“El mercado argentino es increíble“, dijo Dante Álvarez, presidente de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina –Acara– en el almuerzo de fin de año. Entiende una lógica enrevesada, procesa contextos y condiciones que le inyectan incredulidad e independencia al sector. No hay nichos en la economía argentina capaces de presumir números positivos este año. El mercado automotor capeó, de alguna manera, el temporal de la recesión.
Cerrará 2016 con un crecimiento cercano al 9%. En noviembre los patentamientos crecieron un 13,9% en relación al mismo mes de 2015. Las terminales esperaban un mercado de 560.000 unidades vendidas: finalizarán el año por encima de las 700.000 comercializaciones. La inflación anual superará la barrera del 40% en el costo de vida, una tendencia que no fue correspondida por la suba de precios de los 0KM en general. Las estimaciones pronostican un techo del 30% de aumento del mercado total. Sin embargo, no todos los modelos denuncian estas subas. Incluso hay determinados autos que bajaron su precio.
Es el extraño fenómeno de la industria automotriz nacional. La devaluación no se manifestó fiel en el comportamiento de los precios. Los más económicos, los modelos de entrada de gama, presentaron incrementos inferiores al 12% en las mediciones comparativas entre febrero y diciembre. Resulta exótico evaluar el comportamiento del Chery QQ, un modelo que redujo su precio un 7% habiendo pasado de $185.728 iniciales a $173.246 actuales. Lo mismo que el auto más económico de Argentina, el Chevrolet Classic, que en febrero valía $197.400 y que ahora, por medio de bonificaciones, cotiza $171.000. Su precio disminuyó un 13 por ciento. El VW Up! es otro producto en oferta en el mercado argentino: con una reducción del 1% anual su valor bajó de $183.000 a $180.500.
La comprobación es contrastable. Los valores actuales son menores a los precios que fueron anunciados a principios de año, una vez actualizadas las listas de las automotrices ajustadas a la devaluación de fin de 2015. Hay bajas del 10%, hay costos estáticos y hay modelos que registran aumentos por debajo de la media del 30%, muy por debajo de la inflación del costo de vida estimada en el 40 por ciento. El VW Gol Trend vale $200 menos: de $198.900 cayó a $198.700. El Nissan March, también beneficiado con bonificaciones, aumentó sólo un 2% y hoy cuesta $199.000. Ya por encima del umbral de los $200.000 aparecen el Renault Clio Mío de $205.000 con una suba del 3% anual y el Fiat Palio Fire que trepó hasta los $223.000 evidenciando un aumento del 12 por ciento.
La lluvia de bonificaciones y la guerra de precios se suscriben al desequilibrio financiero de Brasil, factor transversal a la coyuntura nacional. El derrumbe del mercado brasileño y su consecuente caída de demanda generó que la producción local se concentrara en el mercado interno, lo que derivó en un sobrestock de unidades y valores más competitivos. El combo al que se le sumó la apertura de las importaciones inauguró un mercado repleto de liquidaciones, descuentos y benevolencia en la financiación. Estos actores económicos generaron que la demanda nacional se mantuviera estable durante todo 2016 y que mejorara las estadísticas en relación al año pasado.
También beneficiados por la previsibilidad del dólar, los vehículos de gama media y alta pudieron experimentar incrementos tenues. La Renault Duster sintetiza la reacción de segmentos superiores al funcionamiento de precios del mercado argentino: de los $289.000 de principios de año, sólo incrementó su cotización un 3%, llevándolo hasta los $298.000 actuales. El país denuncia una inflación anual del 40%, el sector asegura estar por debajo de estos aumentos y algunos modelos están más baratos que a principio de año. “El mercado argentino es increíble”, ya lo dijo Dante Álvarez, presidente de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina -Acara- en el almuerzo de fin de año.