Fue un triunfo Made in Tucumán para Atlético, porque los que le pusieron nombre a los goles (Leandro Díaz y Guillermo Acosta), son nacidos en la provincia. Fue 2-0 en el Monumental José Fierro sobre Atlético Nacional de Medellín.
Un triunfo histórico que invita a soñar con más historia, porque este Atlético de los milagros que por primera vez llegó a los octavos de final de la Copa Libertadores de América quedó a apenas 90 minutos de meterse entre los mejores ocho equipos del continente. Tendrá que completar la tarea el próximo martes 28, en Medellín, nada menos.
Y fue también un negocio redondo para un equipo que sabe hacer negocios, que sabe lo que quiere y cómo lograrlo. Atlético Tucumán selló el pasaporte de ida del choque de octavos de final cumpliendo con las mejores premisas: ganar, sacar diferencia de goles y no recibir ninguna mala noticia en su propio arco.
Atlético ganó el partido ayudado por los errores de su homónimo colombiano. Apenas comenzado el encuentro un blooper del arquero argentino Fernando Monetti, que dejó corta una pelota en la salida por abajo que tanto le gusta a los equipos del también argentino Jorge Almirón, su técnico, le permitió a Leandro Díaz abrir el marcador con un zurdazo seco, rápido, de primera.
Lo más difícil, lo que más desea el conjunto de Zielinski, se consiguió sin mayor esfuerzo. Ponerse 1-0 y llevar el trámite a donde más le conviene, sin necesidad de manejar la pelota, cerrándose en defensa y tratando de sacarle jugo a los espacios libres en ataque.
Nacional de Medellín también hizo lo que suele hacer con más comodidad y convicción: manejar la pelota, pero esta vez con la urgencia de tener que equilibrar el resultado. El equipo colombiano, campeón de esta Copa Libertadores en 2016, controló la pelota y el trámite, pero le faltó profundidad y también definición para inquietar a Cristian Lucchetti, quien respondió con seguridad cuando tuvo que intervenir.
La segunda “gentileza” de un Atlético al otro se dio en el 2-0. Esta vez gracias a Diego Braghieri, el defensor argentino que luce la cinta de capitán del equipo colombiano. El ex Lanús no estuvo firme para evitar que el cabezazo de Acosta terminara en la red. Todo nació en una pelota robada por San Román, un pase del lateral hacia el Pulga Rodríguez, quien no pudo recibir, el remate en el travesaño de Leandro Díaz, el cabezazo de Acosta y la escasa reacción de Braghieri para despejar cerca de la línea.
El 2-0 tal vez fue exagerado, pero a Atlético Tucumán le queda de maravillas para seguir soñando. Hizo un negocio redondo y ahora el equipo de Zielinski está a 90 minutos de completar un sueño inédito.
fuente: clarín