A los arrebatos que se cometen a diario, se sumaron un caso de intento de secuestro en Yerba Buena y otro de apremios en la propia escuela de Policía. La política en materia de seguridad sigue siendo una de las materias pendientes de la cartera que conduce Paul Hofer. Falta un proyecto integral.

Las modalidades delictuales le llevan varios cuerpos de ventaja a la política de seguridad que se aplica desde la cartera específica en nuestra provincia. Los tucumanos ya se acostumbraron a tomar los recaudos necesarios, todos los días, para tratar de no ser las nuevas víctimas de la inseguridad. Sin embargo, el flagelo no se detiene, ante las erráticas políticas que aplica el responsable político de ello, Paul Hofer.
En la última semana un hecho, que se enmarcaba en uno más de los que ocurren a diario, se transformó en una preocupación que se potencia, cuando la joven jugadora de hockey, Consuelo Terán, fue abordada por malvivientes que intentaron secuestrarla. El hecho, ocurrido en Salas y Valdez casi esquina Salta, en la ciudad de Yerba Buena, no se pudo consumar por la intervención de una vecina que con su auto le cerró el paso a los tres sujetos que a punta de pistola pretendían llevarse en moto a la joven. Otros vecinos se sumaron y los delincuentes decidieron huir. La joven, sobrina de Sisto Terán, logró arrojarse del rodado y no sufrió heridas de consideración. Pero la sensación de inseguridad e impunidad crece entre los vecinos.

Balacera contra policías
Otro de los episodios ocurridos la semana pasada y que demuestran la indefesión de los propios policías, fue la balacera que sufrieron en el barrio conocido como “El Sifón” uniformados que perseguían a delincuentes que habían robado un auto en calle Santa Fe y Ejército del Norte. Los sujetos, quienes se desplazaban en el automóvil robado y en una moto, a gran velocidad, fueron perseguidos hasta el interior del mencionado asentamiento. Allí abandonaron los rodados y se perdieron por uno de los pasillos, de tal manera que desorientaron a los efectivos policiales. Pero casi de inmediato salieron de otro de los pasillos, quedando detrás de los uniformados, a quienes comenzaron a disparar de manera discrecional. Los policías se defendieron como pudieron, pero los delincuentes vaciaron sus cargadores al disparar y luego huyeron. Los rastros del ataque quedaron plasmados en el propio móvil policial. La situación preocupa porque ni los propios agentes encargados de la seguridad, tienen garantías contra la delincuencia que hasta parece mejor armada.

Apremio en la escuela policial
El sábado pasado trascendió en un diario tucumano, la denuncia formulada por Adriana Barrionuevo, en torno a los apremios que sufriera su hijo, Luis Reales, el pasado mes de abril en la Escuela de Policía. La mujer, que cuenta con el patrocinio del abogado Jorge Lobo Aragón, sostuvo que el joven de 18 años sufrió un fallo en el funcionamiento de sus riñones debido a una serie de malos tratos físicos y tormentos psicológicos. El letrado no sólo señaló que Reales sufrió el maltrato de parte de al menos cinco instructores, sino que además fue golpeado por cadetes más grandes. Producto de esos golpes, comenzó a orinar sangre y a vomitar los alumentos que le daban. Como consecuencia del deterioro de su estado de salud, Reales fue trasladado a un sanatorio céntrico en donde se constató la falla de sus riñones con el diagnóstico de “fracaso renal agudo por rabdomiliosis por antecedente de ejercicio físico intenso en días previos”. La presentación fue por lesiones graves y abandono de persona. Lobo Aragón señaló que no sería un caso aislado y que habría al menos una veintena de situaciones similares.
La realidad marca que no hay una política integral de seguridad, que permita cambiar la situación crítica por la que pasan los habitantes de la provincia. Los delincuentes mejoran sus tácticas, los policías no cuentan con los elementos necesarios para combatirlos, los futuros agentes son expuestos a inhumanas situaciones y los ciudadanos deben lidiar contra los malvivientes en una llamativa soledad, en la que los responsables del área figuran como “ausentes sin aviso”.

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