violada

“Me violó siempre, en cualquier lugar, en cualquier momento. Hasta cuando nos íbamos de vacaciones, él siempre encontraba la ocasión”. El calvario de una década de abusos no terminó para Ludmila Nicole Rutz Salaberry (19) porque todavía espera que condenen al hombre que ella denunció, que es su padre, Pablo Luciano Rutz (41).

La historia fue conocida como “La casa del horror” de Monte Grande, ubicada en Leopoldo Liñam al 1400. Desde los cinco a los 15 años, la joven denunció que sufrió abusos de parte de su padre. Le contó a su familia y en 2019, cuando tenía 15, hizo la denuncia con la ayuda de su hermano mayor. Desde ese momento, el hombre está detenido.

El juicio por jurados, que fue suspendido dos veces por la pandemia, comienza este lunes en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 9, en Banfield. Declararán vecinos, preceptores, psicólogos y directivos de la escuela a la que Nicole concurría. Irán con ella, su abuela materna, el novio de la señora, sus tres tías y su tío materno, y una amiga de la infancia.

https://www.clarin.com/img/2022/05/29/departamento-judicial-de-lomas-de___H-Pi9uS6W_720x0__1.jpgDepartamento judicial de lomas de zamora.

Con el paso del tiempo, su madre y hermanos la abandonaron y tuvo que mudarse a la casa de su abuela materna, donde, dice, pudo comenzar una nueva vida, rodeada de amor y acompañamiento. La abuela le insistió para que terminara el secundario y hoy, a los 19 años, cursa la Licenciatura en Gestión Aeroportuaria en la Universidad Provincial de Ezeiza.

Pero para llegar a este momento, cuenta, sobrevivió a un padre violento con ella y su madre. “El último abuso me lo aguanté y filmé cuando él me empezaba a manosear, se lo envié a mi hermano. Mi padre se dio cuenta y me sacó el teléfono, para hacer después lo que hacía siempre”, cuenta Nicole a Clarín.

Aunque el hermano la ayudó a denunciar y vio el video, ahora apoya a su papá. También su madre se distanció de ella. “Mi mamá tiene miedo, por eso sigue ahí, sumado a que tiene temor de que mi abuela paterna la saque de la casa porque es la dueña”, explica sobre la situación familiar.

“Trato de no pensar si mi mamá sabía de los abusos, siento que está manipulada por Luciano. Solo espero que ella reciba tratamiento psiquiátrico por mis dos hermanos menores”, pide.

Los hermanitos, cuando pasan por la puerta de la casa de Nicole para ir al colegio, corren para evitar que ella los vea: “parece que no comen”. Y aclara: “Denuncié los abusos para que no ataque a mi hermana y hermano más chicos. La nena ya estaba creciendo”. Sin embargo, Nicole no puede asegurar que el padre no los haya abusado a ellos también.

10 años en “la casa del horror”

La violencia del detenido hacia su familia existió siempre, asegura. “No la dejaba salir a la calle a mi mamá, ni a mis hermanos ni a mí. Tampoco a mi madre la autorizaba a trabajar. Veíamos a mi abuela materna solo cinco minutos, mientras él dormía la siesta”, recuerda Nicole sobre su infancia.

También iba con sus hermanos a la casa de su abuela -donde vive desde la denuncia- cuando sus padres se peleaban. “Por eso, mi papá siempre la odió, porque nos refugiábamos allí”, explica. El hombre evitaba que su familia tuviese contacto con el mundo exterior, tal es así que Nicole tiene una amiga desde chica, pero el padre le impedía verla.

“Me acuerdo cómo mi papá le pegaba a mi mamá. Ella tirada en el piso, mientras él le arrancaba los pelos. Hasta llegó a agarrar una cuchilla y amenazarla”
, relata. Cuando esas situaciones sucedían ella llamaba a la policía. Después su madre se enteraba, la retaba y le decía que “no pasaba nada”.

El hombre, cuenta Nicole, se puso más violento después de sufrir un accidente con la moto. “Se volvió más loco de lo que estaba, ahí empezaron los golpes. Siempre me pregunté: ¿por qué carajo no se murió ahí?”, dice.

La situación familiar violenta llevó a que la escuela de los hijos del matrimonio los derivara a hacer terapia. Sin embargo, el padre no estaba de acuerdo. Y recuerda: “Nos pedía que le mintamos a la psicóloga”.

El hombre, explica Nicole, esporádicamente se mostraba como si fuera “un amor”, hasta que volvía a ser él. “El abuso que más me marcó fue en la Costa, un día que corríamos un maratón, pero necesitábamos el DNI. Habíamos alquilado un departamento enfrente de la playa y fui sola a buscar el DNI. Él me siguió y me abusó. Se quedó arriba un rato, me dijo que no diga nada y a los minutos vino a la playa como si nada”, dice Nicole sobre el último abuso que sufrió.

Pese a su valentía, reconoce que todos los días se pregunta por qué denunció. “Perdí el amor de mis hermanos, porque siguen a mi mamá. Ellos eran mi mundo”. Sin embargo, su dolor más grande es que su madre la haya sacado de su vida, por el padre: “Me da bronca y odio contra mi mamá, ya no siento amor”.

Luego de la denuncia, pudo construir una nueva vida junto a su abuela materna y conocer nuevas personas. “Compañeras de la universidad se enteraron lo que me pasó y se acercan para contarme que viven lo mismo con su padre”, cuenta Nicole. De esta manera, dice, descubrió que contando lo que atravesó puede ayudar a otras personas.

 

 

 

fuente: diario clarin

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