Por Fabián Seidán, editor general DIARIO CUARTO PODER

Se muere por votar por el aborto legal, pero sabe que eso le puede significar su muerte política.

“No hay que subestimar a la gente”, decía José Alperovich cuando aún gobernaba la provincia (2015) y se acercaba una nueva elección. “No porque sea humilde hay que subestimar a la gente. Es tan inteligente como la otra y van a votar lo que sienten”. Y se puede decir que en parte tiene razón, y en parte no. Tiene razón en no subestimar a nadie, porque la gente tiene memoria y recuerda siempre quienes son los políticos hipócritas, los que les fallaron o les mintieron, pero también es cierto que es esa misma gente la que, muchas veces, se deja llevar por sus apegos tradicionalistas y vota siempre al partido político que voto toda la vida su familia, haciendo honor al refrán: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.

Hete aquí, que ese apego tradicionalista no sólo está arraigado en la política (el que es peronista votará siempre por Perón, aunque don Juan Domingo ya murió hace 44 años); o en el fútbol (el que es de un equipo morirá defendiendo sus colores); sino también en la religión, donde es más que sabido que por estos lares, la fe cristiana y particularmente la Católica, es la que más adeptos y feligreses reúne. Según datos estadísticos, en la Argentina el 76,5% de la población es católica, siendo el NOA la región donde más católico hay: el 91,7% de su población, porcentaje que trepa a 95,7% entre las personas de bajos recursos y sin estudios formales.

Por eso no extraña que en momentos en que el país discute la aprobación de la ley de aborto legal, la Iglesia católica haya salido efusivamente a defender la vida a través de sus prelados en medio de los festejos patrios. “Necesitamos escuchar la voz de los que no tienen voz”, dijo el Arzobispo de Tucumán, Carlos Sánchez, durante la homilía del solemne tedeum del 9 de Julio de la que participaron el gobernador Juan Manzur junto a la vicepresidente, Gabriela Michetti.

El Arzobispo se manifestó contrario al proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo que se debate en el Senado de la Nación y para ello ponderó el valor de la vida significando que es un derecho inalienable que tiene todo argentino. “Toda vida vale. Todo hombre es importante. No hay sobrantes en la Argentina. El aborto es muerte de un inocente, de un niño y de un argentino”.

Y fue más lejos aún e instó a los senadores nacionales a “oír la voz de los que no tienen voz, de los que están en el seno materno, y no de los que más gritan”.

Y al igual que la Iglesia, el gobernador Manzur como todo fiel creyente, hace rato que fijó posición en contra del aborto: “Voy a hacer respetar lo que establece el Preámbulo la Constitución de la

Provincia para proteger la vida desde el momento de la concepción”. En igual tono, el vicegobernador Osvaldo Jaldo, dijo que en Tucumán “estamos en contra de la despenalización ya que valoramos la vida desde la concepción”.

Contrariamente, algunos de sus legisladores (diputados y senadores) parecen que no escuchan a su gobernador y se mueven de manera rebelde, fieles a sus creencias y como entes autárquicos, siguiendo quién sabe qué voz, o que apetencias, como el diputado Pablo Yedlin, que en la Cámara Baja alegremente dio su voto en favor del aborto.

Ahora es el turno de otros dos senadores oficialistas: José Alperovich y Beatriz Mirkin quienes, a pesar de que alguna vez se manifestaron a favor del aborto, hoy guardar silencio y callar su decisión porque se encuentran contra la espada y la pared: Ambos saben lo que pide su gobernador, su provincia y la Iglesia, pero a la vez quieren congraciarse con movimientos sociales sexistas y políticos intransigentes que buscan imponer a como dé lugar la ley criminal contra niños indefensos por nacer.

Son tiempos difíciles para el ex gobernador que viene de un duro golpe, al intentar presionar al actual mandatario en pos de que lo eligiera para integrar la futura fórmula a la gobernación. Alperovich se quedó con poco margen para competir en los comicios de 2019 y si a eso le sumamos que posiblemente vote a favor del aborto, su jubilación anticipada en la vida política de Tucumán será un hecho.

El pueblo de Tucumán tiene memoria, es tradicionalista y profundamente cristiano. Eso nadie debería subestimar y menos Alperovich, se pretende seguirá hasta el final en su apetencia de ser candidato a gobernador en 2019.

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