Alperovich Group: Cero explicaciones

El intendente Mariano Campero se niega a dar informes al Concejo Deliberante de Yerba Buena sobre la relación con la empresa de la familia del ex Gobernador.

Los vínculos que relacionan al actual titular del Plan Belgrano, José Cano, con el ex Gobernador y actual senador nacional, José Alperovich, quedaron patentizados con el beneficio otorgado por el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, para evitar que se tuviera que demoler parte de las torres que construyó la empresa Alperovich Group S.A. en la “Ciudad Jardín”.
Como dice el dicho popular: “el pez por la boca muere”. Eso es justamente lo que le ocurrió al joven intendente yerbabuenense, debido a que en la campaña electoral que lo depositó en la Intendencia prometió, a quien lo quisiera oír, en los actos proselitistas y en las declaraciones a los medios de prensa, que iba a demoler la construcción de la empresa de la familia Alperovich, porque violaba lo establecido en el Código de Planeamiento Urbano.
Sin embargo, para desdicha de aquellos que estaban inmersos en la esperanza de “Cambiemos”, no sólo que la ansiada demolición nunca llegó,sino que se transformó en excepción. Alperovich Group tendrá que construir una calzada hacia un country, en el que vive uno de los funcionarios de Campero, pero no un colaborador cualquiera: el jefe de gabinete Manuel Courel.
Lo que subraya la existencia de gestos entre Cano y Alperovich, es que el intendente de la “Ciudad Jardín” se niega a dar explicaciones al Concejo Deliberante sobre esa cuestión, en la que aparece la posibilidad de sobreprecios superiores en un 50% a obras de las mismas características también contratadas de manera directa por el intendente, que hasta hace poco encarnaba el cambio de gestión.
Si esto se aceptara, seguramente quedaría al desnudo la necesidad de ser consecuente con la empresa constructora, al beneficiarla con la posibilidad de canjear el excedente a su favor en el pago de futuros impuestos. No puede surgir mejor gobierno municipal para una empresa de la familia del ex mandatario provincial, quien tiene como prioridad volver a sentarse en el “Sillón de Lucas Córdoba”.
Campero tiene algo en claro, no puede irritar a su mentor, José Cano, a quien le debe obediencia, más allá de que el cumplimiento de sus deseos le signifique un importante deterioro en su imagen ante un electorado que ya no lo aprueba. El desgaste en tan sólo un año de gestión, parece ser superior al que debería haber experimentado en todo el período para el que fue elegido como titular del Ejecutivo municipal.
La situación se profundiza, por haber perdido el manejo del Concejo Deliberante. Ya no son amigos obsecuentes los que conducen el cuerpo deliberativo, sino que son aquellos concejales que le solicitan informes, explicaciones y presencia. El intendente no les dará el gusto, no sólo porque podría parecer débil ante un poder de la ciudad que podría ponerlo en problemas si sigue exigiendo informes, sino también porque mostraría las cartas de ese pacto entre Cano y Alperovich.
La pregunta es hasta qué punto se quiere inmolar Campero. ¿Cuál será el precio que tendrá que pagar por esa foto de apoyo de los referentes del Acuerdo para el Bicentenario? Si ese aval conjunto le costará tan caro, como para ir despidiéndose se una reelección al frente de la “Ciudad Jardín”, sería mejor virar el timón y cambiar de rumbo y que sea el titular del Plan Belgrano el que pague los platos rotos.

Nueva presentación judicial
Para colmo de males, una nueva presentación judicial objeta las contrataciones directas que viene realizando en su corta gestión. Se trata del vecino y referente político Sebastián Luna, el mismo que ya lo denunció por la contratación de una consultora. Esa denuncia desató una proyección nacional del tema, en especial por haber consignado un domicilio inexistente. Aquella presentación derivó en la presentación de un escrito conjunto con Manuel Courel. Habrá que ver qué le depara esta nueva denuncia y si es necesario que se siente en el banquillo de los acusados, en vez de tratarse de mostrar ajeno a todos los errores culpando a la gestión anterior.

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