El Presidente y su vice intercambiaron mensajes. Sus últimos gestos públicos habían sido el 15 de noviembre del año pasado. También se reunieron en privado Eduardo “Wado” de Pedro y Juan Manuel Olmos. Apuntan a generar un primer cónclave con el resto de los actores del frente en una sede “neutral”.
Después del acuerdo entre el kirchnerismo y la Casa Rosada para crear un espacio de diálogo formal de cara a las próximas elecciones para evitar que se desbocara la tensión, en los últimos días empezaron a gestarse los primeros acercamientos entre los dos sectores del Frente de Todos para discutir los términos de la convocatoria, la fecha y el lugar. Ya hubo una reunión presencial entre el ministro del Interior y representante de Cristina Kirchner, Eduardo de Pedro, y el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, mano derecha de Alberto Fernández. Pero aún están en discusión el estilo, las características, los objetivos y el sentido del nuevo ámbito.
El encuentro entre “Wado” y Olmos se celebró el miércoles en buenos términos, remarcaron desde ambos espacios, a pesar de los dardos cruzados en el conflicto puntual de la semana pasada. Pero ese primer contacto fue, en realidad, el inicio de una negociación. No casualmente tuvo lugar al día siguiente del cónclave convocado en Merlo por Máximo Kirchner con mayoría de referentes K bonaerenses para forzar al jefe de Estado para que instaurara la mesa nacional. Una movida que desembocó en la confirmación de ayer de la portavoz, Gabriela Cerruti, de que Alberto Fernández efectivamente convocará a un ámbito de discusión.
Más allá del acuerdo incipiente, ahora sigue el capítulo de las precisiones y a priori se perfilan diferencias entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Según hicieron trascender desde Presidencia, ambos retomaron los diálogos vía Telegram en los últimos días, pero desde el Senado prefirieron evitar confirmar o desmentir los contactos. Las charlas habrían sido sobre las características y objetivos del espacio, que genera cierto grado de apatía en ambos sectores.
Los últimos gestos públicos entre ambos se habían dado el 15 de noviembre del año pasado cuando la vicepresidenta se comunicó para interiorizarse sobre el cuadro de gastritis que afectó al jefe de Estado en medio de un viaje a Bali.
Cerca del Presidente aseguran que bregarán por crear una “mesa de trabajo” o una “mesa electoral”. En la órbita K, en cambio, prefieren hablar de una “mesa política”. Detrás de las diferencias de los nombres, se esconden divergencias sobre los objetivos del espacio de diálogo. En la Casa Rosada apuntan a dirimir “cuestiones tácticas y técnicas”; en el kirchnerismo, que se discutan “temas de fondo”.
Desde la Presidencia le bajan el tono a la importancia que tendrá la famosa mesa y se ocupan más de atajarse sobre todo lo que no quieren que sea. Ponen como condición que no se ponga en tela de juicio las PASO; que no se discutan las candidaturas; ni que se ponga en sobre la mesa la dirección de la gestión, que consideran facultad exclusiva de Alberto Fernández.
“Primero viene la política, después los nombres”, dijo un armador. “Es coordinación y tranquilidad, más que nada para el frente interno”, le bajó el tono un funcionario. Proyectan encuentros similares los que tenían lugar en 2019 para diseñar la campaña que llevaba a Alberto Fernández a la cabeza, en el famoso búnker de la calle México.
En el sector cristinista, en cambio, consideran que el objetivo debería ser determinar “reglas de juego claras”; crear una estrategia electoral en común; fortalecer la unidad del Frente de Todos (o, dicho de otra forma, encontrar la forma de ponerse de acuerdo para cesar las hostilidades internas antes y durante la campaña); dirimir cuestiones centrales de la gestión económica; y plantar bandera frente a la “proscripción” de Cristina Kirchner.
Como ejemplo de los detalles del “reglamento”, plantearán que se defina si los ministros pueden ser candidatos. Y es que el Presidente, sobre fin de año, bajó la directiva de que todo aquel funcionario que quiera jugar en los comicios primarios debería dejar el Gobierno. En el ala dura creen que esa pauta llevaría a “vaciar el Gabinete”, porque hay al menos tres funcionarios de primera línea que se perfilan para postularse: el jefe de Gabinete, Juan Manzur; el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, y el titular de Economía, Sergio Massa (si bien aún insiste en que esperará hasta ver los números de la inflación en abril para definirse). Además, si bien no lo dicen con todas las letras, les acotaría el margen de acción que les otorga el cargo. Con lo cual quedarían en inferioridad de condiciones frente al Presidente, que mantendría la lapicera, las obras de la gestión y las cajas.
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Además, quieren que se discuta si habrá PASO. Y, en caso de que acuerden ir a primarias, que se defina la cantidad de candidatos. “No pueden ir veinte candidatos. Hay que empezar a acortar la lista de postulantes, sino, es cualquier cosa”, plantean.
“No podemos hablar de candidaturas si la principal potencial candidata está imposibilitada de jugar”, lanzó un funcionario de peso con respecto a la supuesta imposibilidad de Cristina Kirchner de competir en elecciones por la serie de causas que están pendientes de resolución y que seguramente tendrán resultados tangibles a lo largo de los próximos meses. El kirchnerismo tuvo un revés en este sentido el 1 de febrero, cuando organizó una marcha frente a los tribunales de Comodoro Py, pero con escasísima convocatoria.
La propuesta en ese sentido, por ahora, es vaga, pero consistiría en preparar una estrategia común frente a la Justicia, más allá del impulso al juicio político contra la Corte que inició Alberto Fernández y de los pedidos de los duros para que el Presidente avance por DNU para ampliar tanto el máximo tribunal como el Consejo de la Magistratura, dos reclamos históricos del kirchnerismo.
Con respecto a la gestión, el eje está puesto exclusivamente en el espectro de las acciones económicas. “Hay que discutir urgente sobre el poder adquisitivo, de que la gente no llega a fin de mes”, deslizaron desde las oficinas de un funcionario k. “Especular con que Massa es candidato si arregla la economía es muy lineal. Si mejora, nos beneficia a todos”, agregaron, en un adelanto de la discusión interna que se viene, por la capitalización de los eventuales -y aún lejanos- logros en el índice de inflación.
El momento para darle apertura a la mesa no está claro. En Presidencia deslizaron que podría ser el 24 de febrero, porque se trata de una fecha icónica para el peronismo: ese día, en 1946, Perón ganó su primera elección, contra la Unión Democrática. Con respecto al lugar, hay cierta coincidencia en que la sede del enuentro sea en un edificio “neutral”. Se barajan la central del PJ nacional, en la calle Matheu de la Ciudad; o el asiento de un sindicato en la provincia, para enviar el mensaje de que el centro son los trabajadores.
fuente: infobae