Por Fabián Seidán

La muerte de un menor a manos de policías desnudó la crisis político-social que afecta a la provincia desde los tiempos de Alperovich.

El ministro de Seguridad, Claudio Maley, respaldó el accionar policial en el caso del niño que cayó abatido, supuestamente, en un enfrentamiento con uniformados.

El funcionario resaltó que “El personal policial intervino y fue agredido con tiros” y agregó: “El Estado tiene que tomar medidas para hacer cesar un delito para preservar la sana convivencia”; y cerró con una pregunta retórica: “Hay que preguntarse qué hace esta criatura de 12 años fuera de la casa, dónde están los padres. Hay cuestiones que el Estado no puede hacerse responsable, cuestiones muy internas que son propias de la familia. El padre o la madre tienen responsabilidad sobre ese chico que estaba en la calle, ligado al uso de armas”.

El hecho que tomó trascendencia nacional por la característica que roza los casos de “gatillo fácil” despertó mucha polémica y dividió a la opinión pública, entre los que quieren vivir en un país más seguro y los que buscan, de cada hecho policial, sacar un rédito político.

Tal es el caso de la ex senadora Beatriz Rojkés de Alperovich, que luego de doce años de participar activamente del gobierno kirchnerista, sale a criticar la muerte de este niño (delincuente o no) aduciendo que se trata de una pobre víctima del abandono del “Estado Nacional”. Vaya a saber en qué habrá estado pensando la esposa de quien fuera tres veces gobernador de la provincia al fundamentar tal pensamiento, puesto que la “violencia”, “la inseguridad”, “la pobreza” y el “abandono del Estado” no son patrimonio de un solo gobierno, o del último, sino de varios, porque fueron muchos años de desidia, de mirar para otro lado, de ocultar la pobreza debajo de la alfombra.

Es fácil hablar por hablar, recurrir a la mentira o a la falta de memoria, total es gratis. Y por eso hay personas, como la ex senadora, que aprovechó las redes sociales para culpar a Mauricio Macri de la crisis social y de violencia que se vive hoy en Tucumán. Dijo cosas como que “corren tiempos difíciles” y que “la erosión del tejido social es producto de “las políticas que lleva adelante el gobierno nacional”. Nada más cínico, ya que todo esto se viene incubando desde hace mucho tiempo, como cuando murió la nenita Mercedes Figueroa y lanzó la triste frases: “No podemos tener al señor Estado a la par de una familia que está borracha y permite que una nena de 6 años ande sola”. Claro, corría el año 2012 y su marido, José Jorge Alperovich, era quien gobernaba.

Aquello que están distraídos podrían creer que es cierto lo que dice Rojkés, que es Macri el que genera los bolsones de pobrezas que hay en el país, pero últimamente la gente está más atenta y más informada que nunca, porque se cansó de la política fácil (de la politiquería), de los que dicen una cosa y luego hacen otra, de los que actúan por mandato partidario y no por convicción…

Rojkés también dice que la política nacional comenzó a mostrar sus efectos en Tucumán y enumeró el resultado del cambio de paradigma en educación, en las políticas sociales y se enojó de paso con quienes no comulgan con su ideología kirchnerista. “Los aplaudidores” los llamó. Vaya paradoja: doce años aplaudiendo ella a tantos personajes nefastos que hoy están encarcelados o están siendo investigados por la Justicia por casos de corrupción o traición a la patria.

Es verdad que la justicia deberá probar la legitimidad del accionar policial que dejó un niño muerto (si fue en absoluta defensa o en exceso de defensa), pero también es cierto que todos los días muere mucha gente inocente en Tucumán a manos de delincuentes, de cualquier edad, que se aprovechan de las leyes blandas, de los Derechos Humanos y de los cientos de jueces abolicionistas (mal llamados garantistas) que pululan y hacen del derecho tierra de nadie.

“Son tiempos difíciles en los que las dificultades en la calle no se solucionan mordiendo fuerte y apretando el gatillo” –dice Rojkés de Alperovich-. Seguramente no; pero tampoco ayuda abandonar a los chicos a las drogas, empujarlos a la deserción escolar o exponerlos a la exclusión social y laboral, como ocurre por estos lares desde hace mucho tiempo, desde que ella era diputada, o senadora o presidenta del partido Justicialista. Ese accionar esquivo de los políticos, es también “apretar el gatillo”.

Diario Cuarto Poder

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