Así lo señaló en su columna el prestigioso periodista deportivo y ex funcionario de la AFA “grondonista”, Cherquis Bialo. “La AFA transita –como nunca antes– por el oscuro espacio del caos”, sostiene. El caso de San Martín (T) y la suspensión del duelo entre River y Atlético Tucumán, son sólo dos muestras de varias.
Los 14 segundos que le demandaron al presidente de la FIFA Gianni Infantino decir en el último Congreso: “En éste punto –el 9° en el Orden del Día– no hay nada que tratar” fueron algo más que una respuesta a las tardías propuestas de la AFA para relevar a algunos de sus dirigentes en cargos directivos; se podría interpretar: “Ustedes no existen”.
Sin voz en el mundo
Más grave aún resultó la actitud vacilante de Claudio Tapia, quien sin el apoyo de algún asesor experto en temas de FIFA o de algún letrado preparado a tal efecto, se quedó en silencio sin apelar siquiera a una “moción de orden” propia de una reacción espontánea. De haberlo hecho, la AFA hubiese podido expresar –cuanto menos– disconformidad y disgusto ante tamaño avasallamiento. Frente a tal circunstancia podría leerse que Tapia no estuvo a la altura del requerimiento de la AFA o que tal requerimiento no era su causa.
Es así como al fútbol argentino lo siguen representando en algunos cargos de la FIFA funcionarios del gobierno anterior. El expresidente Mauricio Macri es un ejemplo de ello pues la AFA no ha logrado reinsertar o imponer a ninguno de los legítimos representantes de sus clubes.
Representatividad
Tal situación degrada la representatividad que durante años ha tenido la AFA en las distintas comisiones de la FIFA con dirigentes de sus clubes más representativos, fueran éstos abogados, médicos, directores técnicos o árbitros, quienes también prestigiaron por décadas a la Conmebol. La Argentina era una potencia futbolística expresada por sus jugadores, por sus selecciones nacionales y también por sus dirigentes.
De esa AFA no queda nada ya que la silla que ocupábamos en el Comité Ejecutivo de la FIFA la perdimos en el dislate redaccional de unas expresiones firmadas por el presidente Claudio Tapia a través de una desafortunada misiva a la Conmebol. Tapia –sin una cabeza que lo asistiera y ningún abogado probo que se lo advirtiera- utilizó términos como “polémica” y “sospecha” respecto de los arbitrajes en la Conmebol, tras la expulsión de Messi después del partido frente a Chile por el 3° puesto en la Copa América de 2019 disputada en Brasil. Obviamente, fue sancionado con la cesantía del cargo.
Un cuatro de copas
La verdad objetiva es que no hay D’Onofrios, ni Ameales, ni Blancos, ni Moyanos, ni Russos, ni Fassis, ni Verones… en los cargos importantes de la Conmebol o de la FIFA. A la AFA la representan Diego Pirota (Tribunal de Disciplina) y Christian Gribaudo (Gobernanza) candidato de Angelici en las últimas elecciones en Boca en las cuales perdió abrumadoramente ante su oponente Jorge Amor Ameal.
Tales realidades imponen deducir que Tapia en su carácter de presidente de la AFA por acción u omisión facilitó o permitió que la representatividad de la institución por él presidida se hubiese subordinado convivencialmente al poder político nacional de turno. Peor aún, sus pedidos a la Conmebol estuvieron enfatizados en cosas menores, clientelares y de interés personal como el nombramiento de inspectores, veedores, colaboradores y otros funcionarios con fuerte influencia sobre los asambleístas que votan en la AFA. Esta acción de ofrecer trabajo –plausible y generosa– también le ha permitido a Tapia ubicar a muchos otros asambleístas o presidentes de clubes del Ascenso como proveedores o empleados del CEAMSE, empresa de la cual es vicepresidente.
La gestión de Tapia al frente de la AFA está resultando visiblemente ineficaz, incoherente y arbitraria. Hemos señalado ampliamente en los últimos tres años respecto del escándalo de ciertos cambios reglamentarios en plena competencia para favorecer a una mayor cantidad de ascensos. Tampoco han pasado desapercibidas las quejas de muchos dirigentes de clubes del Interior sobre llamativos arbitrajes, cambios de disputa de sus torneos o la cesación inconsulta de los mismos. Entre otras cuestiones objetables se recuerdan desde la contratación de Sampaoli por orden de Angelici hasta la cancelación del partido contra Israel a pedido de los jugadores y la falta de respuesta al Papa Francisco a una Audiencia Privada, previas al Mundial de Rusia 18′.
Revaluación
Estos y otros errores graves de conducción están marcando una etapa en la AFA que ameritaría cuanto menos una revaluación por parte de todos los dirigentes del fútbol argentino y, por qué no, de algún estamento oficial que respalde tal revisión.
Estamos frente a una administración que ha hecho del dispendio, el nepotismo y la prebenda una forma de gobernar. No solo se trata del alquiler obsceno de aviones privados por más de un millón y medio de dólares para invitados e invitadas especiales; la AFA se ha subordinado mansamente hasta noviembre del año pasado a todos los mandatos del poder político no desconociendo ni las pinchaduras telefónicas a los dirigentes, ni las persecuciones, ni las extorsiones, ni el plan macro del “segundo mandato de Macri” para lograr las sociedades anónimas deportivas, ni el funcionamiento de un tribunal de disciplina paralelo, entre otros despropósitos.
Resulta igualmente inadmisible que el presidente de la AFA cuando era aún miembro del Comité Ejecutivo de la Conmebol hubiese levantado su mano para votar a favor de que el partido entre River y Boca –final de la Libertadores– se jugase en Madrid en concordancia con la corriente política de entonces y en contra de la cultura y de la historia del fútbol argentino. Una obediencia imperdonable.
Actualidad caótica
La actualidad de la AFA resulta más caótica aún pues el cambio de gobierno producido en diciembre de 2019 movilizó a que Tapia proclamara su peronismo reprimido e iniciaran rápidas acciones de urgentes cambios bajo el imperio de sus influencias gremiales y políticas. De manera fáctica disolvieron a la Superliga –a la que habían apoyado incondicionalmente– para retrotraer la organización del futbol a su “casa natural”: la AFA.
Al mismo tiempo y antes del final de 2019 en varios clubes amenazados por el descenso trascendió la posibilidad de buscar una vuelta para que nadie pierda la categoría. Y tres meses después el trágico Covid-19 se convirtió en azaroso aliado de un plan cuyo objetivo era salvar a Central Córdoba (1° División) y a Mitre (B Nacional) ambos de la provincia de Santiago del Estero. Tal desafortunada e inconsulta decisión, también salvó del descenso a Barracas Central, casualmente el club de Tapia.
El caso de River-Atlético Tucmán
Tan pronto la pandemia insinuó su acción devastadora, la AFA dio por terminada la temporada. Se había jugado solo una fecha de la Copa Superliga y estaba en marcha el segmento final de los torneos del ascenso. River frente a tantos anuncios, recomendaciones y confusión prefirió no presentarse a jugar en su estadio ante Atlético de Tucumán, razón por la cual el Tribunal considerará oportunamente este caso menor. Pero lo que le importaba a la AFA era justificar nada menos que la supresión de los descensos y para ello utilizó el argumento con el menor sentido de la deportividad. Fue cuando la institución informó que no habría descensos para evitar el castigo que ello significa. Y tal afirmación constituye un error por cuanto el descenso no es otra cosa que una circunstancia deportiva, consecuencia de los resultados obtenidos en la limpia competencia. Podría admitirse que cualquiera opinara lo contrario, menos la institución que organiza tales torneos; la grandeza del fútbol argentino la escribieron ganadores y perdedores en una dinámica mutante que ha enriquecido su historia.
El caso de San Martín (T)
Fue en el marco de tales circunstancias que el presidente de San Martin de Tucumán, Roberto Sagra, interpretó que al darse por terminada la temporada por la pandemia y suprimirse los descensos como consecuencia de la misma, debían ascender aquellos clubes que al momento de la finalización de la temporada habían acumulado mayor cantidad de puntos. En ese caso reclamaba bajo el principio de la igualdad ante la ley que su club ascendiera a la Primera División, situación similar al puntero de la otra zona, Atlanta. En el mismo sentido se manifestó cristalinamente el Titular del Tribunal Fiscal de la Nación, Miguel Licht en una esclarecedora columna publicada por Infobae el último 4 de mayo bajo el título: “Un juez dio las razones legales por las que San Martin de Tucumán y Atlanta deberían obtener el ascenso a Primera”.
Esa columna del doctor Licht, tan brillante como didáctica, nos explicaba por qué el Comité Ejecutivo de la AFA debería retrotraer su decisión de querer hacer disputar los ascensos cuando no hizo disputar los descensos en una clara decisión de desigualdad. La respuesta de la AFA fue iniciarle un juicio penal al fiscal Licht, agregando otra de las más de 100 demandas realizadas en los últimos dos años por AFA a periodistas, dirigentes, funcionarios, empresa de medios o persona alguna que manifiestare cualquier observancia crítica a la gestión.
Sanción a la osadía Santa
Semejante disparate no pareció suficiente pues también se le pidió al Tribunal de Disciplina una sanción para Sagra y otra para San Martin de Tucumán por el contenido de una carta firmada por el dirigente tucumano que se consideró agraviante. Tras ésta reacción el club tucumano se presentó en en el TAS el 19 de mayo con el propósito de reclamar su ascenso a la Primera División, dictamen que conoceremos en las próximas horas.
El Tribunal de Disciplina de la AFA integrado en este caso por Eduardo Bozzi (miembro decano), el doctor Sergio Fernández (camarista federal en lo Contencioso Administrativo con más de 10 años en el cuerpo), el doctor Gerardo Gómez Coronado (miembro propuesto por Hugo Moyano) y el escribano Fernando Mitjans (presidente del Tribunal con 25 años de trayectoria), consideraron que los términos incluidos en la misiva de Sagra hacia Toviggino no ameritaban sanción alguna. Fue por ello que el dictamen producido sugería una advertencia llamando a un futuro de paz y concordia. Tras producida la resolución, el Tribunal siguiendo el trámite de rutina lo entregó para su publicación en el Boletín Oficial y en los medios de la AFA. Sin embargo esa tarde –24 de junio de 2020– y a esa hora –las 18.53– se “interrumpió la conectividad” y unos minutos después se “cortó la luz” en ese sector de la AFA. Por tal razón la resolución del Tribunal de Disciplina, firmada y sellada, jamás fue dada a conocer.
Actuaron como déspotas
Una lectura elemental nos permite colegir que esa resolución nunca apareció en el Boletín Oficial. En contrario, la AFA aspiraba a que el Tribunal de Disciplina suspendiera al presidente de San MartÍn de Tucumán y le descontara idealmente 6 puntos a su club. Si el TdeD hubiese sido complaciente la presentación ante el TAS por parte de San Martin hubiese quedado debilitada, pues una cosa es ir como puntero de un torneo (44 puntos) –sin el descuento de 6 puntos que quería AFA– y otra muy distinta hubiese sido presentarse como escolta de Defensores de Belgrano (41), que habría relegado a los tucumanos a 38 en caso de que hubiese habido condena. Puesto que como nada de esto ocurrió, se recusó a los miembros del Tribunal después del dictamen, intentando vulnerar el principio de prejuzgamiento que es siempre previo y nunca posterior a un fallo. Tan osada y descomedida actitud no solo ofende la probidad de personas honorables sino que hunde a la AFA en un tembladeral de difícil sustentabilidad futura.
Por cierto que la pasividad de la mayoría de los dirigentes ante tantas decisiones unilaterales, marchas, contramarchas, desencuentros, insolidaridades manifiestas, silencios prolongados, deslealtades, egoísmos… llama la atención.
Reelección de Tapia, un verso
Todos saben que la Asamblea que nombró autoridades y reeligió a Tapia y 6 vicepresidentes con 15 meses de anticipación, será cuanto menos revisada. Y una vez ocurrido ello, cualquier lógica da indicadores de nulidad pues tal asamblea debió ser consecuencia de un mal entendido: no era octubre de este año, era octubre del año que viene cuando Boca podía poner a su actual presidente como vice de AFA evitando que por un año más continuara el anterior, cuya lista perdió abrumadoramente las elecciones de su club. A los ojos del observador objetivo no aparecen razones de la lógica que sostengan la validez de una asamblea llevada a cabo de manera virtual y con tanta anticipación. Es seguro que las autoridades superiores se ocuparán de tal situación y revisarán lo actuado.
No puede haber AFA sin Boca y sin River en la mesa de las decisiones. No se puede jugar un torneo sin descensos. No puede haber un campeonato atractivo con 30 equipos. No se pueden cambiar las reglas del juego todo el tiempo. No se puede carecer de lugares en la Conmebol ni se puede dejar en Macri la representatividad del fútbol argentino en la FIFA. No se puede utilizar a la AFA como sujeto de cuestiones personales.
Por el piso, como trapeador
El fútbol argentino está reclamando que alguien con autoridad y conocimiento diga basta y ayude a reordenar a la AFA. No tiene muchos candidatos pues hay condiciones decantatorias que impiden que buenos dirigentes, exitosos y con experiencia, puedan asumirlo toda vez que el poder de sus propios clubes lo impediría; tal los casos de River y Boca por ejemplo. No obstante la AFA podría contar con algún dirigente que sea capaz de dejar la camiseta de su club en la puerta de Viamonte para que el todo se le instale en el alma con ecuanimidad. Alguien serio, austero, respetable, creíble, con trayectoria, experiencia, que pueda demostrar su calidad administrativa empezando por su institución. Se trataría de alguien con pericia en la toma de decisiones vinculadas al fútbol; alguien que además haya alcanzado éxitos y piloteado tormentas; que valga más por sus hechos que por su marketing o por su discurso, especialmente en las redes sociales. Alguien que como presidente de club haya sabido responder solidariamente a una comunidad populosa con acciones sociales verdaderas, fehacientes, tangibles y si fuera posible, que alguna vez haya vivido alguna experiencia como dirigente de la AFA.
Cuando el líder está a la altura de la institución, la institución continuará su marcha normalmente.
Cuando el líder está por encima de la institución, la institución crecerá fuertemente.
Cuando el líder no está a la altura de la institución, la institución iniciará su decadencia.
Este es el caos de la AFA.