. La zona de avistaje integra la flamante área de 18.500 hectáreas que fue anexada al Parque a fines de 2019 y como parte de la ley provincial que amplió el área protegida hacia el límite con Chile.
La situación actual de los cóndores andinos
En enero de 2018, en el departamento de Malargüe, treinta y cuatro cóndores (además de dos ovejas, un puma, una cabra y un cordero) fueron hallados sin vida en la localidad mendocina de Los Molles. Los animales estaban dispersos en la misma área y parcialmente quemados. Las autoridades y los organismos conservacionistas conjeturaron que los responsables de tremenda matanza intentaron calcinar los cadáveres para ocultar un caso masivo de envenenamiento.
Entonces, la Fundación Cullunche denunció que el uso de agrotóxicos amenaza la salud humana, pone en peligro la supervivencia del cóndor andino y de todas las formas de vida.
“El cóndor es un animal longevo, monogámico y está siempre con la misma pareja. Cuando tienen cría, la cuidan hasta los 4 años, por lo que no hay una reproducción constante, no hay mucha población. Eso, sumado a que hay gran impacto sobre su hábitat debido a la megaminería y otras cuestiones, además de la mala fama de cazador que tiene, por la que los confunden con otras aves y los matan, están perjudicando seriamente a la especie”, añadió con preocupación de guardaparques.
Los cóndores no son cazadores sino carroñeros, lo que se ve a simple vista: no tienen pico de punta como las aves rapaces, no tienen garras y tiene la cabeza pelada. “Eso demuestra que el animal no es cazador y, además, cumple una función muy importante en el ecosistema porque son controladores fitosanitarios. Esto significa que si ellos no estuvieran controlando a los animales que se mueren, si no los comieran, esos cuerpos generarían plagas, por eso tienen una función específica en el ecosistema y se los debe cuidar”, amplió.
Respecto al envenenamiento del que es víctima la especie, aseguró que en las zonas de explotación ganadera “hay un problema también con el puma, que es carnívoro y cazador” y que a falta de presas naturales por la perdida de su espacio debido al avance de la producción de ganado, se lo come, lo que genera que muchas veces los ganaderos envenenen con cebo los cuerpos de otros animales para que los pumas los coman y mueran.
“El cóndor ‘trabaja’ con el puma porque cuando el puma caza, deja el cuerpo que no come y el cóndor con otras aves más pequeñas, todas carroñeras, se alimenta de los restos. Muchas veces esos cuerpos son envenenados y ese cebo tóxico mata a los cóndores como pasó en ese caso tan lamentable de 2018 que dejó decenas de individuos muertos por envenenamiento”.
Las consecuencias del Cambio Climático se ven en el Aconcagua
Los guardaparque participaban de tareas de relevamiento de fauna en el área de ampliación del Parque Provincial Aconcagua, entre la Quebrada de Matienzo y el límite con Chile, que fueron integradas a las 67.400 hectáreas que ya conformaban el Parque por medio de la ley 9.205 y aprobada en noviembre del 2019 en la Legislatura cuando registraron las imágenes.
Debido a la riqueza natural de esa zona, que tiene un elevado valor ecológico por su flora, fauna, humedales y hasta glaciares, es desde esa fecha Área Natural Protegida y de injerencia del cuerpo de Guardaparques.
El área está dividida en tres categorías diferentes. De ellas, dos estarán habilitadas para la práctica de turismo y deporte, mientras que la tercera es intangible (sólo pueden acceder los guardaparques u otros investigadores con finalidad científica).
“El trabajo de relevamiento se hace de diferentes maneras: de fauna, de flora o de humedales. Lo que hacemos, por ejemplo, es contar la cantidad de cóndores cuando se encuentra una condorera, que son lugares donde posan los nidos. Hay muchas formas de monitorear la flora y la fauna”, asegura, y cuenta que a causa de la pandemia, en la zona no hay personas como puede ser habitual en este época del año y hasta la llegada de grandes nevadas.
Preocupado por la situación visible de la zona, agrega: “Hay un cambio muy drástico y se ve mucho en los humedales. Esto es debido al Cambio Climático. Por ejemplo, en la zona de vegas y mallines, que son los oasis que tenemos en las montañas, un lugar donde hay un poco de humedad que llega desde los glaciares, un río y vegetación. Ahí van los animales a tomar agua y a comer, pero ahora se ve menos agua y hay menos animales debido a la sequedad. Los glaciares están retrocediendo. Antes se veía que a mitad de año el río bajaba el caudal porque se estaba congelando, ahora no es habitual”.
Además, preocupa el cambio de temperatura. “Hace poco, en un campamento base, a 4.400 kilómetros de altura, se vieron moscas, polillas y hasta han encontrado reptiles. Esos son indicadores del cambio climático y quiere decir que esos animales están buscando más temperatura porque en esas zonas no hace tanto frío, y entonces ellos siguen subiendo”.
Consternado por lo que cuenta, el guardaparque aconseja “volver a las raíces del cuidado ambiental, debemos valorar a la Tierra, que es una sola, y cada uno debemos cuidar este planeta. Es increíble que, como guardaparques, debamos pedirle a los visitantes que no tiren colillas de cigarrillos, que no tiren basura, que no se roben plantas o que no ensucien. La responsabilidad es de todos”, finaliza.
La Quebrada de Matienzo lleva ese nombre en homenaje al Teniente Aviador Benjamín Matienzo que se estrelló en su aeroplano Nieuport de 165 HP y falleció el 28 de mayo de 1919.
Matienzo, oriundo de Tucumán, había salido horas antes del campo de aviación “Los Tamarindos” (Mendoza) e era miembro de la cuadrilla de tres aviones que habían sido donados por el gobierno francés para cumplir la odisea de cruzar la Cordillera de los Andes.
En la zona también habitan guanacos, pumas y zorros. Cuando las temperaturas merman e inicia la temporada de nevadas, se desplazan hacia otras regiones.
Con el objetivo de conservar y preservar a la especie fue creado el Plan Integral para la Conservación del Cóndor Andino, que tiene la misión de generar un plan integral de conservación, que reúna el último adelanto biotecnológico con la cosmovisión de los pueblos originarios, para alcanzar las metas de conservación del PCCA.
Su primer objetivo es optimizar la cría, el rescate y la rehabilitación de Cóndores Andinos (Vultur gryphus) para derivar los ejemplares a planes de conservación ex situ e in situ de la especie, con la finalidad de contribuir a la conservación de biodiversidad y el equilibrio ecológico.