Una historia imperdible de este jugador cordobés que la rompió en el barça junto a Cruyff. El Mundial 78 y River.

El Barcelona lo invita cada año a regresar; sigue siendo un ídolo de los fanáticos del club catalán. Hace unos meses, en el último viaje, estaba por cruzar una avenida y se paró un colectivo. El chofer abrió la puerta. “¿Es usted? -le preguntó- ¿Es ‘la Milonguita’ Heredia?”. Ante el sí, se bajó y le dio un abrazo. “Me dio vergüenza; la gente estaba arriba esperándolo. Me dio un beso antes de subirse y repetir ‘es el Milonguita, un grande del Barsa'”.

Juan Carlos “la Milonguita” Heredia cumplió 66 años hace pocos días. Hijo de “la Milonga” -un habilidoso que a los 16 compartió delantera en la Selección Argentina con Adolfo Pedernera y José Manuel “el Charro” Moreno- debutó a los 15 en Universitario, dos años después se convirtió el ídolo de Belgrano y a los 19, después de cuatro meses en Rosario Central, se fue a Europa.

Lo compró el Barcelona en 1972, donde se convirtió en un “dios” para la hinchada; allí se hizo muy amigo del holandés Johan Cruyff, con quien compartió decenas de anécdotas y con cuya esposa mantiene contacto. Como el Barsa tenía el cupo de extranjeros completo pasó un tiempo en el Porto (Portugal) y después en el Elche (España).

Campera y gorra deportiva, toma un desayuno y repasa -con mucho humor y sentido común- su historia y el fútbol de hoy. Algunos lo reconocen y lo saludan; un “trapito” llega apurado: “Monstruo, maestro. Tengo un poster suyo en mi casa”. El “Milonguita” responde, conversa.

No lo sorprende que en Barcelona lo reconozcan más que en su ciudad. “Acá los hinchas son más apasionados, pero olvidan rápido. Allá hay más sentimiento”. Ve “todo” el fútbol por televisión, pero casi no va a la cancha; no le gusta que insulten a los jugadores y menos que, si alguien lo reconoce, haga comparaciones.

Hincha de Belgrano y de River – “en mi época los del interior teníamos dos clubes”- es fanático del Barcelona. “Si veo un partido del Real, soy de la contra”. Tiene cinco hijos, un solo varón al que le ponía fichas como jugador. “Muy habilidoso, excelente, pero no le gustaba entrenar. Un día le dije ‘los domingos son lindos, hacer goles, festejar, papelitos.pero hay que correr, entrenar. Si no te gusta, estudiá y trabajá’. Y bueno, se cortó la tradición futbolera”. De sus siete nietos, Angelina es la fanática del fútbol.

Está orgulloso de haber sido parte del -para muchos- mejor Belgrano de la historia. Recuerda “los cinco” (uno de él) que le hicieron a Chacarita, que “venía de ser campeón del Metropolitano, con todas sus estrellas” y el gol “de palomita” que le hizo a Talleres en el partido por la clasificación del ’70. “Mirá que anduve con el pie derecho en el fútbol, pero Belgrano es mi club”.

Una estrella culé
Camina con dificultad por la “rodilla de acero” que tiene en la pierna derecha. Por una lesión en los meniscos debió retirarse a los 29 años, a dos años de haber regresado a River. “Tenía para cinco o seis años más, pero no hubo manera”. Terminó su carrera en el River de Ángel Labruna, donde desembarcó en 1980. “Él me fue a buscar al Barcelona en el ’75, pero no me quisieron vender”.

Dice que la fama en el Barsa no lo sorprendió porque fue “de a poco; cuando abrí los ojos ya era un ídolo”. A la salida de los entrenamientos los esperaban siempre unas 80 o 100 personas. “Teníamos los autos estacionados después de la gente, así que íbamos caminando y firmando autógrafos. No nos íbamos hasta que no quedara ninguno. Ahora las estrellas son diferentes, se olvidan que llegamos a donde llegamos gracias a la gente; por ellos cobramos porque pagan entradas, camisetas y porque sufren de verdad cuando nos va mal”.

En aquellos años vivía en Casteldefells (a media hora de Barcelona), en una casa “de una manzana”, donde tenía 18 perros, cuatro caballos, una cabra enana, un mono de cara blanca y un león. “Un día me llama un hincha que vivía en las islas; me da el número de carnet, me cuenta que había leído que me gustaban los animales y que tenía un regalo, un león cachorro. Esa tarde se tomó un avión y me lo trajo”.

Cuando Cruyff viajaba a Holanda, él le cuidaba el perro. “Nos hicimos muy amigos con el flaco; se reía de las macanas que hablaba yo y le gustaba que yo jugara de 9 y él de enganche. Era un gran tipo, muy compañero de sus compañeros. Iba a venir a Córdoba, pero ya no pudo por su enfermedad”.

El holandés le hizo firmar un contrato con Puma. “El tenía uno y se le vencía; era de US$1 millón y el 10% de lo que se vendía con su nombre; cuando lo va a renovar pide US$1,5 millones y que dos compañeros más también estuviéramos. Lo rechazaron; hizo publicar que estaba en negociaciones con Adidas. Volvieron y firmamos todos”.

Con Cruyff vió la final del Mundial del ’78 en el bar del Barcelona. “Ganaron bien; pero si metíamos ese gol del último minuto.no sé qué pasaba”, definió el holandés. “La Milonguita” estuvo a punto de jugar el campeonato con la selección española.

Los militares y el miedo
“Yo era muy mamero; claro que quería mucho a mi papá pero con mi mamá era muy pegote. Estaba todo julio acá y ya en noviembre los llevaba a España. No me arrepiento de nada de mi carrera, pero si viviera de nuevo no me hubiera ido a Europa para pasar más tiempo con ellos”.

Telefoneaba cada dos semanas a su casa pero una vez, en 1978, cambió el hábito porque Ladislao Kubala -un ex jugador del Barcelona y técnico de la selección española- lo invitó a cenar. “Te necesitaría con la 9 puesta en el Mundial de tu tierra”. Al día siguiente, llamó a Córdoba. La madre, extrañada, le preguntó cómo se había enterado de lo sucedido.

Unos militares llegaron a la casa de sus padres buscando a Juan Carlos Heredia; empujaron a la madre, la pusieron contra la pared y levantaron al padre que estaba en la cama con 40 grados de fiebre. “No te vistas que adonde te llevamos no vas a necesitar ropa”, le advirtieron. Un Dupont de oro con sus iniciales que estaba en la mesa de luz, desapareció.

Les preguntaban dónde estaban los folletos y las armas. “Mi viejo, que trabajaba en la Municipalidad, no tenía ni un cuete”. En medio del operativo -dieron vuelta toda la casa- llegó un militar “capo y futbolero” (así se lo describió su papá). Preguntó por qué admiraban tanto a “la Milonguita”; la mamá dijo quién era.

“Le sacó una sábana que le habían puesto a mi papá en la cabeza. ‘Entonces usted es la Milonga; vamos; nos equivocamos; les pido disculpas’. Hacía unos meses yo le había pedido a mi mamá que sacara los posters del comedor, que era un circo y ella me cortó respondiéndome que era su casa”.

Cuando le contaron el hecho, por teléfono les anunció: “No voy a ir al Mundial. Si juego con otra camiseta tengo que pegarle para arriba, porque por nada casi me desaparecen la familia. Ustedes no tienen idea de lo que pasa en la Argentina; acá se dice que torturan, que desaparecen gente”. El papá le dijo que él se la bancaba, pero la decisión ya estaba tomada.

Le avisó a Kubala y le pidió que intercediera para que la Federación Española no lo sancionara. Como la noticia salió en los diarios, Cruyff, en el mismo bar donde después vieron la final, le pidió más detalles. “Me voy a solidarizar con vos; donde hay militares, Cruyff no juega. Vamos a verlo juntos al Mundial”.

La fama y los amigos
“La Milonguita” hizo plata jugando afuera. Recuerda que regaló 26 casas y 24 autos a quienes “creía que eran amigos, que necesitaban. Venía y compraba electrodomésticos, regalaba. Cuando se cortó, no tenía hecha diferencia; trabajé de tachero, ahora estoy en la Agencia Córdoba Deportes. Todo bien, a la vida hay que tomarla como viene”.

No se queja, sólo menciona que le dolió que cuando su papá necesitó 30 dadores de sangre hizo 33 llamados. “Todos iban a estar a las 7 en el hospital; no fue ninguno. La pagué a la sangre. Ya estaba, era así”.

Admite que no se inclina por las escuelas de fútbol para chicos porque no le gustaría dejar a ninguno afuera “y 30 no pueden jugar”, y que no estudió para director técnico porque los clubes de Córdoba “los traen de afuera”.

¿El Lionel Messi de los ’70? “No, son otros tiempos. No había medios, ni sabían cómo jugábamos acá. Juan Carlos ‘Toto’ Lorenzo le sugirió a (César) Menotti que me viera para la Selección; como había pica entre ellos, ni me vio. Messi es el mejor jugador del mundo. Si me preguntan por Maradona, repito que yo considero todo, lo deportivo y lo humano”.

fuente: lanación

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