El legislador y ex gobernador de Tucumá, José Alperovich, arribó este miércoles por la mañana a Buenos Aires, luego de la denuncia de su sobrina por violación. Llegó a Ezeiza procedente de la ciudad de Miami, donde estaba de vacaciones junto a su familia.
Según indicaron pasajeros el vuelo 7821 de Latam, Alperovich viajó en “Primera Clase” y tras descender el avión, eludió a la prensa, y abandonó el Aeropuerto por una salida alternativa (que suelen utilizar los pasajeros con membresías VIP). De traje oscuro, ingresó a un vehículo junto a sus custodios y salió por pista.
La denuncia por varios hechos de abuso sexual agravados por acceso carnal, fue presentada el último viernes por una mujer de 29 años que es hija de un primo de Alperovich.
Según contó, las violaciones habrían sucedido en Buenos Aires y en Tucumán por lo que la denuncia fue emitida tanto en la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), en la Ciudad de Buenos Aires, como en los Tribunales penales de Tucumán.
En este contexto, el Senado tratará esta tarde el pedido de licencia que solicitó el legislador tucumano, luego de la denuncia por abusos sexuales ocurridos entre el 2017 y 2019 mientras se desempeñaba como su asistente.
La licencia para Alperovich –que debe ser ratificada personalmente por él– será sometida a votación. Es por tiempo indeterminado y sin goce de sueldo. Consiste en un apartamiento de su cargo para dejar que la Justicia avance en la investigación
“Tío segundo y jefe”
Además, la denunciante difundió una carta abierta en la que refleja las aberrantes situaciones a las que la habría sometido Alperovich. “No escribo para convencer a nadie de nada. Estoy aquí contra la opresión del silencio y por la necesidad de recuperar mi vida, de sanar llamando a las cosas como son, sin suavizarlas ni teñirlas, poniéndole al monstruo nombre y apellido. Cuando no le ponés nombre, no existe. El mío se llama Jose Jorge Alperovich, mi tío segundo y jefe”.
“Fui violentada sexual, física y psicológicamente desde diciembre del 2017 hasta mayo de 2019. Durante un año y medio sufrí violaciones a mi integridad física y sexual. El avasallamiento fue demoledor. Tanto que ni siquiera pude ponerlo en palabras. Él oscilaba libre y cómodamente en los tres escenarios ante los que me posicionaba: el familiar, el laboral y el del horror de la intimidad que me forzaba a vivir con él”.
“No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual. Inmovilizada y paralizada, mirando las habitaciones, esperando que todo termine, que el tiempo corra. Ya saldría de ahí y estaría en mi casa, ya habría más gente alrededor, ya el disimulo y el trabajo lo iban a alejar de mí. Ya se cansaría de mí, de que no quiera, de que sea ‘asexuada’ como me llamaba. Pero su fijación no cesaba, durante mucho tiempo quiso más y más seguido, con más ganas, con más fuerza, con más violencia por mi resistencia”, describió la joven de 29 años.
“Estoy acá contando lo que viví por mi seguridad pero también para que otras mujeres se animen a hablar. Esto no me mató, me puedo proclamar y me puedo defender. Me puedo recuperar, me puedo cuidar, me puedo elegir. Hoy elijo no callarme nunca más”, concluyó en su carta.
Fueros parlamentario
Alperovich cuenta con inmunidad de arresto por los fueros parlamentarios que le conceden los artículos 68, 69 y 70 de la Constitución Nacional, que impiden a otros poderes del Estado “acusar, molestar y detener” a los representantes del Congreso por razones políticas.
Sin embargo, la Justicia puede investigarlo, citarlo a declarar y hasta condenarlo, aunque en caso de que un juez pidiera su encarcelamiento, la propia Cámara de Senadores debería sesionar para avalar su desafuero a través de una votación con mayoría simple (la mitad más uno de los presentes).