A partir del 10 de diciembre, los bloques de Cambiemos quedarán más cerca del quórum en ambas cámaras y el peronismo dejará de tener mayoría propia en el Senado. Son los efectos más salientes de la recomposición de fuerzas que arrojan los resultados favorables del comicio para renovar la mitad de las bancas en Diputados y un tercio de la Cámara alta.
El fuerte avance del oficialismo en las elecciones 2017 (suma nueve senadores y más de 20 diputados) le facilitará al Gobierno la negociación de los proyectos más sensibles para su “modelo”. Con todo, seguirá en minoría y necesitará de aliados para alcanzar los votos que le garanticen la sanción de esas leyes. De los reacomodamientos que se produzcan en la oposición, cuando consiga reponerse del golpe que le deparan los resultados de las elecciones, surgirán las alternativas para buscar alianzas.
Además del retroceso en cantidad de bancas, el peronismo va camino de una tortuosa división. En Diputados se dibuja un reagrupamiento de los legisladores que responden a los gobernadores (más de 30), para aislar a los K. Así, esperan actuar “en espejo” con el sector que en el Senado responde a Miguel Pichetto. De esa manera, esperan sumar los votos decisivos para obligar al Gobierno a pactar sus proyectos con un PJ anti K unificado.
Pichetto tendrá su propio problema puertas adentro. A la reducción de bancas se suma que el ingreso de Cristina Kirchner le plantea una casi segura fractura en lo que ahora es el bloque FpV-PJ. De todos modos, el rionegrino se quedará con el grupo más numeroso del peronismo, bastante abajo – eso sí- de los 38 que reúne ahora, uno más del quórum.
El peronismo dialoguista en el Semado mantendría igual un papel clave para sentarsea negociar. Pichetto sumará al derrotado Carlos Menem y buscará otros peronistas “sueltos” (de Córdoba, Chubut y Salta, entre otros ), para disputarle a Cambiemos la primera minoría. Se trata de un espacio estratégico para la discusión de cargos, como las presidencias de las comisiones.
Al oficialismo le quedaría otra alternativa a explorar en ambas cámaras. Sumar aliados entre los provinciales de Santiago del Estero y Misiones, fuerzas de origen K, y del Movimiento Popular Neuquino. Así, tendría aún mejores condiciones para ir a las tratativas con los representes de los gobernadores del PJ. Podría garantizar menos concesiones de las que se vio obligado a dar en el primer tramo de la gestión.
En tanto, el Frente Renovador perderá su rol de bloque “bisagra” en la Cámara baja. La fuerza que lidera Sergio Massa sufrirá el mayor retroceso. Se le evaporaron votos y se le despegarán cordobeses y chubutenses. Juan Schiaretti y Mario Das Neves articularán con los otros gobernadores. El massismo no tendría más remedios que recalar allí. En ese caso, la pulseada por la conducción sería entre la massista Graciela Camaño y el vice cordobés Martín Llaryora. De referente seguiría Diego Bossio.
Detrás de Cambiemos, los diputados K buscarán mantenerse como segunda fuerza. Aunque la discusión que se avecina por el desafuero de Julio De Vido le provoque algún nuevo desgajamiento. La vecindad con una Cristina de regreso a la Cámara alta actuará de acicate para que no abandone su intransigencia.
Un mensaje a la interna peronista será el nombre que presida ese bloque. Su ex delfín, Agustin Rossi, volverá magullado por la dura derrota en Santa Fe, por lo que crecen las chances de Axel Kicillof. La ex presidenta insinuó la idea de promover al ex ministro de Economía y así proyectarlo a las presidenciales en 2019. La orfandad en la que quedó el PJ dialoguista, alimentaría la jugada.
Como espadas del Gobierno en Diputados seguirán el macrista Emilio Monzó -titular de la Cámara-, el radical Mario Negri -jefe del interbloque- y Elisa Carrió, líder espiritual. En el Senado habrá movimientos. La UCR reemplazará a Angel Rozas y asoma la primera mujer: la tucumana Silvia Elías. Iría al interbloque. Aunque deberá compartir poder con Federico Pinedo -presidente provisional- y el jefe nacional del PRO, Humberto Schiavoni, que hará su debut.
Fuente: Clarín