Por Manuel Ernesto Rivas. La conmoción que causó la publicación en carácter de primicia, de Diario Cuarto Poder, sobre el potencial regreso al Partido Justicialista (PJ) del intendente capitalino y del subsecretario de Interior de la Nación, Germán Alfaro y Domingo Amaya, respectivamente, aún no termina de aquietarse.
Al contrario, los entendidos afirman que en el partido gobernante se parecen a jugadores de ruleta que especulan sólo con los colores. “No saben decidirse por el negro o por el colorao”, afirman en los corrillos políticos peronistas.
Lo cierto es que, desde que se conoció esa posibilidad, nadie tiene paz puertas adentro del justicialismo y tampoco dentro de la coalición Cambiemos de la provincia, en donde conocen de la importancia que tiene la “pata peronista” para dar pelea en las elecciones de 2019.
Dentro del Justicialismo, que ya se acomoda para el “post-alperovichismo”, porque muchos dan por descontado que en marzo de 2019 se terminará la presidencia partidaria de Beatriz Rojkés, hay sectores que apuestan a “negro”. Son los que ven con buenos ojos el retorno del “lord mayor” a sus filas, por una cuestión de simpatía y porque consideran que, tanto Alfaro como Amaya, se fueron del PJ porque prácticamente fueron echados por el entonces mandamás José Alperovich.
El “negro” Alfaro, por su parte, no se siente cómodo dentro de Cambiemos, en donde se ha desgastado en la búsqueda de crecimiento y de espacio para ejercer la conducción. Su relación con el Gobierno nacional osciló entre el acercamiento al jefe de Gabinete, Marcos Peña y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Sin embargo, todas esas “movidas” no le granjearon la simpatía de los “macristas”, quienes siempre buscaron interlocutores entre los referentes más afines, como los actuales diputados nacionales, José Cano o Facundo Garretón.
El malestar de Alfaro se profundizó el pasado 9 de Julio, cuando el presidente Mauricio Macri, quien eludió estar presente en el Tedeum, organizó en un hotel de esta ciudad, un encuentro con los referentes de Cambiemos más afines, entre los que se encontraba José Cano y el concejal Agustín Romano Norri. Este último le ha dado más de un dolor de cabeza al intendente de San Miguel de Tucumán. Alfaro lo tomó como un nuevo desplante del Gobierno nacional. Es por ello que no sorprendió el tono autocrítico que le dio a la actitud del Presidente de blindarse en un lugar cerrado como Casa Histórica, en comparación directa con los actos organizados por el “kirchnerismo” durante más de una década.
Por supuesto que los adversarios directos de Alfaro dentro de Cambiemos se ocuparon de que sus expresiones críticas llegaran a oídos del Gobierno nacional, que no se caracterizó por ser generoso con él, a pesar de sus esfuerzos por revertir los resultados de las catastróficas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del año pasado.
Todas las fichas al “Colorao”
En tanto que también tiene hinchas y apostadores el conocido “Colorao” Amaya, quien ya no disimula sus ansias de reconocimiento con un incesante accionar que se traduce en recorridas por distintos puntos de la provincia. En el PJ muchos ya afirman que hubo reuniones secretas en las que el actual funcionario nacional se declara peronista desde la cuna y reniega de su paso por Cambiemos. La historia de Amaya se parece a la de su ex socio político e intendente de la Capital, porque no ha terminado de cuajar su incorporación dentro del espacio gobernante a nivel nacional. Tanto Alfaro como Amaya se sienten desubicados dentro del macrismo, como si fuesen un par de chicharrones dentro de un pan dulce o un budín. Ambos saben que son mirados de reojo por radicales e integrantes del PRO y es por ello que alimentan el sueño de volver. Muchos afirman que el que manejara los hilos de la Intendencia de San Miguel de Tucumán durante doce años, es quien corre con ventaja. Pero eso es algo difícil de predecir, porque los tiempos del peronismo son relativos y aún no se le firmó la jubilación a José Alperovich. De eso depende mucho que los plazos se aceleren. Sin embargo, tanto en el entorno de Amaya como el de Alfaro, saben que sólo resta un paso y la confirmación del regreso será una realidad. Algunos sueñan con la reapertura del libro de pases, otros temen ese retorno, porque saben que se les fue la mano en la pólvora, aunque el movimiento justicialista se caracterice por olvidar y avanzar. Pero uno nunca sabe.