Haber conocido hoy a los ganadores del Mundial de Fortnite, el juego en red, global y virtual que abarca a más de 45 millones de adolescentes en todo el globo reinstaló el debate sobre la adicción a los videojuegos y los efectos sobre la salud física y mental de quienes los juegan. La OMS incluyó este trastorno en su lista de enfermedades.
No se trata de “pincharle” el sueño como gamer a Thiago, el niño argentino de 13 años que obtuvo el quinto lugar en el flamante Mundial de Fortnite, y se llevó el suculento premio de USD 900 mil. Ni tampoco el sueño de Bugha, el joven estadounidense de 16 que se coronó como el mejor jugador de Fortnite del mundo y accedió a la millonaria suma de USD 3 millones de dólares como líder del podio.
Límites de juego y adicción
De lo que sí se trata es de enmarcar los límites de este fenómeno de entretenimiento virtual, global, masivo y en red propio de las generaciones nativas digitales. Amplificado por la diversidad de dispositivos electrónicos al alcance de la mano de centennials y millenials y que puede tener consecuencias problemáticas para la salud mental y física de la persona que lo practica, especialmente si se trata del público adolescente.
La OMS reconoce como enfermedad
El señalamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2018 sobre la adicción a los videojuegos fue contundente: no sólo la sumó a la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD, por sus siglas en inglés), sino que también reconoció que esa conducta puede volverse un desorden de salud mental.
El trastorno por videojuegos se caracteriza por una adicción persistente o repetida a los juegos online u offline, así lo describió el organismo de salud mundial dentro del apartado (ICD-11) que aborda los desórdenes relacionados con comportamientos adictivos.
Entre los síntomas que definen el comportamiento adictivo a los videojuegos, y que enumeró la OMS figuran tres cuestiones centrales:
1-la incapacidad de la persona de controlar la frecuencia, duración e intensidad de las sesiones de juego,
2-los juegos pasan a tener prioridad sobre otros intereses de la vida y actividades diarias,
3- la conducta se mantiene pese a que empieza a traer consecuencias negativas para la persona.
Para Alberto Álvarez psiquiatra, psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), “el videojuego en sí no es adictivo, lo que es potencialmente adictivo es el uso y la relación que se establece con el videojuego. Puede ser algo entretenido, divertido, lúdico, pero puede transformarse en otra cosa”.
El tiempo en el juego
“Hay que estar atento a la cantidad de tiempo que se destina al juego. Puede ser una manera de aislamiento, por eso lo que se pierde casi en primer lugar son las relaciones con los otros, familiares o amigos y se van dejando de lado actividades fundamentales para la vida y el desarrollo social de cada uno. Cambia el rendimiento escolar o laboral y las relaciones se deterioran”, precisó el psiquiatra.
La categorización de la OMS al considerar a los videojuegos como una adicción levantó especial debate entre especialistas de la industria y el mundo psi, al punto de que la IDC propuso posponer el ingreso del listado hasta el año 2022.
Por su parte, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés) fue más clara y no se mostró para nada convencida con la clasificación de la OMS :
– primero, porque su uso como actividad recreativa suele ir acompañado de otros factores, como la soledad o las enfermedades relacionadas con la salud mental, como la ansiedad y la depresión. La APA consideró que los problemas generados por los videojuegos pueden ser un síntoma de dichos trastornos y no una enfermedad en sí misma.
No hay un perfil único de jugador o espectador del tipo de juegos en red como el Fortnite, la mayoría está más cerca de los 15 años y la primera franja llega hasta los 25 y se extiende luego hasta los 35 años. Por eso, hay que precisar que la adicción a los videojuegos no solo se desarrolla en niños o adolescentes: los jugadores pueden experimentar dependencia a cualquier edad.
La clasificación realizada por la OMS se centra solo en los videojuegos y en cualquier dispositivo, aunque la mayoría de las personas que desarrollan dependencia de este tipo juegan sobre todo en red. No incluyó otras prácticas como el uso excesivo de Internet, las apuestas online, las redes sociales o la dependencia de los smartphones.
Qué pueden hacer los padres
Según Alberto Álvarez psiquiatra, psicoanalista y miembro de APA, “algo básico es no sustituir vínculo o relación humana por tecnología. Que la tecnología en todo caso pase a ser una manera más de la modalidad del vínculo y que se pueda por ejemplo compartir. Pero específicamente no perder de vista que, el lugar simbólico que los padres tienen en relación a sus hijos no es intercambiable por ninguna máquina, por más perfecta que sea y que la posibilidad de compartir experiencias de vida es fundamental para la estructuración psíquica y posibilitar el desarrollo de un hombre o una mujer insertos en la vida real”.
fuente. infobae