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La Bombonera se transformó en una caldera desde temprano, por la expectativa que generó el debut del equipo de Sebastián Battaglia en la Copa de la Liga, pero fundamentalmente por el retorno de un hombre que va camino a ser ídolo: Darío Ismael Benedetto. “Día de la Lealtad” (esa es la palabra que se tatuó en una sien) podría haber sido la tapa de los diarios si a Boca no se le escapaba sobre la hora el triunfo frente a Colón: empataron al final 1 a 1.

 

Existió un contrapunto en la cancha de Boca anoche fue el que protagonizaron Benedetto y Facundo Farías, joya del Sabalero que estuvo a punto de ser vendido al Xeneize. Las camisetas con la 9 del Pipa se multiplicaron en todos los sectores. Corearon su apodo cuando lo mencionó la voz del estadio. Su oportunismo para el 1-0 en el primer tiempo regó de emoción el palco en el que estaba su familia y llenó de nerviosismo a la cabina visitante, de la que salió eyectado el manager Mario Sciacqua para tratar de calmar su tensión por la derrota parcial con un cigarrillo. Y cuando Luis Vázquez lo sustituyó a los 34 del complemento, la Bombonera se vino abajo…

Todo lo contrario sucedió cuando por los altoparlantes se oyó el apellido Farías. Una silbatina infernal hizo que los siguientes nombres de la formación de Colón no se escucharan. El público no le perdonó al delantero de 19 años su coqueteo en el último mercado de pases y vitoreó cada vez que un defensor local lo cruzó, cortó, bajó o cuando el punta remató desviado o falló algún pase. El Consejo de Fútbol lo tentó y el habilidoso número 35 al que Román le ve cosas de Tevez nunca se decidió por mudarse a la Ribera. Todavía se habla de un posible fichaje en junio: pese a esa posibilidad latente, los hinchas de Boca lo hicieron sentir bien visitante.

Antes del empate agónico de Colón, Battaglia ensayó una doble modificación que dejó expuesta la total banca de la gente para Exequiel Zeballos. Hubo aplauso respetuoso para el reemplazado Sebastián Villa (chiflado por varios cuando lo mencionó la voz del estadio en la formación inicial) y una explosión total cuando el Changuito puso el primer pie en el rectángulo verde. Los hinchas pretenden protagonismo para el piberío y ven potencial en el santiagueño. Lo opuesto sucede con el colombiano, con olor a ciclo cumplido en el club.

Una perlita pasó desapercibida para varios sobre el final. Tras la igualdad de Beltrán, Julio César Falcioni buscó cerrar el duelo con el empate y mandó a la cancha a Paolo Goltz y Nahuel Gallardo por el Pulga Rodríguez y Facundo Farías. Hasta allí, nada fuera de la normalidad. Entre la desazón por los dos puntos que se escapaban, nadie habrá tenido en cuenta que la voz del estadio solamente hizo mención a una de las modificaciones. Sí nombró a Goltz, ex Boca. No hizo lo mismo con el hijo del entrenador de River. ¿Se habrá traspapelado la variante o lo ningunearon adrede? Decir Gallardo, en la Bombonera, es casi mala palabra.

 

 

fuente: infobae

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