Ante los resultados más que evidentes con respecto a los estragos causados por la política económica actual, el Presidente decidió dejar de culpar a la gestión anterior.
“Hubo problemas de coordinación entre el gabinete económico y el Banco Central” en referencia al 28 de diciembre y aclaró que en esta oportunidad se trabajó coordinadamente. Es más, ratificó al equipo económico y los respaldo al decir “pero es mi responsabilidad porque soy el Presidente” dando a entender que en última instancia las decisiones que se tomaron fueron con su consentimiento.
Dando a entender que esta situación no se repetirá; que “el mundo ha decidido que la velocidad con la que nos habíamos comprometido a reducir el déficit fiscal no era suficiente“; aceptando que el gradualismo no funcionó y la decepción de ciertos sectores de la sociedad con el Gobierno; el jefe de Estado, señaló que “pusimos metas demasiado optimistas y no dijimos el diagnóstico”.
Respecto a la crisis aseveró que “la turbulencia cambiaria la consideramos superada. Pero es importante considerar el nerviosismo de la población. Hubo miedo, hubo angustia. Tenemos que hacer un balance de lo que pasó y entender cuál es el problema central: reducir el déficit fiscal”.Claramente la crisis cambiaria obligó al Gobierno a mejorar aspectos de la gestión, a ampliar la “mesa chica” y abrirse a escuchar a los distintos sectores. Lo cierto es que para bajar el déficit (que ahora ´por las palabras presidenciales) será a mayor velocidad se necesitará de consensos.
En este sentido Macri volvió a convocar a todos los sectores para “sentarnos todos alrededor de una mesa y hacer un gran acuerdo para lograr reducir el déficit”. Desde la semana pasada el Gobierno convocó a empresarios, gobernadores, encuentros que continuaron estos días con legisladores y empresarios. El primer mandatario también indicó que la idea es “convocar a los dirigentes gremiales”.
Macri siempre insiste “no se puede gastar toda la vida más de lo que se tiene” y está decidido a que el país deje la “pesada mochila” del déficit fiscal. También señaló que Argentina tiene una pesada carga tributaria (descartando el camino de financiar al Estado vía impuesto).
Tal como anticipó ámbito.com la pelea de cómo recortar el gasto público será vía el Presupuesto Nacional la herramienta que pone en números el esfuerzo que estará dispuesto a hacer el poder político.
La convocatoria presidencial a los diferentes sectores será para escuchar las propuestas de recortes. La idea no es imponer desde el Ejecutivo para que la oposición simplemente se queje y se niegue sino “juntos lograr bajar el gasto”. Por eso, Macri fue tan enfático respecto de las condicionalidades que pueda imponer el FMI: “Acá nadie nos va a condicionar”, afirmó. El Fondo no habló de las leyes laborales, tampoco jamás planteó nada del tipo de cambio”. También anticipo que se va a informar sobre las negociaciones ” Acá no hay agendas ocultas. No hice ninguna negociación oculta”.
En otro tramo de la conferencia reconoció que el país crecerá menos “también por el efecto de la sequía” y que seguramente “habrá más inflación” pero evitó indicar cifras.
Respecto al proyecto del Congreso sobre las tarifas volvió a garantizar que lo vetará y apeló a la responsabilidad de los legisladores. Remarcó que “es una mentira que estas tarifas son carísimas (…) Estamos consumiendo 70% más de gas que los uruguayos. Si comparamos Neuquén o Santa Cruz es cuatro o cinco veces más”.
Resumiendo: la crisis cambiaria mostró al Gobierno permeable a cambiar, a efectuar autocríticas no solo presidenciales sino también alcanzaron al titular del Banco Central, a convocar a los sectores; y a estar atentos a que el camino es difícil -bajar el gasto no son buenas noticias- pero quedó bastante claro que el Presidente está decidido a llevarlo a cabo aunque le signifique renunciar a otro periodo. Como Macri dijo: “No estoy acá para hacer lo que es políticamente correcto”.