“Toda mi vida sentí que me iba a morir joven. Hay momentos en el día que nadie puede entender el dolor que tengo. Es tan fuerte”, contó por teléfono desde Miami un Ricardo Fort conmovido, durante una entrevista en el programa de Mariana Fabbiani apenas tres semanas antes de su muerte.
Reflexivo, y a la vez preocupado por su salud, durante aquella charla remarcó: “Toda la vida luché por ser famoso y de repente aparecí en un programa como el ‘Bailando’. Pero la vida me quitó el poder de demostrar lo que sé hacer porque no puedo bailar, ni moverme. Y eso es lo que no entiendo, me da mucha frustración. Podría hacer teatro y no puedo ni caminar. Quiero recuperarme y hacer todo lo que tengo que hacer porque la vida que estoy viviendo, ahora no es vida“.
Desde el jueves 21 hasta la madrugada del lunes 25 de noviembre de 2013 el ambiente en el Sanatorio de la Trinidad, del barrio porteño de Palermo, se vio notablemente alterado. Hubo corridas, un par de gritos, algún que otro forcejeo. Esos movimientos, tan atípicos para un lugar que por lo general es tranquilo, inquietaron a quienes circulaban por ahí.
Ricardo Fort había llegado hasta ese centro médico con un dolor abdominal muy intenso. Ya había estado internado allí para reponerse de una operación de rodilla en 2012, y había jurado no volver a pisar ese lugar. Los médicos y enfermeros lo consideraban un paciente rebelde que llegaba a tratar mal al personal, a fumar en su cuarto y hasta automedicarse. Pero ante el nuevo cuadro, el multimillonario fue admitido e internado, en principio en una habitación común.
Como vivía en una especie de reality show constante, rodeado de sus famosos custodios y con todas sus excentricidades, Fort no dudó en grabar un mensaje para compartir lo que estaba viviendo con sus seguidores, mediante su canal de YouTube. Acostado, sonriendo, con la cabeza apoyada en un almohadón, el viernes 22 de noviembre bromeó ante la cámara: “Hola chicos, les habla Ricardo Fort. Estoy en la clínica La Trinidad, me vine 15 días de spa para que me mimen, me cuiden, comer cosas ricas, que los médicos me curen de todo lo que tengo que curarme y salir diez puntos para disfrutar la vida. Así que les mando un beso grande a todos mis fans, a toda la gente que me quiere. Los quiero, gracias por seguirme”.
Fue la última vez que se dirigió a su público. Pocos días después, el hombre que, como varias veces admitió, luchó toda la vida por ser famoso, murió tras sufrir una fuerte hemorragia que le causó un paro cardíaco.
Aquel año había comenzado muy difícil para Fort. En febrero, mientras se encontraba haciendo temporada en Mar del Plata con su obra “Fort con caviar”, debió ser operado de emergencia en una clínica privada de esa ciudad. Por la gravedad del cuadro, llegó a estar internado en terapia intensiva.
El parte médico de entonces afirmó: “El señor Ricardo Fort ha ingresado a la terapia intensiva por un cuadro de abdomen agudo que requirió de procedimientos diagnósticos de urgencia donde se constataron signos de perforación en el tracto digestivo”. La intervención duró tres horas y, luego de varios días de recuperación, el paciente pudo volver a su casa.
Por esos días se reveló que el chocolatero tenía una adicción a la morfina, que usaba para calmar sus dolencias, en especial su dolor en las rodillas.
“Va a tener que cambiar su estilo de vida, sus hábitos. Fort es adicto a la morfina, seguramente desde hace dos años. Esto puede traer trastornos en general de la persona. Él se automedica”, reveló entonces su médico personal, Alejandro Druetto.
Según contó a la prensa el entorno de Fort, los problemas de salud que lo aquejaban eran hereditarios. Tanto él como su hermano Eduardo y su padre Carlos Fort –el patriarca, de alguna manera, del imperio de los chocolates, quien nunca tuvo buena relación con su hijo mediático– sufrieron de problemas de columna. Pero a diferencia de los demás, Ricardo nunca se cuidó.
Según reconstruyeron las crónicas de la época, el ex jurado del “Bailando” empezó a consumir hormonas para el crecimiento desde los 18 años, además de anabólicos para los intensos entrenamientos que hizo a lo largo de toda su vida en busca de una supuesta perfección estética.
Tan duro era ese ejercicio que, en una de las 27 intervenciones quirúrgicas a las que se sometió, ocasión le colocaron 28 clavos en la columna vertebral para intentar enderezarla.
“Volví de la muerte”, aseguró en distintas entrevistas cuando se repuso de lo que le había ocurrido en Mar del Plata. Visiblemente cambiado, incluso llegó a aparecer en los medios con el pelo rapado y la voz algo afectada.
En una recordada nota que brindó al programa Intrusos, Fort asistió con Gustavo Martínez, quien fuera su pareja durante años y quien tiene en la actualidad la custodia de sus hijos, Marta y Felipe. Allí reveló, entre otras cosas, que en esos días había tenido varias charlas con los niños, y les había contado que Gustavo había sido su pareja en tiempo atrás.
“Los pensamos juntos, los imaginamos juntos, los criamos juntos”, narró Fort, e hizo emocionar a todos en el piso al contar cómo fue el nacimiento de los mellizos, a quienes tuvieron mediante el método de subrogación de vientre en los Estados Unidos.
Fue justamente a ese país donde en su último año de vida el empresario viajó, como hacía habitualmente, para impulsar desde allá la carrera musical de su pareja de entonces, el joven Rodrigo Díaz. En su querida ciudad de Miami, allí donde en otros tiempos exhibía una vida llena de lujos y autos caros, celebró entonces su último cumpleaños, el 5 de noviembre, junto a Gustavo y a su amigo Gabriel Rydz.
En una entrevista, el empresario contó cómo vio a su amigo por esos días. “Descompaginado. Padecía unos dolores terribles y pedía a gritos que le quiten esos dolores. Cuando entré a su casa lo vi tirado en la cama totalmente sedado y con agujeros en las sábanas porque se quedaba dormido con el cigarrillo en la mano”, relató Rydz.
En su última internación, todo parecía bajo control hasta que el domingo 24 de noviembre, cerca de las 18, los dolores abdominales de Fort se intensificaron. No había forma, además, de moderar los mareos que sentía y las fuertes náuseas que no dejaron de inquietarlo. Lo acompañaban sus amigos más cercanos, entre quienes estaba Gustavo Martínez, siempre estoico.
Según reconstruyó la revista Noticias en su edición del 30 de noviembre, Fort “tenía todos los síntomas de apendicitis o de una hemorragia por lo que le hicieron análisis de sangre. Le subió la fiebre a 38.5 grados. Inmediatamente comenzó a vomitar sangre y se desmayó. Lo despertaron pero las náuseas y los vómitos volvieron a aparecer. A las 22 lo trasladaron a terapia intensiva, lo habían intentado horas antes pero Ricardo se había negado“.
La hemorragia continuó y, según consta en la documentación oficial, Fort murió a las 4.40 del lunes 25 de noviembre. Pese a que públicamente y en más de una ocasión había dicho que quería que lo cremaran, por decisión de sus hermanos se siguió la tradición familiar y fue enterrado en el cementerio Memorial de Pilar.
Tras años de investigación e infinidad de dudas del entorno del artista, que no podía creer que su estado de salud hubiera empeorado tanto en esas últimas horas fatales, hace unos meses la Justicia determinó que no hubo mala praxis de los médicos que lo atendieron y que el deceso se produjo por “muerte súbita cardíaca”.
“El paciente fallece con una infección generalizada con la forma clínica de sepsis, pero no de ella. El tratamiento antibiótico empírico realizado es el tratamiento correcto y habitual en estos casos. Sobre la base del análisis de los datos de la autopsia y de la historia clínica surge que el paciente muere por un cuadro de ‘muerte súbita cardíaca’ y que el resto de los hallazgos de la historia clínica son secundarios, fundamentalmente al cuadro de sepsis. La obstrucción del 90 por ciento de una de las arterias coronarias fundamentales es la base que permite sostener esta conclusión”, detalló el informe elaborado por la junta médica a la que convocó el juez de instrucción Diego Slupski, quien intervino en la causa que se siguió para investigar el fallecimiento del millonario.
Durante la última semana la polémica sobre el patrimonio de Fort y la cuantiosa herencia que le dejó a sus hijos recrudeció de manera inesperada. Mientras tanto, los fanáticos del excéntrico artista no dejan de homenajearlo en las redes sociales con memes, gifs y videos. El propio hijo de Fort el mes pasado subió a su cuenta de Instagram una simpática recreación de uno de los momentos memorables de su padre, cuando tenía su reality show y discutió con su madre por el uso de una tostadora.
Una forma más de mantener vivo el legado del hombre que soñó toda su vida con ser famoso.