Prácticas como romperse voluntariamente un dedo del pie o lesionarse miembros insensibilizados para estimular la presión sanguínea se encuadran dentro de la figura de la automutilación o “boosting”, una forma de dopaje específica de personas con discapacidad que pone los pelos de punta y que será especialmente vigilada en los Juegos Paralímpicos de Rio.
La práctica concierne a aquellos deportistas con lesiones de médula espinal. Además de la parálisis y de la pérdida de sensaciones de sus miembros inferiores, estas personas sufren a menudo problemas de tensión y de ritmo cardíaco. En consecuencia, durante un esfuerzo violento, las personas en silla de ruedas no ven aumentada su frecuencia cardíaca a lo que les pide el cuerpo en plena actividad, por lo que su rendimiento es menor y la fatiga crece, así como su capacidad a realizar esfuerzos prolongados.
Por eso, algunos de ellos tratan de compensar este hándicap automutilándose los miembros insensibilizados, en los que no sienten ningún tipo de dolor, para aumentar la presión sanguínea, mejorar el aporte de sangre a los músculos y, al final, obtener un mejor rendimiento deportivo.
Fuente: Clarín